Para los integrantes del equipo mexicano era incómodo tener a un técnico argentino, jugando contra la selección de argentina, entre ellos corría el rumor de que seguro los vendería, aún faltaban algunos minutos para iniciar el partido, pero viendo a los hombres que habían sido seleccionados, definitivamente estaban jodidos.
Ochoa tenía los ojos con un brillo peculiar, su mirada parecía perdida mientras masticaba un chicle tratando de calmar su miedo, el himno nacional siendo coreado por la hincha mexicana realmente hacía honor a su primer verso, parecía un grito de guerra. Sentía que la espectativa estaba en un molde muy grande, que el mismo no podía llenar.
El partido comenzó, evidentemente argentina se veía más seguro, los pobres jugadores mexicanos corrían detrás de el balón hasta que sus piernas no daban más, cambio tras cambio el partido se inclinaba más hacía argentina, hasta que lo vió...
Lionel corría con fuerza hacia el, sintió su corazón acelerarse, pues su Omega lo llamaba cariñosamente. Lástima que cuando estaba en la cancha los sentimientos del argentino se iban a la mierda, la pelota entro en la portería y Guillermo y apenas logro rozarla. El segundo gol no se hizo esperar, los mexicanos salieron abrumados del partido y no podían hacer más que esperar los abucheos de los aficionados, Argentina volvía al ruedo después de la humillación que le dio al país tricolor.
En las duchas, la tensión estaba al tope, sumándole el inicio de su celo, podía sentir que estaba al borde del llanto, pero no iba a hacerlo, llevaba demasiado tiempo perdiendo como para abrumarse por una vez.
— Omega... — Ahora no, no quería ver a Messi en este momento. — Lo siento tanto por metertela así, hiciste un gran trabajo.
— No deberías disculparte, es nuestro trabajo terminar así. — Pero su olor a tristeza lo delataba, Lionel si estaba preocupado, podía parecer que no, pero era un sensible de primera, y ver así al arquero lo lastimaba demasiado. — solo esperemos que no nos vaya tan mal.
— Déjame invitarle salir, o a comer, a dónde tu quieras. Pero no quiero seguirte viendo tan triste, permíteme consentirte. — Debido s su baja estatura, era difícil robarle besos a Ochoa, por lo que el argentino solía dejárselos en el cuello, justo como estaba haciendo ahora, llegando hasta a sacarle algunas risas a su pareja. — ¿Eso es un si?
— Nunca le diría que no al maravilloso Lionel Messi. — ambos salieron de las duchas, no había nadie afuera así que era seguro salir de esta forma. — ¿A dónde iremos?
La mirada juguetona del argentino le causó dudas, pero estaba dispuesto a jugar con el destino.
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"Secreto en la cancha" - Messi + Memo Ochoa (Omegaverse)
Historia CortaEntro bruscamente, no tuvo ningún cuidado de dañar ni un poquito su corazón, ahora Guillermo Ochoa siente que algo late cada vez que ve a Messi. Aún así, teme acercarse un poco más de lo debido, no quiere ser delatado, pero... ¿El amor no lo puede t...