Maravillas

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Mirando el mundo por la ventana mientras viajo me doy cuenta de lo hermoso que es. Cada árbol que veo pasar, las formas de las nubes, los pueblitos y ciudades, las sierras a la distancia, las extensas y verdes praderas, los campos sembrados o con animales me hacen sentir pequeña, arrullada por el paisaje.

No puedo evitar pensar que cada cosa que nombré antes tiene su historia. Cada árbol que veo tardó años en crecer y ser como es ahora, las sierras se formaron por cientos de años, los pueblos, ciudades y campos se construyeron y crecieron periodicamente también por años. Y solo soy capaz de verlos por segundos. Años de crecimiento pasan frente mí en ráfaga.

Todas las cosas tomaron su tiempo en formarse, y el pensar eso agrega todavía más hermosura al paisaje. Dejan de ser cosas y se convierten en historias. Entretiene pensar en cómo habrá empezado cada pueblo que paso, algunos con orígenes remontados a la época medieval. Cada casa contiene historias de familias que nunca voy a conocer. Vidas enteras.

Para mí la vida de estas personas es irrevelante, tal como para ellos la mía también lo es. Independientemente de eso, cada día se levantan y hacen su rutina diaria. Y mientras tanto, yo viajo. No puedo ni dimensionar que tantos individuos tengan su historia, de principio a fin, y que yo no sepa ni siquiera el epílogo de ninguna.

Realmente pone en perspectiva las cosas. Somos todos tan pequeños, tan insignificantes, y sin embargo, tan importantes e interesantes.

La vida nunca deja de maravillarme.

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