2. ¿A-Ass...qué?

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Ten cuidado a quien le cuentas lo que piensas. No cualquiera puede aguantar lo que en tu mente está.

***

-26 de marzo de 2021-

Las clases en línea eran una tortura, horas sentado frente a una computadora que lo único que hacía era dañar tu vista. La tecnología avanzaba con cada minuto, hora, día y etc del año. Y gracias a eso por culpa de una maldita pandemia el término de "clases en línea" era algo ya común y normal. Y aún así yo seguía sin acostumbrarse, aunque debía admitir que ver a personas pasar vergüenza por tener su micrófono o cámara encendida era...bastante entretenido.

— ¡Henry! ¿Aún no terminas? —preguntó mi madre afuera de la habitación.

— ¡Media hora más madre! —le contesté mientras terminaba de apuntar unas cosas.

— ¡Cuando termines vienes a ayudarme por favor! —escuché sus pasos al irse.

Justo media hora después la catedrática terminó la clase, eran las 3 de la tarde y 5 minutos, me levanté de la tortura de silla que tenía y me di un gran estirón. Puse en "modo descanso" la laptop y cerré la ventana de mi cuarto para salir de él. Baje las gradas y fui en busca de mi madre.

— Ya termine —dije distraídamente mientras quitaba una pelusa de mi sudadera.

— Ay que bien —contestó mi madre aliviada—. Ayúdame doblando la ropa, yo iré a traer lo demás —no me dio tiempo a decir nada pues cuando reaccione ella ya había salido de la habitación.

Entre al cuarto y me senté en la cama para prender la televisión. Solo quería escuchar ruido así que no seleccione ningún canal y comencé a doblar la ropa.

«Se les informa a todos que últimamente los casos de desapariciones han aumentado drásticamente, se les solicita por favor mantener calma y cerrar bien sus puertas con llave. Según la policía se sospecha qué hay una sola persona detrás de todo esto. Por seguridad se les informará algunas instrucciones para proteger la seguridad de su hogar y familia...»

— ¡Oh Dios mío! ¡Que horrible! —Exclamó mi madre con auténtico terror, la mire y fruncí el ceño.

— ¿Por qué...? —ella me interrumpió pasando enfrente mío y cerrando la ventana de la habitación—. Mamá, no creo que sea tan...—volvió a interrumpir para verme totalmente seria.

— ¿Tan necesario? ¿Que no has escuchado hijo? —preguntó ella muy molesta, suspire.

Mi madre tenía cierto pánico con las desapariciones. Eso debido a lo que unos años atrás había pasado con mi padre.

—Solo digo que no debes alarmarte...te hará daño...—le dije para abrazarla, mi madre sufría del corazón.

Ella dio un suspiro y me abrazó con algo de fuerza. Entendía que quisiera protegerme, pero alterarse tanto le hacía daño.

—No quiero que nada te pase —susurró como cachorrillo asustado, odiaba escucharla tan débil—. Tu padre...—agregó con la voz temblorosa, la detuve.

—No pasará nada —le asegure, ella solo suspiro y siguió abrazándome.

Pasamos un buen rato así hasta que ella se separó y limpio sus ojos y mejillas.

— Por ahora no sales mucho de casa...—hizo una pequeña pausa y me miro—. Cuando te toque salir quiero que por favor me avises e iré contigo —me ordeno y sonreí levemente—. Incluso si es algo...personal tuyo.

— Mamá, solo te tengo a ti ¿a qué te refieres con personal? —pregunté con media sonrisa.

— Puedes llegar a tener amigos.

— La verdad lo dudo mucho —negué con la cabeza—. Iré a hacer el almuerzo ¿te parece?

Ella asintió lentamente y salí de la habitación para ir a la cocina. Luego de almorzar me limite a realizar mis tareas, organizar archivos de tareas y más tareas. Cuando termine eran las 11:00 pm era un total récord. Normalmente terminaba a horas de la madrugada. Me levante de la silla, me estire, tome algo de agua mientras apagaba la linterna de escritorio y la laptop, para luego dejar el termo de agua en la mesita de noche y recostarme en la cama. Esa era mi rutina desde que me había mudado a esa casa. Cerré poco a poco los ojos y me quede dormido.

•••

Abrí los ojos de golpe al escuchar unos pequeños pasos en mi habitación. Estaba enfocando todo cuando visualicé una sombra por donde estaba mi escritorio, me levanté poco a poco sin hacer mucho ruido y dirigí mis ojos a donde estaba lo que creaba la sombra. Una chica. ¿Una chica? Estaba revisando entre mis cosas, quise hablar pero las palabras no me salieron. Solo pude ver como se siguió paseando por mi habitación con un vestido negro brillante. Parecía vestida para una gala. Me levante y agarre lo primero que encontré, definitivamente no quería golpearla pero si me quería hacer daño tendría que hacerlo. No era bueno hablando con las personas que no fueran mi madre. Pero entonces por fin salió mi voz.

— ¿Q-quién eres? —Pregunté con la voz temblorosa, ella se giró para verme.

Sin poder evitarlo me perdí en su mirada. Ella tenía unos ojos color celeste brillante, pero noté que reflejaban un rojo intenso. ¿Quién era ella? ¿Y por qué me estaba hipnotizado el color de sus ojos?

— Ass... —susurró con una pequeña sonrisa, al sonreír mi vista bajo a sus labios. Estaban pintados de rojo, que la hacía ver tan bien.

— ¿Ass? ¿A-Ass qué? —mis manos empezaban a temblar, ella se acercó un poco y cuando la luz le pegó pude ver su cabello largo y color negro. Quise hablar pero justo en ese momento tocaron la puerta.

— ¿Henry? —la voz de mi madre hizo que soltara lo que llevaba en la mano, ella entró nada más escuchar el golpe en el suelo de madera—. ¿¡Estas bien!? —preguntó asustada, por un minuto entero me preocupe por la chica que estaba al lado mío pero mamá sólo se acercó y me abrazo, fue cuando desvié mi mirada al lado mío. La chica ya no estaba.

Entonces el miedo me invadió, y quizá cometí un error cuando temblando le dije a mi madre todo lo que me había pasado desde que papá había desaparecido. Retiro el quizás, definitivamente fue un error.

La tentación de los pecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora