Había una vez una princesa encerrada en un castillo, desde que era niña le dijeron que debía esperar el momento en que el príncipe la rescatara, dicho personaje seria valeroso, fuerte, valiente y virtuoso, pero aún cuando no lo fuera la princesa debía pretender que así lo veía, por que era lo correcto después de que el príncipe se tomara la "molestia" de ir por ella. Como el noble hombre tendría que pasar por algunos inconvenientes obstáculos para finalmente encontrarla se merecía un premio y como no el honor no podía presumirse efectivamente, la princesa debía entregarse como trofeo a su salvador. ¡Hurra! El príncipe que la rescato de las garras de la terrible bestia y la libero de ese hosco castillo, la tomaba entre sus fuertes brazos y la llevaba a su propia morada para que fuera libre entre los limites de su reino.
Mientras tanto ella debía prepararse para ser la damisela ideal, siempre bella y empolvada pues de acuerdo a los cuentos de los Hombres los reyes abundan podría encontrarse a un aristócrata en cualquier momento, delgada y con buena postura, siempre ocupada pero nunca demasiado, con un inteligencia suave y no demasiado aguda cuidadosa de incomodar al caballero con temas impropios o que rebasen su astucia. El heroico hidalgo ha estado muy ocupado preparándose para lucirse en batalla por lo que necesitará ayuda para mantenerse con vida, sabe comer pero no cocinar, sabe dormir pero no preparar un lecho, sabe vestirse pero no ocuparse de sus ropas, sabe procrear pero no criar a los niños, se deberá ocupar la doncella de aprender todo esto si su prioridad es realmente ser rescatada.
Al princesa creció y algunos hombres que juraban ser hijos de los más celebres reyes, quisieron ir por ella, un par casi lo lograron pero apresurados e imprudentes no solo no lograron rescatarla, sino que la lastimaron, quemándola con el fuego del dragón del que escapaban, rasguñada por las espinas del seto que los rodeaba y el peor lastimándola con el filo de la espada que cargaba.
La princesa siguió esperando cada vez con menos optimismo a su caballeresco salvador, pero tenía que esperar, debía hacerlo, ¿que otra opción tenía?, no había un cuento de princesa sin el valeroso príncipe, no había felices por siempre sin el beso de verdadero amor. Y odio al enorme zarzal que rodeaba su castillo y maldijo sus gruesas ramas cargadas de espinas, odio también al dragón que infatigable dormía a lado de su fortaleza, que lanzaba fuego a los que se lanzabas espadas en alto hacia ella, los culpó del fracaso de los jinetes que agotados regresaban por donde habían venido o de los que al ver la complejidad de la hazaña volteaban la vista sin ni siquiera intentarlo.
El tiempo paso y el espíritu de la princesa decaía, hastiada y rencorosa por su posición, ya no cantaba, ni veía el amanecer con idilio, su corazón corría el riesgo de endurecerse por siempre, ennegrecido por no haber cumplido lo que ella creía era su propósito, sus ojos antes luminosos, se apagaban y si esto sucedía dejaría de ser damisela para ser gárgola, gris, encorvada y atroz. En el atardecer de los últimos días cuando los últimos reflejos de su mirada se extinguían un viejo halcón aterrizo derrotado en su terraza, desdichado contó el destino de su ama; princesa de un reino lejano, hermosa como la luz de las estrellas y encantadora como las flores de primavera, guiada por su bondad había derribado los obstáculos de su morada para que los príncipes no se lastimaran al aproximarse a ella. Pero la nobleza de esos hombres estaba en su titulo y no en su corazón cuando fueron a por ella, una batalla feroz dejo al más bruto de pie y a cargo de ella, la tomo como esposa, la llevo a una oscura cueva que el tenia por hogar y la obligo a servirle, no había amabilidad ni virtud en su trato, era mas hiriente que cualquier espino que alguna vez la rozo. Así, la princesa humillada y envejecida realizo el ultimo acto magnánimo del que era capaz, dejar ir a su único amigo para que volando contara su historia a las demás princesas, para que ellas decidieran que hacer con su tragedia.
La noble dama estuvo silenciosa un par de días, paso varios días en cama y se temía lo peor, hasta que un día resoluta salió de su castillo, el dragón abrió un ojo presto para detenerla sin intentaba escapar, pero ella se detuvo justo en donde estaba el gran seto de espinas observándolo con detenimiento por un momento, entrecerró los ojos preocupada y para sorpresa de todos empezó a regarlo, rodeo su castillo hidratando el enorme arbusto y cuando termino sonrió satisfecha. Los días siguientes hubo mas sorpresas, reparo las goteras de su castillo, pinto sus paredes, encendió las chimeneas, el gris fue remplazado por pasteles, el olor a humedad se transformo en lavanda. Hizo galletas e invito al dragón a tomar el té, le tejió una cobija y le pinto entre risas las garras.
De ahí en adelante entendió que el castillo era su hogar y no su prisión, cuando tenia ganas de salir subía al lomo de su leal guardian y volaban juntos a recorrer el mundo, no odio nunca mas las barreras y obstáculos que rodeaban su castillo, al contrario los aprecio y los cuido, sabiendo que no eran un peligro, sino su protección. No hubo jamás en el reino castillo mejor fortificado, ni uno mas hermoso, pues era un verdadero palacio. Tampoco era un lugar desolado, quienes tenían paciencia podían pasar la barrera sin clavarse ni siquiera una astilla, quienes actuaban con amabilidad ante la dulce dama regresaban solo con el recuerdo del suave calor que irradiaba el dragón, pero quienes intentaban entrar por la fuerza o se comportaban sin honor ante ella, terminarían apuñalados por las filosas espinas o con la piel chamuscada cortesía de la bestia que la defendía.
La princesa ya no esperaba un príncipe, si se presentaba alguno que pudiera atravesar los obstáculos y cuya cualidad de caballero no dependiera de la espada tal vez lo aceptaría, tal vez no. No quería un rescate, ni necesitaba abandonar su castillo, pero había espacio en su corazón y en su palacio para alguien mas, sabia que el dragón no tendría problemas con resguardar a otro corazón valiente, pero aún si el o ella no se presentaban sabia que su historia terminaría igual: "vivió feliz para siempre".
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Protejan su castillo amigas, no todos los que se acercan merecen entrar.
DISCLAIMER: Historia sin editar, tal cual la escribí la comparto, después me tomaré el tiempo de releerla y corregir lo que haya que corregir.
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Goteras y luces
RandomHistorias cortas escritas en un instante de inspiración. Fantasias y sueños para evitar la realidad solo por un momento.