Dolor sanado

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Volví, volví a tener conciencia, volví a sentir el enorme peso de mi cuerpo, mi vista estaba nublada, pero cuando la recupere, vi mis manos llenas de sangre ajena, asustada, y con las manos temblorosas mire frente mío, estaba el cadáver del señor Jun, con una cara de terror como si hubiera visto un demonio antes de morir, estaba eviscerado, tumbado en el suelo, quería gritar de preocupación, pero no me salía ni una nota de voz, me aleje de su cuerpo con rapidez, y me di cuenta que la casa en la que me encontraba, no era en la que solía vivir  ¿Qué había hecho?  Mas bien, ¿Qué había hecho ella? Mi desesperación era grande y aumento cuando alguien toco la puerta de aquella habitación, pregunto por el mayor; mis emociones fueron tantas, que solo pedía un milagro para que nada sucediera, una mezcla de asco, ardor y una pizca de venganza recorría mi cuerpo, lo único que podía hacer, era fingir haberme desmayado. Rápidamente tome una posición en el suelo digna para un escenario de un crimen, y el hecho de que mi cuerpo estuviera lleno de moretones de una procedencia que desconocía, logro que el escenario se viera aun mas realista. El consejero del señor Jun entro a la habitación, y al igual que yo, se quedo petrificado por lo que veía, trato de decir algo, pero el tartamudeo hacia incomprensibles sus palabras, el consejero salió corriendo del cuarto para avisar lo que había sucedido, después de eso, vinieron autoridades a ayudar con ello, las sirvientas, del señor Jun estaban asqueadas al punto de vomitar por lo que sus ojos veían, me llevaron a el único hospital del pueblo, y ahí decidí que debía dejar de fingir, entreabrí mis ojos, solamente para ver a la enfermera y a la Geisha Mayor, que tenia una cara preocupada, nunca la vi poniendo ese rostro, mucho menos ante mí, abrí mis ojos por completo y la enfermera me hizo un sinfín de preguntas que por mi estado se supone que no tendría que responder, así que fui la primera en preguntar, ¿Dónde estoy?, la enfermera respondió a mi pregunta, la cual lógicamente yo ya sabía, me levante de la manta fingiendo dolor de cabeza. En ese momento, entro un señor joven y apuesto, me miro amenazante, como si supiera que fue lo que paso. “Lamento las molestias, pero tengo que conversar con ella a solas”, sabia que iba a hacerme preguntas de lo sucedido, la geisha y la enfermera salieron de la habitación y yo me quede con él; para mis ojos, él era un tipo lindo, pero para él, esto no era ningún juego del amor. Comenzó la primera pregunta con un suspiro y una mirada clavada a mis ojos, supongo que era para intimidarme, pero siendo una chica atontada no fue así en mi caso. “Dime, ¿Qué sucedió? Eres la única la cual estaba de testigo… Y también de sospechosa”, tuve que improvisar algo, y muy rápido, me prepare emocionalmente para hacer un drama y comencé a hablar con cuidado de no soltar ningún acontecimiento que después olvide:
“El señor Jun y yo estábamos en esa habitación porque, él me dijo que me enseñaría un kimono que el mismo me compro, pero… Alguien forcejeo la ventana y entro a la fuerza, no pude ver su rostro, el señor comenzó a luchar para poder protegerme, pero fue en vano, la persona lo atravesó con una rama, muy filosa, el señor camino hacia mí para raptarme, y yo simplemente forcejee, me tiro al suelo y me golpeo hasta dejarme inconsciente”. El joven señor se quedo callado, mirando como derramaba lágrimas, parecía no haber creído nada de lo que le describí, se acercó a mi rostro, y con su mirada tenebrosa murmullo, “No creas que, por ser una geisha, caeré en tu vil mentira, tal vez los demás te crean, pero yo no, confiesa ahora o serás carnada después”. Sus palabras tan serias me hicieron bajar la guardia, pero no por completo, de nuevo derrame falsas lagrimas recorrieron mis mejillas, “Soy una geisha novata, que tiene que cuidar mi reputación, y era casi la amada del señor Jun, ¿Cómo me cree capaz de hacer algo así?”. El señor no quiso lidiar más conmigo, así que se levantó y se retiró, mi llanto se volvió verdadero de la desesperación que sentía, ya que, si el se daba cuenta de lo que hice, no habría vuelta atrás. Desde el rincón de la oscuridad una carcajada tenebrosa me hizo parar de llorar, era Maiko, que se reía desquiciadamente por lo que hice, no, por lo que ella hizo, era un ser sin sentimientos, aunque no tenia por que quejarme de ello, no sabía si era humana. “Bien hecho Kazue, bien hecho, evitaste tus problemas, pero solo temporalmente”; estaba enojada, roja de la rabia que sentía ante ella quería ahorcarla hasta que se quedara sin aliento, pero ni siquiera eso era posible, “¿Por qué me haces esto a mí? ¡Hazte cargo de tus propias consecuencias!”, ella me miro con su perversa sonrisa, y me dijo feliz y tranquilamente “Es lógico, no es mi cuerpo, lo cual… yo no lo hice”, dijo mientras retocaba su elegante peinado, “Además, es tu culpa desde un principio, tu cerraste un trato, y mírate, ahora tienes un amor a primera vista, ¿Qué acaso no te interesa lo que acabas de hacer?”, un gesto de tristeza invadió el rostro de Maiko de una forma sarcástica, yo no podía atacarla, por una parte tenía razón en que acepte su trato, pero no me dio ninguna condición y tampoco me explico la razón. “Eres una tramposa…”, murmure antes de que ella se esfumara, como lo acostumbraba a hacer. La enfermera entro al cuarto, y tuve que mantener mi postura de “chica triste”, no me gusta mentir, lo detesto, pero era una ocasión de vida o muerte.

Pasaron los días, las geishas y la mayor no sospechaban nada, solamente el detective que deambulaba por la calle era una belleza para mis ojos, pero para mis secretos no, tenia que mantenerme firme ante cualquier situación, tenia que ganar su confianza, para acercarme a el y para olvidar lo sucedido. Un día mientras caminábamos por el pueblo, el agente se acerco a la geisha mayor para dialogar con ella de algún asunto, aunque susurraban, mi impulso me obligo a escuchar lo que sucedía, y me quede impactada con lo que conversaban; al parecer el señor Jun era un hombre de buen ver, así es, pero el compraba a las geishas, y su sed de homicidio la reflejaba en ellas, las ahorcaba con los listones de sus propios kimonos, que el mandaba a hacer, uno especial para cada geisha que lo visitaba; después los esculpidos cuerpos de las geishas eran envueltos con el kimono que el les regalaba, era una muerte impactante, y la geisha contuvo las lagrimas de cada geisha que no regreso a la casa por esa misma razón; probablemente el hecho de ser un  hombre rico, le cubría cada uno de los asesinatos que cometió, de pronto escuche el nombre de Maiko entre la conversación, me quede boquiabierta, no pude escuchar que asunto había con ella, pero mi curiosidad aumento, y no podía quedarme con las ganas de preguntarle. Ese mismo día, me dispuse a buscarla, trate de hablar con ella, la busque en el jardín, en mi reflejo que aparecía en mi espejo, intente comunicarme con ella, pero no hubo respuesta alguna, tras mi desesperación por saber que sucedía, le hable a la nada esperando una respuesta “¿En dónde estas? Lamento haberte culpado, está bien todo es culpa mía, solo dime qué relación tienes con el señor Jun, te dejare en paz...” Pensé que no recibiría ninguna respuesta, sin embargo, ella apareció, “Ya te lo había dicho, somos iguales, no quería que terminaras como yo, ahogada en el rio más cercano de tu pueblo, desnuda y a la vez envuelta con tu kimono favorito. En ese tiempo el señor Jun era lindo, pero el no sentía lo mismo por mí, el solo quería satisfacerse así mismo” hizo una reverencia y continuo, “De igual manera, gracias, fuiste muy amable al hacerme ese favor, no volveré a molestar a nadie más”. Me miro con una sonrisa amigable, antes de desaparecer como siempre, pero esta vez, dejando pétalos de cerezos en su camino, desde ese día no la volví a ver, el agente no sospechaba mas de mi, doy las gracias a Maiko por haberme dado la bendición de suerte en la vida, no volví a tener ningún inconveniente con nadie más, también decidí escapar del pueblo, y comenzar otra vida, con otro nombre y otro aspecto.

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2022 ⏰

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