Epilogo

63 9 5
                                    

—Estoy muy cansada, papá.. —me empecé a quejar con él —. Dile a Edan que me cuide... Por favor... —atraje su mano a mi cara, sintiendo mi piel caliente.

Sentía la cabeza pesada y al momento de levantarla, sentí que se me iba, como si mi cuerpo no tuviera peso, solo mi cabeza.

—Mejor yo te cuido Celia, Edan tiene que ir a trabajar —suspiré y entrecerré los ojos, los sentía super calientes.

—Tú igual, papá... —volví a cabecear.

—Pero tú eres mi responsabilidad, no la de él —me agarra las manos y las besa con mucha delicadeza —. El simplemente es tu novio, yo soy tu padre y yo velo por ti...

-¡Que puta estupidez! -se escuchaba del otro departamento, era la voz de Edan -¡no puedes dejar un minuto esta mierda! ¿¡o qué!?
-¡Que a ti te valga, no eres quien como para prohibirme!
-Por ti no tenemos para tragar, tus malditos vicios -realmente se escuchaba enojado, aparte de que Edan no le responde y mucho menos lo confronta.

—Edan ha de estar muy enojado como para gritarle a su padre —empecé a toser con fuerza y mi padre toma mi temperatura con la mano, estoy hirviendo en calentura —. ¿Te sientes bien? —le asiento, pero sé que me siento pésimo.

—Si, bien, puedo sobrevivir sola papá —niega y sigue sentado a mi lado.

—Si no se te quita en menos de una hora te llevaré al hospital, tú no eres de las que se enferma fácil, Celia —me sonríe —. Avisaré que no iré al trabajo, ya vuelvo.

Sale de mi habitación a hacer llamadas con sus jefes.

Cierro los ojos, y siento los parpados calientes, era muy obvio que no iba a poder sola.

Mi padre entra nuevamente y se queda a mi lado.

Han pasado veinte minutos y me sentía terriblemente mal.

Estaba llorando por la calentura, no podía estar a gusto, no me podía mover y mucho menos caminar.

Mi papá tuvo que llamar a la ambulancia por mi mal estado.

Tenia una calentura extrema, 42º, hace diez minutos tenía 38°.

—¿Me voy a morir..? —digo y mi padre estaba muy preocupado, mientras fruncía el ceño, no debía estar jugando con la muerte.

—¿Qué pas... —es lo último que escucho antes de perder la conciencia

Al abrir los ojos y estaba viendo todas las paredes blancas, sé que no estoy en mi habitación porque las de mi habitación son naranjas claras.

Veo a mi abuela y a mi padre en un  lado de la habitación, hablando entre ellos, pero cuando notaron que me desperté, se percataron en mí.

Me trate de levantar, pero no puedo.

—Tranquila, estarás bien —me abuela se acerca y besa mi frente —. ¿Verdad, Franco? —él solo asiente y sonrío.

Me siento rara, no esta Edan aquí, preocupado.

—Papá, ¿y Edan..? —pregunté y el solo me miró.

—Él.. está en su trabajo, me... —cambia sus palabras junto a una pequeña sonrisa —. Te prometió que vendría cuando saliera.

—Bien, espero que llegue pronto... Pero, papá, tengo hambre —le sonrío y él a mi.

—Iremos por algo, tranquila.

¥¥¥¥

Había llegado Edan, solo.

Se acerca a mi y me besa las manos.

Te quiero Celia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora