🩰Capítulo 3🩰

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Camillo Coppola

Salí de casa de los Moretti tras mi encuentro con la menor de los Voronin, necesitando un cambio de aire.

Cuando llegué a mi destino, los gemidos llegaban como una melodía a mis oídos. El bullicio se arremolinaba a mi alrededor a medida que me adentraba en el lugar.

El olor a cuero, licor y sexo inundaba mis pulmones con cada respiración que daba.

Asmodeus era un sitio al que podían ir las personas que tenían «ciertas» preferencias sexuales. Como yo.

El BDSM —Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo— era un sistema que funcionaba como una relación sumiso–amo. Algunas personas disfrutaban ser sometidas y dominadas en el acto sexual, y había otras que disfrutaban dar las órdenes. Ese era yo de nuevo.

Llego hasta la barra y me pido un whisky en las rocas, y observo el panorama, analizando, acechando a quien sería mi presa esta noche. En ocasiones, me era difícil encontrar a una mujer que me siguiera el ritmo. Muy pocas lograban hacerlo, y cuando me aburría, era frustrante encontrar a alguien más.

Desvío la mirada hacia la tarima y observo bailar a las mujeres en ella, altas, morenas, castañas, pelirrojas... Yo quería algo más, buscaba a alguien más.

Bebo mi trago sin apuros, ella siempre se hacía notar, era como un destello de luz dentro de toda esta gente cubierta de mierda.

Bajan la intensidad de la luz en la tarima. Como en el resto del lugar, todos, incluyéndome a mí, dejan lo que están haciendo para verla.

Era lo suficientemente interesante como para obtener toda mi atención.

La lencería rojo sangre la hacía ver exquisita, los arneses en específico eran letales. Nadie más se fijaba en ellos, ya que había cosas más interesantes que observar, pero yo sí. Unas hojillas estaban incrustadas en ellas, nunca salía desprotegida.

Sonrío ante eso, nos divertiríamos muchísimo.

Dangerous Woman de Ariana Grande comienza a sonar, su gracia y sensualidad nos tenían hipnotizados. Toma el tubo con ambas manos y comienza a balancear sus caderas al ritmo de la música, desciende dejando a la vista más de lo que me gustaría que hiciera. El corsé en su pecho realzaba sus senos, levantándolos y haciéndolos más grandes de lo que eran. Había estudiado muy bien ese cuerpo, largas piernas, pecho pequeño, curvas pronunciadas y un trasero que ninguna bailarina debía tener.

Recorre su cuerpo con las manos y en un movimiento rápido eleva las piernas con ayuda del tubo para después cerrarlas alrededor de este. Tenía experiencia haciéndolo. Comienza a hacer piruetas, arcos, sus extremidades se estiraban hasta un punto en el que me hizo preguntarme cómo sería tenerla atada en mi cama, expuesta solo y únicamente para mí.

Desciende hasta llegar al suelo, cayendo con las piernas abiertas y el tubo entre sus piernas, las luces se apagan y con ello termina la canción.

Me voy a los camerinos a buscarla, nadie sabía quién era, los antifaces eran para protección de todos y me hacía preguntarme qué opinaría su papi sobre esto.

Estoy seguro de que mataría a todos los hombres en este lugar, no todos la habían tocado, pero muchos la habían visto.

La encuentro en uno de los camerinos, cambiándose. Ya no usaba la lencería, solo un vestido negro, uno que si fuera por mí, no usaría, al menos no aquí.

—Quién diría que no solo eres una excelente bailarina, sino que también se te da de maravilla el pole dance.

Aún llevaba el antifaz, pero yo sabía quién era, lo sabía desde el año pasado.

Huyendo de un mafioso © Libro 2 || [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora