Me importas tú,
Tú sí escribes muy bonito,
Para ti soy libro abierto,
Escribe en mí "Te necesito" 🎶Ali estaba sentado en el Aula de Pintura, junto a los anchos y altos ventanales, parecía un ángel, un ángel que claramente sufría.
Había dejado de pintar porque algo faltaba, la inspiración hoy no llegaba. Y no, definitivamente no tenía nada que ver con que el maldito profesor insoportable no diera clase hoy.
Había dejado su lienzo cuando se dio cuenta de que definitivamente hoy no lograría nada. Era cerca de medio día, un día lleno de luz, demasiada luz. Se sentó de espaldas a los ventanales, de modo que sentía los rayos cálidos acariciar su piel –al menos el sol sí podía tocarlo, pensó amargamente– y miró los lagos de claros que se formaban en el piso del salón.
Fue cuando una mancha en su mano derecha llamó su atención que todo salió de control. Comenzó simplemente pasando su pulgar sobre ella, sintiendo la textura diferente de su piel ante la pintura seca. Para después tallar, todavía suave pero insistentemente, tratando de quitarla. Y, finalmente, lo hizo con tanta fuerza que su piel enrojeció y se rompió, manchas escarlata mezclándose con los restos de pintura.
No había notado las lágrimas en sus ojos hasta que alguien se sentó a su lado –aunque sin llegar a tocarlo– y le provocó un parpadeo. La humedad acumulada ahí resbaló entonces.
Era tan patético.
Llevó su mano izquierda, porque la derecha ya ardía, hasta sus ojos. Y aun así vio como una, de unos tonos más oscura que la suya pálida, se estiraba y después caía.
La voz le conformó quién era: —No los talles y mucho menos con tus manos llenas de pintura y químicos, los va a irritar.
Ali gruñó suavemente. Siempre sabelotodo.
—¿Y quién lo va a hacer por mí? —no pudo evitar la amargura en su voz—. ¿Tú?
Ferman se encontró con esos ojos azules que más que un desafío, como lo hacía con sus palabras, parecían una súplica.
"Ojalá pudiera, Ali. Ojalá pudiera".
"¿Tal vez algún día?"
—Simplemente no lo hagas —dijo en lugar de lo que había pensado, porque seguramente Ali se molestaría—. No seas un niño.
Ali mordió sus labios y deliberadamente no lo miró. Él no era un niño, ya no. Tenía dieciocho. Y seguramente pronto, muy pronto porque ya no era un niño, superaría esta estúpida fobia...
—¿Sabes? —Ferman lo dijo cuando notó las manos de Ali temblar y las lágrimas, que seguramente él mismo no notaba, resbalar por sus mejillas enrojecidas— tener problemas no nos hace débiles. Al contrario, ¿quién crees tú que es más fuerte? ¿Aquel que ha caído varias veces y siempre se levanta o el que no sabe lo que es caer? Todos tenemos nuestra propia cruz que llevar...
Ali le gruñó un poco más. ¿Qué sabía él?
Ferman, que había estado poniéndose de pie, se movió tan rápido entonces que Ali se paralizó al pensar que lo tocaría, casi se imaginó –y deseó, maldita sea, deseó– sus manos apretando sus brazos o sus hombros, con tanta fuerza que dolería, pero lo estaría tocando y era lo importante. Podría soportarlo sólo por sentirlo. El mareo, las náuseas, incluso su corazón volviéndose loco...
De cualquier manera su corazón ya estaba enloquecido ahora, sólo por tenerlo en cuclillas frente a él. Ferman nunca lo tocó, no lo obligó a mirarlo y aun así Ali no podía apartar la mirada de esos ojos que debido al sol parecían cambiar a oro, plata, marrón... ¿De qué color eran realmente los ojos de Ferman Eryiğit?
Ali quería ser capaz de tomar su rostro y acercarlo hasta poder comprobar el color de su mirada.
—¿Qué sé yo? —la voz ronca de Ferman retumbó en su pecho y Ali se encogió, aunque era imposible alejarse más, su espalda ya estaba contra los ventanales. Ni siquiera había notado decirlo en voz alta—. Las personas no vamos con una sinopsis para que los demás la lean, Ali. Tal vez algunos como tú, y no me burlo, son más fáciles de leer que otros, pero no significa que los demás seamos un libro vacío. Antes de hoy, todos llevamos muchas páginas ya escritas y si no te tomas el tiempo de leerme, no puedes juzgarme.
La boca de Ali se abrió, demasiado sorprendido por sus palabras, ¿por qué Ferman no se burlaba o lo compadecía como los demás? ¿Por qué Ferman lo enfrentaba?
Y quería pedirle no irse, porque Ferman ya se estaba poniendo de pie, pero no sabía cómo. Era la primera vez que en vez de gritar "No me toques" quería rogar un "No me dejes".
Ferman no dijo nada, sólo dejó caer una tarjeta antes de salir del aula.
Ali la tomó antes de que tocara el piso, estaba tibia todavía por descansar en la cartera de Ferman y también –Ali se llenó con esa idea– por los segundos que pasó entre sus dedos. La leyó y tardó unos momentos en entenderla: era una mezcla entre un desafío y una invitación.
Y Ali, tan raro en su vida, se encontró sonriendo.
Él iría, ¿no?, sólopara demostrarle a Ferman que no tenía la razón.
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Agape [ALFER]
FanfictionHafefobia: miedo a tocar o ser tocado. Ali, con 18 años, padece Hafefobia y pasa su tiempo libre pintando. Ferman, con 23, es un profesor de arte que toca a Ali sin saber lo que eso desencadenará...