4. - 🌷 ¿Tú En Un Escenario Omo?

574 4 2
                                    

Esto es un intento de escrito erotico, con intención de hacerte fantasear e imaginar. Por favor disfrutalo mucho, es la única norma antes de leer esto. No será muy largo pero trataré de hacer que lo disfrutes <3
Pd: en esta historia nuestra víctima será mujer, pero tal vez después haga uno donde es hombre 👀

꒰ :🌸 ︿︿،، ♡ ⏧·₊̣̇. ❵ ﹏﹏﹏ "♡ᵎ꒱ˀˀ ↷ ⋯


Ahí estabas tú. Siguiendo sus pasos. Sintiendo la calidez de su palma al rededor de toda tu mano yendo hacia un destino que poco a poco comenzabas a reconocer, no era más ni menos que su salón de clases. Te había llevado hasta ahí,"para darte una sorpresa" mencionó ella, y aún cualquiera de las mil cosas que había en tu cabeza te emocionaban, pues lo que sea que te diese esa chica que tanto amabas estarías indudablemente contento con ello. Por cada paso que daban y cada centímetro que se acercaban a ese salón de clases, ahora vacío por el final de estas, tu emoción incrementaba de una manera que te hacía sentir chispas.
Y por fin estaban ahí, habían llegado ambos a su destino, aunque ya estabas emocionado, cuando ella cerró la puerta del salón y se acercó hacia ti, lo estuviste más que nunca en todo el día. Tu sentías los nervios aumentar con medida que se acercaba cada vez más, hasta que por fin estaba ella, enfrente de ti, lista para darte ese anhelado obsequio que venía mencionando ya minutos atrás, que en tu mente se veían como horas por la impaciencia de saberlo.
Y ese preciado regalo, no era más ni menos que la correspondencia por fin del amor tan dulce y puro que sentías por ella desde hace ya un largo rato atrás.
Una sonrisa no pudo evitar hacerse notable en tu rostro, y crecer con medida que ella se acercaba a ti y juntaba sus suaves labios hidratados de su gloss favorito con los tuyos, separandolos inmediatamente después y dejando un resto sutil de sabor a cereza en tu labio inferior.
Fué cuando tú le preguntaste, no sólo eso, le pediste y anhelaste que estuviese a tu lado, que fuera tu novia, que por fin pudiera estar en tus brazos. Ella por supuesto dijo que sí. Ahora, tenías una clase de permiso para proponerle hacer cosas a su lado, inmediatamente te sentiste feliz y confiado, preguntandole si le gustaría hacer algo después de la escuela. Ella por supuesto te dijo que sí, y ahora tenían que planear bien a dónde sería su primera salida romántica.
Y después de platicar un rato, sentados en unas bancas de ese salón de clases, tomados de la mano como tortolitos, por fin llegaron a un acuerdo con el cuál ambos estaban en paz.
Después se levantaron, dispuestos a salir, intentando abrir la puerta de ese salón, pero fallando en todos los intentos que hacían.
Ella hizo una expresión que denotaba inconformidad, tú le dijiste que no estuviese tan preocupada, una solución a ello debía haber. Aunque ella te respondió con una sonrisa y acertando con la cabeza, la sutil caída en sus cejas aún era notoria.
Te quedaste pensando un momento que podían hacer, el primer pensamiento que te venía a la mente era usar la fuerza bruta, pero querías pensar de una manera más calculadora. También optaste por gritar por ayuda, conseguir algo con que abrir, estuviste parado un buen rato pensando que hacer. Cuando menos te diste cuenta, tú novia estaba de nuevo sentada, posando una pierna encima de la otra dejando resaltar levemente su suave piel. Te sentaste a un lado de ella y preguntaste que podían hacer, sin hacer contacto visual ella te respondió que no sabía, y después se colocó el cabello de enfrente detrás de sus orejas. No volvió a decir nada más, inmediatamente intuiste que estaba fastidiada por esa situación, y es entendible, era hora de salida y era probable que ya estén ahí solamente las personas que se quedan hasta que cierren la escuela por completo. Baja la taza de probabilidades de encontrar a alguien a pocos metros que los ayude. Pero tú no perdiste la fé, te levantaste de ahí y después volviste a tocar la puerta fuertemente con tus palmas, hablando fuertemente pidiendo por ayuda, después, ella te sugirió gritar. Realmente no entendías la prisa de salir de ahí, pues estuviesen donde estuviesen, igualmente tu estarías feliz a su lado.
Pero tal vez tenía que irse a casa, o tal vez no quería perder tiempo para su primera cita, realmente no sabias. Pudiste ver su pie derecho temblando un poco, así que decidiste que era tiempo de calmarla, no había que estar apresurados por nada. Te acercaste y le mencionaste que está todo bien, mientras acariciabas su cabello, ella te respondió solamente con una sonrisa de nuevo, pero nada más.
Después la viste cambiar de posición sobre su asiento. Eso te dió un mal presentimiento, ella lucía incómoda, temiste que por un momento pensara que querrías hacerle algo, al estar ambos solos y para rematar encerrados en un salón de clases. Pensaste acercarte a ella y aclarar cualquier malentendido, pero ya lo habías intentado rato atrás, creíste que sería mejor mantener tu espacio, pues no querías que ella pensara nada más.
Así que trataste de buscar alternativas para abrir la puerta un buen rato, primero intentaste con un lápiz, después trataste de jalar la puerta, después golpearla con intenciones de abrirla, meter un alambre a dónde va la llave, una tarjeta. Nada funcionó, colocaste tus manos sobre las rodillas mientras descansabas respirando cuando tu vista subió y tus ojos se posaron sobre tu novia. Estaba sudando, sus mejillas estaban ligeramente carmesí, algo húmedas junto a su rostro en general, sus piernas estaban más cruzadas que antes y él temblor en su pie ahora se encontraba en ambos. Estaba cerrando los ojos, mientras respiraba algo fuertemente, como si estuviese tratando de mantener la concentración en algo. Al principio, pensaste que simplemente se trataba de ella buscando soluciones, también. Pero algo en ti creía algo más. Después de mirarla con atención de pies a cabeza unos segundos, diste un pequeño brinco, te sonrojaste y despegaste la mirada al pensar que, tal vez, podría tratarse de una situación sanitaria. Te regañaste a ti mismo por pensar eso, tu mente pidió por que eso no fuera, pero tu subconsciente estaba despertando, y eso lo podías notar al quedarte viendo a la nada, sonrojarte e inmediatamente después hacer algún tic nervioso. Ahora no podías verla sin recordar que habías pensado eso, y sentirte algo sucio contigo mismo.
Te sentiste incómodo de estar luciendo sospechoso, comenzaste a sobrepensar si estabas siendo muy obvio, y también en cómo actuar, hasta que decidiste calmarte, quedarte ahí no iba a servir de nada. Volviste a verla, esta vez sin apartar la vista de ella, esta vez bien convencido de descubrir que le sucedía, de ser eso que creías, entonces simplemente tú la ayudarías ¿Qué más? Te conocías y sabias que podías poner límites a ti mismo. Por supuesto, es más fácil decir que hacer. Me refiero, estarías demasiado nervioso de ser así y eso no sería bueno. Pero te tranquilizaste, a ti y a tus pensamientos repetitivos, te acercaste a ella y le preguntaste que pasaba. Una de sus manos apretaba su falda con fuerza, pero sin llegar a su entrepierna, tragaste saliva y esperaste por su respuesta. Respuesta inútil. Ella te menciono que nada le sucedía. Intuiste, al ser tan experto en el tema, que ella no quería que tu supieses. Pero ¿Por qué?
Estabas algo indeciso de preguntarle si necesitaba ir al baño, pero cuando posó por fin una mano en su entrepierna a través de su falda, no tuviste duda alguna. Era eso. Ella tenía que orinar. Intentaste tocar el tema con ella, pero no pudiste evitar tartamudear al preguntarselo. Fue cuando ella ya no pudo negarlo. Acto seguido, le preguntaste porque no quería decirte nada. Te dijo que al ser su primer día de novios, no quería que vieses cuán impaciente se podía poner cuando necesitaba ir al baño. No quería estar en esa situación, y quería solo salir de ahí y pasarla de largo.
Después de que ya sabías su situación, ella se levantó de la silla con una mano en su entrepierna y se puso a golpear la puerta con fuerza, más fuerza que tú, realmente desesperada porque les abriesen. Pudiste ver que de pronto pasó de parecer cansada y fastidiada a tener mucha energía y realmente estar agitada. Desviaste tu vista hacia la silla donde ella estaba y tu cara se ruborizó con fuerza cuando notaste el pequeño charco que había ahí, cosa de pocos centímetros, tenías tanto en la cabeza, te sentías nervioso y también te sentías mal por ella, no sabias que hacer ni como actuar en lo absoluto.
Fuiste hacia ella y le dijiste tartamudeando que se sentara, para que se le facilitaran las cosas, que tu harías todo lo posible por abrir esa puerta. Ella te hizo caso, primero posó ambas manos sobre su entrepierna haciendo dos contracciones mientras temblaba y exhalaba con fuerza, después camino hacia una de las sillas. Cuando intentó sentarse, la silla se fué hacia un lado, ella cayó con fuerza al suelo, pudo posar las manos para no golpearse, pero inmediatamente las posó a su entrepierna junto a un fuerte gemido tratando de detener la mancha que se empezaba a formar en su falda y resbalaba por sus ligeramente rosadas piernas, cesando en algunos segundos, tu estabas realmente incrédulo, viendo todo desde tu punto de vista alto gracias a tu estatura, mientras ella soltaba un par de lágrimas, se tensaba y se ponía más roja que nunca.
Te intentó decir algo entre gemidos y jadeos, no pudiste percibir que por un largo rato. Hasta que por fin se hizo claro el mensaje. Era ella rogando porque la ayudases a levantarse, diciendo que no podía aguantar más, y tampoco se podía levantar por su cuenta. Le diste una mano, ella con mucha dificultad para retirar una de su entrepierna y con sus ojos bien apretados intentó sacarla de su entrepierna, inmediatamente al instante volvió a ponerla, estuvo unos segundos temblando e hiperventilando hasta que por fin pudo dártela y que la ayudes a levantarse. En ese momento se cruzó completamente de piernas mientras apretaba los extremos de su falda azul con fuerza, y jadeaba demasiado altamente.
Sentías que podías ver el aire que salía de su boca, se escuchaba tan fuerte y tan lindo a la vez, acompañado de vez en cuando de un gemido, esos sonidos de queja, exhalados por su hermosa voz, ahora con un ligero tono más agudo. Se dejó caer sobre el pupitre de una banca, este la sostuvo mientras ella apretaba con fuerza su entrepierna, rogando en su interior.
Tú viste esto e inmediatamente después intentaste abrir la puerta otra vez, la pateaste, volteabas a verla y te daba fuerzas para querer que ella salga bien de ahí y tú salgas con tranquilidad y dignidad. Aunque la de ella se arruinaría más que la tuya.
Ella estaba caminando con dificultad hacia a ti, parecería que quería decirte algo, pero simplemente no pudo, no salió de su boca, ahí no se presentaban más que gemidos de dolor y desesperación.
Cuando ella iba a empezar a hablar, ahogó un gemido y se dobló hacia atrás mientras presionaba con toda su fuerza su entrepierna, metiendo las manos entre su falda, se podía notar perfectamente la forma de sus piernas y entrepierna gracias a la presión que estaba aplicando.
Empezó a rogar, gemir y llorar con fuerza, el rubor le llegaba hasta las orejas e incluso su blusa también estaba algo pegada a su piel por sudar tanto de todos lados.
Le preguntaste que pasaba, mientras diste dos pasos atrás e intentabas posar tu vista en algo que fuese diferente a ella.
Pero no pudiste. Te quedaste mirando esa hermosa imagen que tenías enfrente, pensando en mil cosas por hacer, pensando en mil maneras de actuar y no hacer absolutamente nada más que quedarte estático.
Fué cuando su vejiga perdió la batalla.
En cuanto bajaste la mirada un momento, viste de un momento a otro la corriente bajando por ambas piernas y la falda terminando en un húmedo fresco, podías ver como sus muslos se tornaban brillantes y resplandecientes, mientras ella posaba un pie arriba del otro y tenía las piernas cruzadas de todas las maneras posibles intentando detener su cuerpo.
Se retorcía de lado a lado, mordiendo sus labios mientras gemia e intentaba hacer todo para calmarse, sin lograrlo, simplemente podían seguir escuchando el sonido del líquido caer al suelo que hacía muy buen contraste con el eco del salón vacío. Pudiste ver tu reflejo en el charco que iba creciendo del suelo, notaste cuán sonrojado estabas, tu corazón latía más rápido, aunque dudo que: estuvieses más sonrojado que ella y tu corazón latiese más rápido que el de ella.
El arte que tenías enfrente, de ver a tu amada mojando la ropa, sus piernas y el suelo, te era emocionante a leguas aunque cayeras en la negación al instante. Por alguna razón, empezaste a ver a todo tu al rededor, esto no era un sueño, esto es real, tu chica se estaba mojando desesperadamente justo enfrente de ti y cuando por fin te diste cuenta de lo afortunado que eras y lo desafortunada que era ella, diste un suspiro tembloroso.
Sus calcetas estaban mojadas, la orina había entrado un poco a sus zapatos escolares, su falda era un desastre y su piel parecía un espejo de tan mojada que estaba.
Ella terminó, soltando las últimas lágrimas, para después dejarse caer completamente y que las lágrimas comenzaran a salir de nuevo.
Estaba llorando y sollozando al mismo tiempo, a veces el aire se le iba de tanto que tenía por sacar, pues se sentía avergonzada hasta los huesos y no quería ver a nadie.
Ambos se quedaron estáticos y temblando, solo que tú no estabas en la situación de ella.
Ambos tenían vergüenza. Los dos corazones suyos compartían latidos, vergüenza de si mismos en polos opuestos, ella avergonzada por orinarse enfrente de ti, y tu avergonzado por pensar más a fondo y casi excitarte con lo que tenías en frente.
En ese momento, donde ambos estaban callados, temblando, incrédulos, sin decir nada, sentiste una especie de conexión especial con ella. Ambos estaban teniendo casi las mismas expresiones.
A la mierda todo, sentías como si estuvieses en el mejor momento de tu vida, probablemente un ser superior te castigaria por ser tan sádico, y pensar más allá sobre el sufrimiento de tu novia, con la cual llevabas un día. Pero no podías evitarlo.
Aún así, jamás le colocaste un dedo encima, hasta ahora, que colocaste una mano en su hombro, y estabas orgulloso de ello.
Colocaste una mano en su hombro, no hubo respuesta alguna, entonces te agachaste para abrazarla, ella solo continuó avergonzada. Pero ahora se sentía segura en tus brazos.
Por fin comenzó a quitarse las lágrimas, sollozando por última vez y diciendo unas palabras después de muchísimo tiempo. "Doy asco y debes estar increíblemente disgustado."

Amigo, eso era todo lo contrario.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 09, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Omovember 2022💗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora