Preikestolen
Aunque Dalia estaba prácticamente desmayada, Arvid la arrastró hasta bien lejos del borde de la roca. La filmación se detuvo y por unos momentos todo fue un pandemónium. La directora de la publicidad dio aviso al servicio de guardaparques, y desde allí enviaron un médico para que constatara si Dalia Ruiz tenía un simple desmayo, una descompostura de frío, si había sido un regular intento de suicidio o si ya estaba del todo muerta.
El doctor llegó al instante; grande y sonrosado, estaba emocionado de, por fin, vivir una aventura en su trabajo. Le tomó el pulso a Dalia, que seguía recostada sobre el regazo de Arvid, y comprobó que estaba viva. A esta altura, aunque ella se había recuperado y su corazón latía como un caballo, no sabía si darse por sana y salva o fingir el desmayo un rato más. Tenía miedo de levantarse y de que la directora anunciara que debían rehacer la toma 6 y, por las dudas, agregar una séptima toma. El médico del Preikestolen balbuceaba en inglés un diagnóstico que ella no entendió y no tuvo mejor idea que darle de beber aguardiente de una petaca. Dalia tosió, atragantada, y el público de senderistas, que no había quitado un ojo de todo el asunto, aplaudió. No esperaban divertirse tanto en el Preikestolen desde aquella vez en que Tom Cruise tuvo el ataque de pánico y se puso a dar gritos histéricos pidiendo que le subieran la paga por el tema del seguro. Luego de que Dalia reaccionara, el doctor, un poco entre risas, le dio una palmadita en el hombro y le aconsejó regresar a Stavanger sin perder tiempo y que subiera a uno de los barcos del Fjord Tours que la dejarían justo en el muelle y a horario para la cena. ¡Menos mal, gracias a Dios!, pensó Dalia. Arvid seguía doblado debajo de ella y había comenzado a mirarla de manera melosa. Pero no era nada de eso, sino que le pidió que se levantara porque le hormigueaban las piernas. Dalia se incorporó antes de que él volviera a hacer la seña indicando el excesivo peso de ella sobre las rodillas de él.
La directora de la publicidad mandó terminar con la filmación y despejó la zona. Les indicó a todos que podían irse, ya fuera en la camioneta que los había traído y que tardaba 2 horas en llegar a Stavanger, o en el barco que navegaba por el Lysefjord como recomendara el médico del parque. Dalia se puso sus jeans y un jersey violeta muy grueso, con cuello alto, para que le devolviera un poco de calor a sus pulmones y a sus cuerdas vocales. Era raro el clima en ese país, pero no se debía especialmente al cambio climático. Oslo estaba en el mapa más hacia el continente, mientras que Ryfylke formaba parte de la escarpada costa; sin embargo, en Oslo en invierno hacía 40 grados bajo cero, mientras que en Ryfylke no bajaba de 0 grados. Dalia estaba segura de que esta falta de lógica del clima había acabado por enloquecer a los noruegos; todos eran completamente normales hasta que se ponían a hablar del clima. Los únicos 2 temas que les arrancaban refunfuños eran el clima y los suecos; a los suecos no los podían ni ver. La directora le ordenó a Arvid que acompañara a la actriz en el viaje en barco hasta Stavanger. Después se volvió de espaldas a Dalia y se fue sin despedirse.
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SEGUNDA CHANCE
Random¿Puede la verdad triunfar sobre el ocultamiento y la mentira? ¿Cómo se reconstruye el amor después de una traición? ¿Es posible tener una nueva oportunidad de amar? Segunda chance es una novela sobre las relaciones que trascienden el paso del tiempo...