"43"

717 60 2
                                    

Narra Grecia Evans

—¡SUÉLTAME! —dije. No me soltó, sus ojos se conectaron con los míos y quise llorar, de nuevo —Esto es algo muy tonto Fabián, lo sabes...

Negó. Me soltó y sobé mi brazo con cuidado

—Esta no es la solución... Quizá si ambos nos vamos a Los Ángeles, o a dónde tú quieras, no sé...

—Mató a tu madre —lo mire. Recordé a mi madre, y eso solo me recordó de cómo necesito sus consejos y abrazos —Entró en la casa, te mando a golpear —negó

—pero...

—Pero nada. Solo quiero que sepas que quizá y esto no sea para siempre

Rodé los ojos

—¿Y según tú qué harás? ¿Matar a Albert? No puedes hacer eso. Vámonos juntos —intenté  acercarme

Negó nuevamente retrocediendo

—El está demente, Grecia. Te va a terminar matando simplemente para "darme" una lección...

—Fabián —ambos volteamos y Vimos a Matthew, con un semblante serio

—¿Qué sucede?

—Hay unas personas que...

—Fabián Hoffmann —se acercaron dos hombres, uno de ellos tenía esposas y el otro una carpeta —Tenemos una orden de aprehensión en su contra

Abrí mis ojos como platos. Fabián no tuvo tiempo de decir mucho, le pusieron las esposas

—¡¿Qué?! ¿Por qué? —dije asustada —¿A dónde lo llevan?

Fabián no decía nada, creo que tanto él como yo teníamos una idea de por qué se lo estaban llevando

—¿Por qué la orden arresto señor? —preguntó Matthew, manteniendo la calma

—Queda arrestado por lavado de dinero —cerré los ojos un segundo

Todo parecía derrumbarse, ¿Que debía de hacer en una situación así? Mi vida se ha vuelto un completo desastre...

—Voy contigo —Fabián me miró pero antes de que pudiera decir algo me adelanté —Soy tu esposa... —tomé las llaves de su auto de su bolsillo

—Yo igual —mire a Matthew y a sentí —Le diré a Rachell que se quede por si a Amelia se le ofrece algo

Se adentro al hospital de nuevo. Los hombres subieron a Fabián en una de sus camionetas, esposado y corrí por su auto para seguirlos

[...]

Estaba en la comisaría, nadie me decía nada, y eso me tenía muy nerviosa. Suspiré, tenía que calmarme...

—Señora Hoffmann —me giré y ví a un hombre de traje frente a mi —Soy el abogado de su esposo, Colton Michaels, para servirle

—Gracias por venir —le dí la mano —¿Cómo supo?

—Me llamo el señor Matthew. ¿Le han dicho algo? —negó —Yo intentaré hablar con los agentes, no se preocupe —se metió por uno de los pasillos. Se veía que hacía bien su trabajo

Me senté, y esperé. Dos horas en la misma sala y nadie me decía nada, incluso el abogado Colton había desaparecido

—¿No se le ofrece algo señora? —levante la mirada y me topé con una mujer

—Nada gracias —asintió y se alejó

—Señora Hoffmann —un agente se me acercó —Por aquí por favor

Asentí y lo seguí sin dudarlo, entramos en una sala y me senté en la mesa y el señor que me acompañó se sentó frente a nosotros

—¿Qué está pasando? —dije

No podía estar tranquila sabiendo que Fabián estaba encerrado

—Señora Hoffmann, su marido es acusado de lavado de dinero —dijo el hombre y lo mire —¿Había oído de esto antes?

Miré al agente sin responder nada. Cualquier cosa que yo dijera podía perjudicar a Fabián de cualquier modo.

La puerta se abrió de golpe y dí un respingo en mi asiento. Era el abogado, que venía acelerado y miraba con el ceño fruncido al agente frente a mí

—No pueden hacer esta clase de interrogatorio a la esposa de mi cliente —se acercó y me levanté para estar a su lado —Si trajeron al señor Hoffmann aquí es por que tienen evidencia de lo que se le acusa, por esa razón no deben sofocar ni un poco a la señora Hoffmann. Y gracias por darme la copia de la orden del juez, una vez la revise y hablé YO mismo con el juez vendré. Nos vemos en unas horas 

Salimos de la sala, tenía el corazón en la garganta. Mire al abogado y tenía la mirada sería en los papeles que sus manos sostenían

—Quiero ver a mi esposo —dije y nos detuvimos a mitad de camino

Me miró y esbozó una sonrisa distraída

—Claro. Obtuve un permiso para usted, venga —me indicó un camino y lo seguí en silencio

Habíamos llegado a los separos, había un oficial en la puerta, Colton le hizo una seña y este abrió la puerta

—Por aquí —apuntó con su dedo —La esperaré afuera, tómese su tiempo

Tragué, camine un poco rápido. Habían otras celdas, pero no ví a nadie en ellas aún que el ambiente pesado se sentía. Me posé frente a una celda y Fabián estaba ahí, mirándome

—Grecia —esbozó una sonrisa de alivio —¿Qué haces aquí?...No... —me miró y extendió su mano hacia mí —¿Cómo entraste?

Tomé su mano y me pegó a la reja

—Tu abogado, Colton, me consiguió permiso

Tomo mi cara entre sus manos y me beso, aún con la reja entre ambos, acepte el beso sin duda

—Esto es obra de Albert —dijo a centímetros de mis labios —Es capaz de mucho más

—No vas a estar mucho tiempo aquí, lo prometo... —negó

—Las cosas tienen que seguir como están, ¿Si?  Vete a Los Ángeles, si te quedas aquí en la ciudad y yo aquí dentro, no voy a poder hacer nada si se te acerca...

—¡Carajo! ¡No me voy a ir! —dije harta —Deja de...¡Ser así! 

Me miró atónito

—No me voy a ir y dejarte así ¡Aquí! ¿Qué te pasa? —retrocedí

—Prometeme que no harás nada —dijo y fruncí el ceño

—¿A qué te refieres?

—No buscarás la manera de ablandar a Albert, ni hablar con nadie. Tampoco buscaras a Máximo por nada del mundo...Ni a Moly, Grecia

Eso solo me iluminó. Mire a Fabián, me acerqué a él bese sus labios rápidamente

—Vas a salir de aquí. Colton es muy buen abogado

—¿Grecia?

—Te amo —lo mire a los ojos

—...Yo también te amo

Salí corriendo de ahí. Llegué a la sala principal y ví al abogado ver tranquilamente unos papeles. Levantó la mirada y me observó con el ceño fruncido

—Pensé que se tardaría más.

—No, tengo cosas que hacer —le dí la mano —Me tengo que ir, vendré pronto  —asintió —Llámame si pasa algo más

—Lo haré señora  

Salí de la estación y me subí al auto. Suspiré, rebusque en mi bolso y encontré el papelito con el número de Moly

Una Vida a tu Lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora