Prólogo

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EL DIA QUE MURIO

En la hora 12 del primer día de octubre de 1989, 43 mujeres de todo el mundo dieron a luz. Esto era inusual solo por el
hecho de que ninguna de estas mujeres había estado embarazada cuando comenzó el día. Sir Reginald Hargreeves, excéntrico multimillonario y aventurero, decidió localizar y adoptar a tantos niños como fuera posible.

El tiene ocho de ellos

La lluvia golpeaba contra la ventana, la luz de la luna brillaba a través de ella. Una joven se sentó frente al retrato de Número Cinco. Lágrimas silenciosas corrían por su rostro húmedo. Ha pasado una semana desde la desaparición de Cinco, afectándola claramente como nunca antes.
Abrazando sus piernas, apoyó la frente en las rodillas, limpiándose de vez en cuando las lágrimas que se le escapaban. La figura azul la miró con ojos tristes, sintiendo pena por la pobre niña.

“¿Por qué no hacemos un sándwich de mantequilla de maní y malvaviscos?” sugirió la figura azul, intentando animar a la chica. Ella lo miró, su expresión no cambió.

“No tengo hambre, Eco”. La niña respondió secamente, secándose más lágrimas. Echo sintió que se le encogía el corazón. Se acercó a la niña que lloraba y levantó su rostro.

Sus ojos se encontraron con los de ella, hinchados y llorosos

“Puedo hacer que el dolor desaparezca...” comenzó Eco.
“... pero tienes que confiar en mí.”

“Cualquier cosa sería mejor que esto”. Ella respondio. Eco le tomó la cara, todavía mojada por las lágrimas, colocando su frente contra la de ella. Una luz azul brillando desde el contacto. La luz cegadora iluminó la habitación oscura.
Luego desapareció lentamente.
De repente se quedó sin fuerzas, con los ojos cerrados. Su cuerpo cayó de lado mientras yacía en el suelo. Eco la había puesto en un sueño muy, muy profundo.
El día que se fue fue el día que yo morí.

Eco-  Número ocho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora