━━𝐍𝐔́𝐌𝐄𝐑𝐎 𝐃𝐎𝐒.

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     La penumbra y la oscuridad que reinaba y la extensión en el cielo amenazante con cubrir el manto de lluvia. Era su favorito. Era inexplicable la sensación que se arremolinaba en su pecho. Comodidad, tranquilidad y quizá confort. No lo sabía, a sincerar, todos los sentimientos en su interior se habían vuelto un resumen de inexplicable soledad desde aquel día. La pesadez en su pecho, al recordar el rostro de su madre derramando suaves lamentos, carcomía su interior.

━ Joven amo, el desayuno está listo. ━ La voz de aquel hombre, con la vida posada en la tercera etapa, de nuevo interrumpía sus pensamientos. Un exasperante vaciló salió de sus labios para responder a lo que el hombre informo. Solo deseaba que el tiempo pasara lo más rápido posible.

Ya habían pasado alrededor de dos años de encontrarse estancado en aquel lugar. Su habitación, cuál se encontraba llena de joyas y objetos de gran valor, se habían vuelto su pasatiempo favorito, coleccionar objetos preciosos. Después de todo, cada joya que pedía, le era otorgada. Desde un radiante zafiro a un precioso rubí de gran tamaño. Entre su gran y costosas muestras solo había una cosa que no había podido obtener, aunque se lo pidió al beta de cabellos rubios en incontables veces. Su deseo más ferviente, un diamante rosa.

Al verlo en uno de los libros de minerales, que se encontraba en la biblioteca. No pudo evitar desearlo. La estrella rosa, encontrada en Sudáfrica alrededor de 1999 por Beers. Uno de los diamantes más grandes y llamativos, con un característico tono rosa vivido. El cual fue presentado al público por primera vez en 2003.

Solo había una razón tras el ferviente deseo del pequeño omega por obtener aquel valioso objeto. El brillo de aquella piedra preciosa, de invaluable valor e importancia. Aquel característico tono rosado, brillante y aperlado, pulcro y fino. Era similar al brillo y color de los ojos de su madre. No quería aceptarlo, pero aquella piedra le había obligado a recordar lapsos, memorias, que deseaba nunca volver hacerlo. Su madre, la mujer que lo crio en aquel lugar, era su luz. Lo había abandonado, no por querer, pero lo había abandonado.

Era un niño cuando todo eso sucedió y ahora que quería comprenderla, comprender sus razones, no podía evitar guardar una pequeña llama de resentimiento ante todas aquellas acciones que su progenitora había tomado en aquella noche de invierno.

Un suave toque a su puerta lo hizo despertar de aquel barullo de recuerdos y pensamientos. Giro su rostro hacia la puerta, encontrándose aquel hombre de hebras rubias, observándolo.

━ ¿Puedo pasar? ━ Una suave sonrisa se mantenía clavada en el rostro del hombre. Amable. Quizá podía confiar en aquel hombre de porte sobresaliente. Aunque en ocasiones aún se preguntaba de las razones, siempre dudaba. Así era, tenía miedo, quería llorar, gritar y correr a los brazos de su madre. Él no quería ser un adulto, quería seguir siendo un tonto niño con pensamientos ajenos a lo que era el mundo de los adultos. Había ocasiones en las que solo quería dormir, sin molestias, sin obedecer a su estómago por comida, ni a sus instintos por una ducha. Solo dormir.

━ Adelante. ━ Musito, el pequeño omega, carente de emoción alguna en su voz.

━ Como pude ver que no bajabas a comer, decidí subir para ver si todo estaba bien. ¿Sucedió algo? ━ La capa de simpatía que mostraba el beta hacia su persona, le parecía de cierta forma desagradable.

━ Solo no tengo mucho apetito. ━ La falta de tacto en su tono, era notable. El beta soltó un suspiro en respuesta y se alejó unos cuantos pasos del omega, priorizando no incomodarlo con su cercanía.

El hombre de orbes oscuros le observo por unos minutos en silencio y luego coloco un pequeño sobre las sabanas de la cómoda del menor. Justo al lado de este, dejo reposando una pequeña caja con estampados de colores neutros, que destacaban el dorado y el café.

━ ¿Qué es eso? ━ Curioso, el joven de piel blanquecina se acercó.

━ Una carta de tu madre y lo que hay en la caja es de mi parte. Feliz cumpleaños niño. ━ Menciono con calidez. El chico se quejó, perplejo unos segundos observando al más alto. Lo que fue suficiente para que este ordenara sus pensamientos de la manera correspondiente. Con cuidado tomo aquel papel abriéndolo con cuidado, leyendo aquella letra y ortografía tan pulcra, ciertamente de mamá. El suave aroma a pomelo se extendió por sus alrededores al momento de leer aquella carta. Se sentía como en casa, sin darse cuenta, una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

━ Bien, me retiro pequeño. Tomate tu tiempo, aunque el desayuno se puede enfriar. ━ La voz del beta lo saco de sus pensamientos rápidamente.

━ Buggy...━ Murmuro el omega, captando la atención del beta de inmediato.

━ ¿Qué? ━ Rayleigh se volteó al momento de escuchar aquello.

━ Mi nombre...no es pequeño, es Buggy y soy un omega...━ La sorpresa del más alto fue casi instantánea, no esperaba que el joven frente de él se presentara de esa manera, mucho menos en aquella fecha. Este desde que había llegado a la mansión había sido completamente recatado. En ningún momento se le había obligado a presentarse o algo por el estilo, debido a su petición. Rayleigh estaba consciente de la presión de estar en un nuevo hogar, además de imaginarse del bloqueo que podía estar manejando el pequeño luego de aquel incidente. Quería que este manejara todo lo sucedido a su tiempo, aunque también con cierta ayuda proveniente de doctores y especialistas. Él se había encargado de todo ello, lo cual al final había dado frutos, muestra de aquello, era lo que estaba presenciando en esos instantes. Buggy, presentándose ante él.

━ Yo... soy Rayleigh y soy el beta que se encargara de tu bienestar de ahora en adelante, Buggy. Es un gusto. ━ La sonrisa del hombre se extendía por toda el aforo de su rostro, dejando que pequeñas arrugas se formaran a los bordes de sus ojos.

...

El cantar de los pájaros era un ruido sonoro a la distancia, calmando los sentidos del pequeño. Su rostro inexpresivo y su aura tan blanda provocaba dudas en los lacayos que se encontraban a su alrededor dispuesto a servirle en aquella gran mesa de pulcritud y perfección. Hace un año que aquello había sucedido, mejorando las cosas en aquella propiedad de hace tiempo, el pequeño niño que fue arrebatado de los brazos de su madre y llevado a una enorme casa llena de rostros desconocidos. Se había transformado en el ideal representante del heredero de los Rayleigh.

Sin embargo, sus actitudes solían ser una muestra de caprichos y perfección absoluta, exigiéndose tanto a sí mismo como a las personas que le servían, aunque era inusual que llegara a puntos extremos. Pero en esos precisos momentos el joven heredero llevaba alrededor de dos horas sin mencionar palabra alguna o chistar sobre algún desperfecto.

Era un aura extraña, incluso el beta a su lado se encontraba con sus hombros tensos, observándolo por intervalos de tiempo muy cortos.

Los labios del mayor se encontraban a punto de formular palabra, la puerta de la gran mansión fue abierta, dejando que dos cabecillas se asomaran por estas, destacando entre ellas aquel color tan llamativo como lo era el rojo; en ese instante el pequeño omega no estaba consciente que se volvería su nuevo color favorito.



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⏰ Última actualización: Jan 15 ⏰

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𝐒𝐂𝐇𝐎𝐎𝐋 𝐃𝐀𝐘𝐒 ━━━━━━━━ 𝐒𝐇𝐀𝐍𝐆𝐆𝐘.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora