- 25 de julio de 2015 -

71 3 0
                                    

Aún recuerdo cuando nos mudamos de la que por 11 años había sido mi casa, el calor de aquel lugar comparado con el frío de mi nuevo hogar.

Mi madre, ordenaba los muebles de la sala con una pequeña chimenea donde la leña daba lugar a un fuego cálido.

Poco a poco mi madre y yo comenzamos a conocer a los que ahora serían nuestros nuevos vecinos.

Ella les sonreía a todos como si fuera toda una luz de felicidad. Pero yo sabía que no era así ya que 4 años atrás en el funeral de mi padre...ella estaba destrozada, si algo sé actualmente...es que ese 7 de diciembre de 2011 mi padre se llevo una parte valiosa de mi madre. Primero con su desaparición días antes y luego al encontrar su cuerpo sin vida y hacer su funeral en ese día tan frío.

Pero eso no fue todo...pues dos años antes de la desaparición de mi padre, las discusiones de él y mi madre habían dado lugar a un sentimiento horrible en ella.

Lo recuerdo tan perfectamente bien pues era una casa pequeña, donde la privacidad no existía, mi madre siempre aguantaba sus llantos hasta encerrarse en la habitación, y mi padre salía de la casa después de cada discusión.

Sin embargo, mis padres siempre fueron el prototipo de pareja perfecta para los que en ese momento eran nuestros vecinos. Eso debido a que ellos mostraban siempre su mejor versión en público.

La desaparición de mi padre había sido muy repentina, y nunca se encontró al culpable.

Si algo puedo decir de mi es que siempre tuve un problema, y ese problema fue que se me hiciera tan difícil hablar con personas que no fueran mi madre.

Pero ese día que recordaba tan bien —a pesar de que tuviera pésima memoria— ese problema de "no poder hablar con personas ajenas a mi madre" se rompió.

Era agosto ya, y llevábamos ya 2 semanas en la nueva casa.

Mi madre y yo salíamos frecuentemente a los mercados cerca de ese lugar, pues era en esos puestos donde se encontraban curiosidades a muy bajo precio.

Mi madre observaba los relojes de un puesto donde una chica algo joven atendía, y no fue eso lo que marcó ese día, fue cuando mi madre se alejó un poco entonces la chica me miro y sonrió.

— Te me haces conocido —dijo con una voz dulce, pero a la vez algo raro había en su tono de voz.

Entonces pasó lo que nunca pasaba.

— No puede ser posible —Conteste y me encogí de hombros— Apenas me mudé hace dos semanas y tú puesto no a estado desde que mi madre empezó a traerme a ver curiosidades aquí.

— Lo que digo es que te pareces a alguien que conocí alguna vez —Me miro con atención mientras hablaba—. Pero, tal vez solo me e equivocado.

No quise contestar, así que me puse a observar los relojes. Entonces encontré uno entre un montón que llamo mi atención...era un reloj normal pero su marco de plata con pequeños diamantes brillantes hizo que mi atención se fijara en el.

— Puedes llevártelo si deseas —dijo de pronto, me aleje de allí de inmediato.

Esa fue la primera y última vez que vi a esa chica, pues la demás veces que asistí a ese lugar con mi madre...la que atendía era otra.

Si algo estoy seguro...es que si a mí Niño de 11 años en ese tiempo le hubieran dicho lo que en un futuro pasaría...definitivamente olvidaría lo que alguna vez dije para mí mismo "mi vida es normal" por que definitivamente, daría un giro drástico de 360 grados lleno de misterios y cabos sueltos esperando ser resueltos.

La tentación de los pecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora