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«𝐂𝐚𝐩 𝐦𝐨𝐝𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐝𝐨»

Luna's POV:

Realmente, después de aquella llamada, estuve muy aburrida. Me quedé un rato con el teléfono, hasta que me aburrí, y no se me ocurrió mejor idea que salir a la plaza, capaz me compraba algo en los locales que estaban cerca.
Me vestí, preparé el agua para el mate mientras agarraba distintas cosas que me iba a llevar.

¿Qué onda? Te juntas con alguien y ni me avisas, flaca.— La voz de mí hermano se hizo presente en el lugar, haciendo que me sobresalte del susto.

Ay, negro, me asustaste.— Informé, pegándole en el brazo. —Voy a la plaza un rato, SOLA. Estoy aburrida y no sé qué hacer. Capaz y vuelvo con cosas nuevas.— Sonreí.

Me miró, mientras entrecerraba sus ojos. —Más te vale a vos que no me gastes de mi tarjeta.—

—Nono, tranqui, no te voy a gastar a vos.— Serví el agua ya caliente en el termo, saludé a mi hermano y salí de mi casa, con el bolso con mis cosas y la mochila matera. Caminé hasta el verde que estaba cerca y me senté en el pasto. Empecé a tomar mate, mientras escuchaba música en mis auriculares y observaba el lugar.
Así me quedé, sentada en el verde, disfrutando del aire fresco, en el transcurso del tiempo, me dió ganas de comer helado, así que me levanté, lo compré en la primera heladería que encontré y volví a la plaza. Sorpresivamente, al rato, una chica se acercó a mí para pedirme una foto, acepté gustosa, aunque mi cara de asombro no se disimulaba. Así, algunas personas también se acercaron a mí y yo aceptaba las fotos, saludos o firmas.

¡Luna, Luna! ¿Te puedo pedir una foto por favor?— Se acercó un chico que parecía de mí edad, con quien supuse que era su madre.

Sí, obvio, ¿Cómo no?— Acepté con una cálida sonrisa, me acerqué a él para sacar aquella foto, pero en vez de simplemente quedarse a mí lado o pasar su brazo por mis hombros, como hacía la mayoría, me abrazó por la cintura, acercándome más. Me sentí muy incómoda, aunque lo logré ocultar.

Sos realmente muy linda, por fuera y por dentro.— Dijo, mirándome de arriba a abajo, relamiendo sus labios. Seguí sonriendo, rezando porque alguien note aquella situación, aunque no pasó, ese chico era la última persona que me pedía una foto, o sea, estábamos solos, hasta la señora que estaba con él se había alejado.

Muchas gracias, de verdad.— Seguí mostrando amabilidad, aunque lo que más quería era salir de allí.

No querés ir a tomar algo? Después hacemos lo que quieras.— Propuso, acercándose a mí, a lo que yo retrocedí algunos pasos.

Perdón, pero tengo que hacer algunas cosas en un rato.— Rechacé, tratando de sonar con el mayor respeto posible.

¿Qué me importa? Creo que eso que tenés que hacer puede esperar.— Sin dejarme reaccionar, me agarró de la mano y me llevó a un lugar apartado, que a simple vista, desde la vereda, no lograbas ver qué pasaba.

Eh, mil disculpas, pero, en serio, tengo que hacer cosas, y, aparte, no me interesa tener novio ni nada parecido.— Seguía caminando hacia atrás, hasta que me choqué con la pared, quedando encerrada. Y, para colmo, me acorraló poniendo ambas manos a mis lados, quedando a pocoa centímetros de mí boca.

Ya vas a ver como conmigo vas a cambiar eso.— Me miró con lujuria, mirándome de arriba a abajo, hasta que detuvo su mirada en mis pechos. Tenía un top que hacia que estas se vieran un poco más grandes. Puso una de sus manos en mis glúteos, y con la otra, sostuvo mis manos, para que no pueda hacer nada.

Me quedé inmóvil, no podía moverme, por más que quiera, mí cuerpo no reaccionaba, a lo que el chico, se aprovechó para toquetear cada parte de mí cuerpo.

Después de unos pocos minutos en los que yo estaba quieta y él tocaba mira cuerpo, intentó besarme, a lo que yo, por fin reaccioné y le pegué un rodillazo en su zona íntima. Salí corriendo, agarré mis cosas y volví a mi casa, con algunas lágrimas en los ojos. Al entrar, no ví a mi hermano, y pensé que estaba en su pieza, dejé el mate en la cocina y subí a mi habitación, encerrándome. Una vez allí, me tiré a mí cama y comencé a llorar, me sentía mal, sucia, vulgar por vestirme así. Al poco tiempo, me quedé completamente dormida.

Me desperté directamente al día siguiente, sin ganas de hacer absolutamente nada, solo quería estar tirada en mi cama. Lo único que hice fue bañarme y cambiarme de ropa, con una remera holgada y un pantalón igual. Caí nuevamente a mi cama, mirando el techo, pensando en lo que pasó ayer.

¿Luna, todo bien? No te ví desde ayer, flaca.— Se escuchó a Tomás del otro lado de mí puerta. Me quedé pensando, ¿Debía decirle lo que pasó?

Sí, sí, todo bien. Ayer volví y como no te ví, pensé que estabas en tu pieza dormido.— Dije, en parte, mintiendo, pero, por otro lado, decía la verdad.

—¿Puedo pasar?—

—Sí.— Al escuchar mi confirmación, abrió la puerta, adentrándose en la pieza. Se sentó en el borde de mi cama y me miró.

¿Segura que estás bien? Parece como si ayer hubiese pasado algo.— Preguntó, sin creer en mi anterior respuesta.

Sí, está todo bien. Ayer, de la nada mucha gente empezó a acercarse a pedirme fotos y medio que terminé agobiada, nada más.— Le sonreí levemente, tratando de brindarle confianza, a lo que me miró, como si estuviese escaneando mí cuerpo, para ver si encontraba alguna pista.

Bueno. Hablé con los chicos, capaz que vienen en un rato. Ah, te hice el desayuno también, así que, agradecé.— Bromeó, golpeando suavemente mi brazo, a lo que yo reí levemente.

Joya, gracias. En un rato bajo.— Le sonreí y una vez que él se fue de mí habitación, decidí ponerme a ordenar un poco la misma, ya que era realmente mucho quilombo.

~𝕰𝖑 𝖉𝖊𝖘𝖊𝖔 𝖉𝖊 𝖆𝖒𝖆𝖗 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖘𝖎𝖊𝖒𝖕𝖗𝖊~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora