Necesidades. Todos tenemos, ya sean fisiológicas o emocionales.
Respecto a las fisiológicas nada hay que aportar. Son simples, se resuelven en dos o tres pasos. ¿Tengo hambre? Como. ¿No hay comida? Consigo. Y así con todas.
Las problemáticas son las emocionales, las que vienen de nuestra parte del cerebro que no se ocupa de nuestra supervivencia, sino de nuestras relaciones sociales. Muchos podrían discutir que las relaciones sociales son necesarias para nuestro pleno desarrollo como personas, y es así. Hasta cierto punto.
¿Cómo podemos nosotros depender del amor de una persona para seguir viviendo? Es irreal. Hasta injusto. ¿Por qué seres tan arriba en la escala evolutiva de las especies tienen necesidades tan... estúpidas?¿Quién decidió que eso debía ser así?
Si lo vemos desde un punto de vista frío y calculador, puede que este segundo tipo de necesidad se haya desarrollado para que podamos seguir existiendo. Me refiero a que sin sentimientos ni preocupación por los sentimientos de terceros hacia nuestra persona, no seríamos capaces de relacionarnos ni procrear nuestra especie.
Pero, vuelvo a preguntar: ¿Por qué? ¿Por qué tengo que soportar estos sentimientos?¿Qué gen de mi sistema se aseguró de que sufra por cada amigo que pierdo, por cada relación que formo y con el tiempo se va desvaneciendo?¿En qué beneficia a mi especie?
Fácil. En nada. Mi primer amor, mi primer amigo de verdad. Ambos, perdidos hace años. Da igual por qué, lo importante es que ya no están. Lo que dejaron fue un vacío en mí que no puedo borrar. No se desvanece. No se va si como, si duermo. Siempre está en las esquinas de mi mente.
Me encuentro a veces comparando a otros con ellos. "Tiene su mismo peinado", "se ríen igual", "les gusta el mismo escritor". Dejaron huellas en mí que no puedo borrar.
¿Por qué, por qué necesito de otros para vivir? Duele tanto cuando se van...
Lo más gracioso es que, cuando uno intenta evitar relacionarse con otros, evitar abrirse de nuevo, evitar exponerse al dolor que conllevan las relaciones humanas, termina encontrando a alguien que logra traspasar todas las barreras que levantaste.
Entran, se quedan. Te hacen sentir esa calidez tan hermosa que alegra tus días. En vez de compararla con otros, se convierte en tu parámetro para establecer otras relaciones. Y te das cuenta que pocos tienen su bondad, su capacidad de brindarte la felicidad que odiás necesitar pero querés sentir.
El tiempo pasa. Como siempre. Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años. Dedicados a su relación. Cada día, una aventura nueva. O ninguna. Llega un punto en el que da igual, porque aprenden que no es necesario llenar un vacío con palabras. Basta estar el uno para el otro, mirando a la nada para sentirse en compañía o queridos.
También llega el punto que sabías que iba a llegar. Pero no para darte calidez, si no para recordarte de una trompada que, como todo, su relación tiene fin. Sin poder evitarlo se alejan el uno del otro.
Y volvés al mismo patrón. ¿Por qué?¿Por qué tenemos esta necesidad?¿Por qué no puedo quedarme sólo y ya? Es momento de volver a construir las barreras que había demolido con el paso del tiempo. Tienen que levantarse. No puedo volver a ser vulnerable. A sentir tanto. No puedo.
ESTÁS LEYENDO
pensamientos
Randomsimplemente cosas que siento o que quise escribir con las que a veces me siento identificada