El nuevo juguete del señorito
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Un relato del Enterrador
La mañana se presentaba soleada, los pajaritos cantaban en los árboles, no había ni una sola nube y parecía que la paz reinaba en el ambiente. Aquel era el día en que le entregué al señorito su primer juguete, su gatito predilecto. Era un gato que había sido maltratado por su familia, había recibido palizas, le habían arrancado trozos de pelo, e incluso le habían sacado las uñas. La familia lo abandonó y una protectora de animales lo acogió, yo contacté con la protectora y adopté al gato para el señorito.
Llegué a su habitación como cada mañana, me acerqué a la cama con la bandeja de comida y se la dejé sobre la cama, acto seguido fui a por la cajita del gato.
-Señorito...-susurré despertándolo.
Se despertó y se incorporó en la cama, pero no hubo respuesta, volvía a ser el de antes, parecía haber olvidado el arrebato del otro día.
-Le traigo su gatito.
Abrí la caja y el gato ni se inmutó, por el miedo, supongo. Intenté meter la mano a por él, pero el señorito me agarró del brazo y me detuvo. Acto seguido, me hizo una señal para que me fuera.
El señorito se quedó observando al gato, que le devolvía la mirada desde el interior de la jaula. Normalmente, mantener la mirada fija en otro significa para los gatos un desafío, pero algo de la mirada del señorito hacía que el gato no sintiera que lo estaba desafiando. El gato veía a través de él, veía su dolor.
Cuando volví al cabo de una hora, el señorito había vuelto a la cama y se había comido el desayuno, pero vi algo que me sorprendió bastante, el gato estaba acostado sobre su pecho dormido, en dirección a la puerta. Era imposible... El gato acababa de llegar, ¿cómo se había acostumbrado a él tan rápido? Así era, el gato se hizo inseparable del señorito desde el primer momento. Jamás se separaba de él, comían juntos, iban juntos al bosque, se duchaban juntos y hasta dormían juntos. Desde que llegó el gato el señor parecía algo más animado, aunque seguía sin mirar a la cara y sin sonreír, pero me daba la sensación de que estaba muy contento con el gato.
-Gilbert, ¿sabes una cosa?-preguntó mientras comíamos.
-¿Qué, señor?
-Cheshire-que así le puso al gato-es mi caballero negro (el gato era negro), mi guardián. Estoy muy contento-me contó mirando el plato.
-Qué bien, Al fin encontró su "conejo blanco", ¿no es así?
-No. Cheshire no me guiará, Cheshire me proporciona una falsa felicidad. Al igual que el de Alicia, no intenta guiarme, sino confundirme, aunque en sus confusiones se esconda la verdad.
La verdad es que yo no entendía muy bien lo que decía, pero si él se entendía supongo que estaba bien. El señorito parecía feliz y así pasaron varios meses más. Entonces llegó el día del cumpleaños del señorito.
-¡Felicidades, señorito!-exclamé alegremente.
Intentaba ponerme alegre porque aquello era de lo más deprimente, solo estábamos en la mesa del jardín con una tarta sobre la ésta él, el gato y yo. Él miraba al gato, que estaba en su regazo, y yo me dispuse a cortar la tarta.
-Dime una cosa, Gilbert. ¿Qué significa sonreír?
-¿Que qué significa sonreír? Pues... supongo que un estado de alegría, felicidad y júbilo, ¿no cree?-respondí pensativo.
-He olvidado cómo sonreír-murmuró mirando al gato.
-Oh, ya verá como no es así. ¡Pronto estará sonriendo otra vez!-sonreí intentando quitarle hierro al asunto.
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El nuevo juguete del señorito (Yaoi) (+18)
RomanceCristian Martín es un joven gamberro de un pueblo perdido de la costa española. Un buen día, mientras va con sus amigos a la playa recibe una "invitación" y acaba en la isla Trash, donde le espera la peor experiencia de su vida, convertirse en el ju...