Agape [ALFER]

Capitulo 1

I tear my heart open,
I sew myself shut
My weakness is that I care too much
And my scars remind me that the past is real
I tear my heart open just to feel **

Ali Vefa: 18 años.

Alumno: irregular.

Área: pintura.

Notas extras: padece Hafefobia, desarrollada a raíz de ser testigo –desde temprana edad– del maltrato físico que su padre hacia su madre...

Ferman sintió su ceño fruncirse y sus manos cerrarse en puños. No tenía ni idea qué era lo que había hecho mal; ok, había asustado al pobre chico y debido a eso su pintura se arruinó, cualquier artista se enojaría, pero es que el chico no estaba sólo enojado, se había puesto pálido y después de un tono verdoso y enfermizo, parecía a punto de vomitar, sus ojos muy abiertos, todo él temblaba y miró lo horrorizado.

«—Disculpa –Ferman había dicho de nuevo, preguntándose si tal vez el chico no hablaba español y no lo entendía, ¿o podría tener problemas de otro tipo?

Había un área de psiquiatría que se apoyaba mucho en las artes y Ferman era relativamente nuevo en el Instituto... Tal vez él era un alumno especial y no lo sabía.

Pero es que nadie le había informado que el aula donde él daría clases estaría ocupada.

El chico se veía cada vez más asustado. Sus labios –con una mancha dorada bajo ellos, ahí donde se había tocado antes– temblaban. Y Ferman, tal vez inconscientemente, había dado un paso más cerca, su mano extendida...

Y eso sacó al ojiazul de su shock. —¡NO! –su grito incluso hizo saltar a Ferman–. No, no, por favor –y había salido corriendo, sin decir más, sin tomar ninguna de sus cosas.»

Ferman suspiró y negó, sintiéndose culpable aun cuando no había sido su culpa, no fue intencional. Él no sabía hasta que corrió tras él y se encontró con Natasha, una de las profesoras de música, y ella preguntó qué le pasaba.

—No sé –y de verdad no sabía–. Yo sólo quería decirle que mi clase está por comenzar, traía auriculares, lo asusté, su pintura se arruinó y...

—¿Qué le dijiste?

—¡Nada! Ni siquiera me escuchó, yo sólo toqué su hombro entonces y...

"Sólo". Ahora se sentía estúpido. "Sólo eso".

Dejó el archivo a un lado y abrió el navegador para buscar más sobre esta fobia, que antes de Ali ni siquiera sabía que existía...

Se saltó de momento la sección de "Causas" porque, por el expediente de Ali, podía imaginarse algunas.

Pero... ¿Lo síntomas?

Había un listado:

Incomodidad. Transpiración. Boca seca. Náuseas. Palpitaciones del corazón. Boca seca. Mareos. Pánico. Entumecimiento. Sensaciones intensificadas. Dificultad para respirar. Tensión muscular. Rigidez. Pánico. Hiperventilación...

Sus labios se fruncieron, recordando al chico mirarlo con esos enormes ojos azules, tan abiertos pero desenfocados, no sólo por las lágrimas. Probablemente Ali ni siquiera lo escuchaba, simplemente estaba en shock, quería huir, huir de aquello que le hacía mal, pero no pudo hasta que Ferman intento tocarlo de nuevo.

Ferman volvió al expediente.

Días de asistencia: Lunes, miércoles y viernes. Sábados ocasionales.

—Espero que vengas el miércoles, Ali. No era mi intención –echo una mirada hacia la pintura. Habría sido perfecta si no fuera por su culpa.

Se acercó lentamente, se había prometido disculparse con Ali e intentar arreglar el malentendido. Tal vez podría comenzar con su lienzo.

* * *

Ali estaba recostado en su cama, todavía temblando. Llevaba desde el día anterior encerrado en su habitación, no había comido ni salido desde que llegó de la Universidad.

Abrazó sus rodillas con más fuerza.

Podía recordarse en la misma posición –fetal–, sus rodillas contra su pecho y sus manos cubriendo sus oídos. Y aun así llegaban, los sonidos llegaban, su mamá decía "No, no" y él seguía...

En una ocasión no pudo más y se atrevió a salir.

Su madre estaba bajo su padre...

Ali se llevó ambas manos al rostro, sintiendo de paso la rigidez bajo su labio, ahí donde la pintura se secó. También la humedad cálida de sus lágrimas.

—No, no, por favor –él le había dicho al hombre aquel, igual que su madre a su padre.

No. Y el chico venía de nuevo hacia él.

¿Por qué? ¿Por qué?

—¿Ali? –era su madre. Su madre que todavía estuvo años aguantando a aquel monstruo–. ¿Ali, estás bien?

Ali puso la almohada sobre su rostro. Su corazón acelerado, su hombro ardía, sentía que no podía respirar.

"No, mamá, noestoy bien. Y tú bien lo sabes".