EL JEFE Y YO_BL

Parte 3

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EN LA EMPRESA:

Ya tenían poco menos de dos horas de haber llegado. Acaba de culminar una reunión.

Son las 2:30 p.m.

Se encuentran específicamente en la oficina de Lian, la cual es inmensa y muy lujosa, pese a que el propietario insista fervientemente en que es modesta.

Andrew está sentado en su escritorio, el cual está a unos pocos metros de distancia del de su jefe, por cierto aún lleva puesto el saco de su empleador, antes intento devolverlo, pero este se ocupó de inmediato con llamadas telefónicas, como lo está en este momento.

De hecho se siente aburrido, realmente no entiende porqué su jefe necesita un asistente, si se las apaña más que bien él solo.

Lo único que ha hecho es traer café y galletas, sacar copias y entregar uno que otro documento.

Poco a poco sus párpados se sintieron pesados y más pesados, hasta que por fin se quedó profundamente dormido.

(...)

Después...

"Eh?" Dice Andrew incrédulo, o sea está en una cama! Arropadito desde la cabeza a los pies.

Si estaba en su escritorio...¿Cómo es que está allí? Y más importante, dónde está?!

De un brinco salió de la cama, de inmediato escucho pasos acercarse, provenientes de afuera de la "habitación".

Andrew sintió su corazón latir a mil, un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

_El secuestrador regresó!!!_ Dijo en su mente completamente alarmado.

Su frente estaba llena de sudor frío; entró en pánico, al escuchar la cerradura de la puerta girar, y lo único que alcanzó a decir..._JEFE!!! AYÚDEME!! ME SECUESTRARON JEFE!!!_ decía gritando a todo pulmón mientras corría por todo el lugar despavorido y muerto del miedo.

Al sentir la presencia de alguien ingresando, por mero instinto de supervivencia, tomó lo que estaba sobre la mesita de noche y por inercia lo arrojó a quien sea el que está detrás de él, acercándose.

_Auch!_ se escuchó la queja de dolor, _detente!_ dijo la voz aparentemente conocida, talvez demasiado, Andrew se alivio y se quedó helado al darse la vuelta _Chico loco acaso quieres matarme?!_ dijo su "jefe", quien tenía un rastro de sangre recorriendo su costado derecho de la cien.

(...)

_Bueno, me retiro Sr. Lian_ dijo el doctor, a lo que el azabache asintió.