INTRODUCCIÓN

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Geisha, el termino geisha no solamente es una palabra, dentro de ser unas simples letras, tiene un significado profundo. Una mujer con modales, valores, y un estándar alto de belleza. “La delicadeza llega ser demasiado dura”, nosotras somos la vil representación de esta frase, nuestra historia no es solo ser unas mujeres de vida galante como tantos mencionan, nosotras llegamos a otro punto, llegamos al arte del cuerpo femenino, la danza delicada de una pluma, y al delicado lenguaje, como una poesía improvisada. Fuimos entrenadas para esto, pero no fue simple para algunas; soy Kazue, una geisha, la geisha más joven de toda la casa de geishas, tenía solo 15 años cuando fui entregada, cambiada por dinero y transferida a esta casa, cruelmente la líder de aquel lugar me dijo que mi aspecto no era para nada lindo, muy diferente a las demás chicas que estaban ahí ¿Sera porque soy muy joven? Me pregunte a mí misma. El trato que me daban era rudo, pero no podía hacer nada para evitarlo. Los gritos de esas mujeres no se comparaban con la delicada, bella y pálida cara que portaban; a esa edad pensaba que si alguien les quitase esa linda mascara de porcelana que llevan como rostro, habría un monstruo rojo vivo dentro de ellas, pensar en eso me hacía feliz, me hacía distraerme de todo lo que no me gustaba. En un día soleado, las flores gritaban alegría los cerezos movían sus hojas rosas para caer en cualquier lugar y decorar el suelo y tejado de las viviendas; la señora que habitaba frente nuestra casa no le agradaba tanto como a mí, así que barre con rudeza los pétalos rosas y las aparta del suelo todos los días, es lo que veía diariamente por las calles, cuando salía a caminar con las demás geishas, yendo detrás de la mayor. No me percataba que, a lo lejos, un señor de una edad mayor me miraba de una manera diferente que a las demás, hasta en un día de marzo de 1815; el hombre se acerca a hablarle de una manera elegante a la geisha mayor. Su dialogo era incomprensible para la distancia en la que estaba estática, la jefa solo me miro, con unos ojos llenos de envidia o enojo, no pude comprender bien su mirada; volvió a voltear hacia el hombre mayor diciendo con firmeza, “Lo tomare en cuenta, pero será para después”. El hombre asintió e hizo una reverencia de agradecimiento, antes de perderlo de vista, pude ver su rostro viéndome con una sonrisa de oreja a oreja, pero no era una sonrisa amigable, sino perversa. Regresamos a casa, y yo me quede con un nudo en la garganta, quería preguntarle a la mayor ,¿Qué quiere de mí? Pero sabía que saldría regañada o insultada por ser una niña tan curiosa, porque una geisha no debe ser así, si claro.

La Geisha PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora