2 - Hannah Montana
—No creo que sea para la ocasión, Maddie.
Llegué hace unas dos semanas a la ciudad, estos días pasaron sorprendentemente rápido. La próxima semana empiezo con clases y, de hecho, me ví a mi misma con ganas de empezarlas. Es raro porque ni siquiera es muy de mi agrado la arquitectura. No tengo mucho que hacer esta semana, ya que vine para estudiar.
Sí, no me gusta mi carrera. Pero uno hace las cosas para enorgullecer a la familia, supongo.
Me metí en arquitectura porque mamá y papá siempre soñaron con tener un hijo arquitecto. Claro, esa fui yo. Creo, que si en su momento les hubiera dicho que quería estudiar otra cosa, me lo hubieran permitido. Pero me sentí presionada y elegí esa carrera. Así que ya no hay vuelta atrás.
Por lo menos la tengo a Madison. Ella es mi mejor amiga desde hace unos siete años. Fué mi compañera en el conservatorio de música, al cuál yo iba a cantar y practicar guitarra, mientras ella tocaba el piano. Nuestra relación se enfrió los dos primeros años en los que me mudé a Francia, pero luego logramos recuperar nuestra relación. Y siento que ahora es más fuerte que nunca.
Volviendo a la realidad, ahora estoy en la puerta de un probador mostrándole a Maddie como me queda el vestido que ella eligió para mí. Este sábado tenemos la fiesta de una amiga de Madison y una vieja amiga para mí. El vestido en cuestión es al cuerpo, verde oscuro, corto, sin espalda, con un mini-tajo en la pierna derecha y de una manga. No voy a mentir, el vestido es precioso, pero es muy refinado para ir a una fiesta universitaria.
—¿Que no es para la ocasión? ¡Si te ves tremendamente bien! ¡Está hecho para tí! —quejó. En su voz se nota que ya está perdiendo los nervios, debe ser porque me voy probando alrededor de seis vestidos y no me quedo con ninguno.
—Gracias, en serio. Pero solo vamos a una fiesta universitaria.
—¿Y por qué no? —preguntó frustrada.
—Por que es demasiado arreglado.
—¡Justamente por eso! —pegué un respingo por el grito que pegó —. Nunca sabes cuando vas a encontrar el amor, ¡es importante estar arreglada para la ocasión!
—Sí ese amor es el verdadero, más le vale gustarle arreglada o no. —aclaré, señalándola —. Y, además, no quiero arruinar el vestido con cerveza.
Esbocé una sonrisa inocente y me encogí de hombros, a lo que Madison perdió los nervios.
—Está bien. Vamos a mi apartamento, yo voy a prestarte algo. —dicho esto, me agarró de la muñeca y empezó a arrastrarme consigo.
—Espera. —frené en seco. Ella se giró hacia mí, extrañada —. Voy a cambiarme el vestido. —puse los ojos en blanco, riendo.
•••
Estaba sentada de piernas cruzadas en el sofá del tío Ethan con la guitarra tocando mientras tarareaba una canción, cuando la puerta del apartamento se abrió de un fuerte golpe. Asomé la cabeza para ver de qué se trataba. Al otro lado de la puerta se encontraba una exaltada Madison y un tío Ethan con cara de amargura y no soportar más a cierta persona que se encontraba a su lado. Contuve una sonrisa.
