-El plan ya está en marcha nada más tienes que distraerlo- dijo un híbrido de oso entre susurros debido al lugar dónde estaban.
-Claro wey yo soy experto en distracción- responde un mexicano inflando el pecho orgulloso teniendo una excelente idea de...
Era un día algo lluvioso, pocas veces se presentaban días así en karmaland pero cuando lo hacían era una tempestad horrenda en donde ni el mismísimo satélite y su esplendor tenían el control que tanto le gustaba
Ese día la hermosa luna estaba en la alcaldía haciendo la cosa más aburrida, papeleo, la luz del hermoso astro estaba neutral al igual que su cara, se tomaba muy enserio lo de la revolución, no le gustaba que su hermoso sol, la estrella que lo acompañaba en las noches lluviosas con sus bromas y juegos estuviera apagado para el
Odiaba no tener su brillo, pero sobre todo, se odiaba a el mismo por apagar ese brillo sin siquiera quererlo
Pero, estaba haciendo todo eso por el ¿No era así? Estaba arriesgando todo por su hermosa estrella, esa era la mentira más hermosa que se había hecho creer hasta ahora
Simplemente al llegar a su hogar vio las consecuencias de haber subestimado a su hermoso sol y no podía con ello
Lo necesitaba a el, a sus estrellas reluciendo, a sus amigos que no lo veían como una figura de autoridad como sus secuaces, deseaba y anhelaba al hermoso chico de sudadera azul quien había cautivado su corazón de tal manera, que si el le le pedía algo lo haría sin rechistar
Pero no podía darle la alcaldía, no ahora que esto había llegado demasiado lejos, sería sospechoso que se la otorgará de la nada así como así, necesitaba un pretexto o por lo menos que el mismo chico se la pidiera para retractarse de todo esto, pero el sol era orgulloso, eso lo sabía de maravilla
No le pediría nada, sería como implorar o rogar el puesto y una gran estrella ardiendo con hermosura, alzandose en lo más alto del sistema solar no se rebajaría a pedirle a el, una luna con dos caras que solo acompaña a los solitarios de la noche, a los rechazados por la sociedad o a los enfermos llorando de dolor a la oscuridad de la noche
No lo haría claro que no, y saber que era lo más obvio le partía el alma, no se podía echar para atrás por más que lo desease y eso no era justo para nadie eso lo tenía claro el hermoso satélite
Luzu quién pensaba que tenía todo bajo control sintió como algo caía de sus ojos a los papeles que tenía, la hermosa luna lloro marea de estrellas rodeada de una melancolía tan cálida y azul como el cielo ahora lleno de estrellas echas de la tristeza de un amor perdido
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El plan estaba en marcha, no habría nada que pudiera hacer después de hacerlo tomar vuelo, no habría vuelta atrás y eso le aterraba de sobre manera al azabache
Virgen santísima, pensó el susodicho al entrar a hurtadillas por el salón principal de esa alcaldía o bueno se intentó, unos guardias que iban pasando lo vieron atónitos, no pensaron que alguien entrara a la alcaldía a esas horas
-Conpermisito dijo Monchito- dijo el pelinegro mientas corría cruzando todo el salón principal y la recepción
-Soy el amor de su vida tengo más derechos que tú- afirmo el azabache mientas apartaba al recepcionista quien intento impedir su paso sabiendo en las condiciones que se encontraba el alcalde por culpa de cierto muchacho