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Samantha

Las pastillas para dormir no estaban haciendo efecto, todas las noches eran un sufrimiento, las pesadillas no la dejaban en paz.

Se despertó de golpe, aún podía sentir el miedo, los escalofríos aún estaban presentes, podía sentir como si le taladraran el pecho, y el nudo en la garganta no ayudaba, tomo una respiración corta, trato de pararse pero no pudo, sus piernas no le respondían, no supo que estaba llorando hasta que Aarón la tomo del rostro y empezó a limpiar sus lágrimas con sus pulgares, fue ahí cuando pudo soltar todo el aire que no sabia que había retenido, fue en ese momento que el llanto vino, pero para eso su mejor amigo ya la tenía en sus brazos, se sentía protegida, siempre se sentía así con él.

Ya paso, ya paso, Sam- le repetía mientras dejaba pequeños besos en su cabello- ya estas mejor?- la tomo del mentón para poder mirarla a los ojos, fue ahí cuando se dio cuenta de la mirada preocupada y triste de su mejor amigo, se odio por eso.

Sí, ya estoy mejor- su voz salió rota, se sintió ridícula por ser tan débil- perdón por preocuparte.

No tienes porque pedir disculpas, sabes que haría lo que sea por ti, somos mejores amigos, sabes que eres igual o más que una hermana para mi- y ahí estaba esa palabra otra vez, ya había aprendido a disimular su decepción cada vez que la escuchaba, así que solo le mostró una sonrisa y asintió- Otra pesadilla?- volvió a asentir- Se están volviendo más constantes?

No, solo son de vez en cuando- mintió- por cierto, como fue que entraste?- trato de cambiar su conversación no quería ahondar más en el tema ese, o no quería que nadie se entere.

Olvidas que me diste las copias de tus llaves?- si olvidó eso, y quizá sería mejor que le pida que le devuelva sus llaves para asegurar su privacidad- Tengo las llaves de todas las habitaciones- era un hecho que tenia que pedir la devolución de sus llaves, aunque su amigo siempre solía llamar antes de usar sus llaves, raro que no lo haya hecho esta vez.

Porque no llamaste para avisar que venias? Siempre lo haces- su amigo la miro algo extrañado.

Te llame desde ayer, hoy también lo hice, pero nunca contestaste, asi que debia asegurarme que estuvieras bien- sentía reproche en su voz, y lo merecía, la última vez que no le contestó el celular terminó en una clínica, no merecía tener a Aarón en su vida.

Oh, no escuche nada- tomo su teléfono solo para confirmar que estaba apagado, se había quedado sin bateria, maldito aparato inservible, ¿acaso no podían inventar un aparato que nunca se quede sin batería?.

Bueno, ahora tu te vas a ir a dar una ducha, y te me pones más hermosa de lo que ya eres, mientras yo te preparo el desayuno- no pudo evitar el sonrojo en sus mejillas y tampoco pudo decirle que no a su amigo, él empezaría a sospechar, ya luego se encargaría de eliminar todas esas calorías, así que terminó solo por asentir para luego dirigirse a su cuarto.

Para cuando termino de ducharse y cambiarse, se tomo unos minutos para verse al espejo, la imagen de sí misma le dio nauseas, tenía ojeras, sus labios estaban resecos, lo peor venía cuando iba a bajando, tomo el borde de su camiseta para levantarla lentamente y en cuanto vio su abdomen, le vinieron más ganas de llorar, parecia que todo el esfuerzo que estaba haciendo era en vano, porque ahí estaba ella con kilos de más, con demasiada piel extra, y rollos enormes, aún no se explicaba como es que la seguían contratando para modelar, no pudo evitar soltar un sollozo, y ahí estaba otra vez llorando, no supo cuanto tiempo estuvo viendo y tocando esos bultos en su cuerpo que tanto odiaba, hasta que escuchó unos pequeños golpes en su puerta, dio un pequeño salto ante el ruido.

Sam, puedo pasar?- podía sentir la preocupación en la voz de su amigo, tomo una profunda respiración- ¿Estas- estas llorando?- se aclaro la garganta para responder.

Nothing NewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora