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«El número que usted marcó, no existe»

Carajo.

Kazutora dio un buen pase de saliva para su reseca garganta. Había tragado su propia sangre, su labio parecía palpitar. Afortunadamente no salieron borbotones de lluvia roja, aunque el olor y sabor metálico comenzaba a asfixiarle.

Esperó una próxima patada en la cara, canalizaba el dolor y lo volvía inexistente, o al menos, se procuraba ser inmune al ardor. Fracasaba en ello.

Igual que en los viejos tiempos, tenía una envidiable resistencia a los golpes. Tal como aquellos días donde estaba encerrado, miraba a su peor enemigo puesto en pie, a sí mismo, solo que no era un reflejo, era una persona de su misma complexión, misma mirada, mismo cabello...mismo nombre.

—No existe—comentó, alejando el celular de su oreja— Acabas de mentirme.

—Púdrete—escupió desde el suelo, sintiendo que sus muñecas y tobillos sufrían de un calambre intenso por el rato que llevaban apretados con una tira gruesa.

La habitación gris estuvo con un eco tóxico, la risa a secas que daba el hombre libre resultaba horrenda para su versión herida.

Frente a frente. Adversos y semejantes, dos hombres que juraban matarse.
La muerte de uno podría determinarse como un suicidio.

Kazutora se inclinó sobre el adulto de cabello amarrado, jugueteó con el tiempo antes de relamerse los labios y tomarle de la quijada.

—Creo que no fui muy específico, dame el número de Chifuyu.

—Ni muerto...

No sabía si lo que estaba pasando era una profunda pesadilla que se hacía realidad, aunque dicha pesadilla no recordaba para nada. Kazutora tuvo miedo del doble que le lastimaba las mejillas.

—Dijiste que él...está vivo —murmuró, en sus ojos estaba inyectado un brillo muy pequeño de esperanza, felicidad pura— Ansío verlo como no tienes idea, dime dónde está.

—Jódete.

La exhalación hizo reemplantear la gallardía de Kazutora, observó como sacaba una navaja mágicamente desde la espalda.

Esa locura pronto le daría un ataque cardíaco. Todo era "irreal".

—Si no quieres que te mate... dímelo.

—Mátame si quieres, pero no permitiré que te le acerques—creyó hablar con valentía, pero las muletillas rompieron su coraza.

—¿Por qué tienes que ser tan terco?—golpeó ligeramente con el mango de la navaja sobre la frente de su versión feliz.

En eso, sonó el segundo celular que hasta ese momento había estado ignorado por el secuestrador al notarlo con una batería roja; a punto de extinguirse el brillo del dispositivo, se dejó ver el nombre de la persona a la que ambos sujetos le eran devotos en cuerpo y alma.

"Fuyu"

Kazutora se acercó con prisas hacia el ruido débil, levantó el celular, su pulgar se quedó presionando el ícono de la llamada, sin la capacidad o fuerza mental para deslizar su dedo.

En el suelo, el otro hombre se sofocó al imaginar lo peor.

—No...¡¡NO!!

El grito solo señaló la euforia en aumento de Kazutora, el que tenía las manchas de la luna debajo de sus ojos, demasiado oscurecidos y cansados, por los desvelos y los vicios.

Se precipitó en recoger la cinta gris para cortar un pedazo grande y sellar la boca del Kazutora que pertenecía a esa vida.

—Cállate— el celular seguía en espera, vibrando, sufriendo de abandono.

Contestó aquella llamada, escuchando primero un suspiro y luego, la voz de su ángel.

Kazutora, ¿Dónde estás?

Uno de ellos lloró nostálgico, y el otro lo hizo de terror.

Chi-Chifuyu...—vaciló un poco, se enredó con sus pensamientos mientras las lágrimas decoraban su demacrado rostro, justo antes de decirle otra cosa, el celular murió en silencio.

Haber escuchado su voz por segunda vez solo le inspiró a cometer mil crímenes más.







N/A

¡Hola!
Para mí nunca es suficiente las historias Kazufuyu, porque siempre quiero más de ellos. Son mi obsesión.

Me he visto una imagen dónde ponían al Kazutora de Bonten y al de la línea donde la Toman se hace una mafia grande y matan a Chifuyu.

¿Será capaz Chifuyu de darse cuenta quien es el Kazutora que le pertenece?

Quién sabe :p
Ya lo veremos. Gracias por haber leído esta primera parte😌

Impostor | KazufuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora