Epílogo

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Edric tomó su mano y juntos bajaron del avión.

Caminaron hasta la salida del aeropuerto con maletas ya en mano y por fin sintieron ese aire que hace mucho no sentían.

— Vamos cariño ya llegó el transporte.

— Está bien. — Sonrió y siguió a la chica  hasta un auto negro, el cual era conducido por un chico.

— Buenos días, ¿a dónde los lle... — Corto sus palabras al ver a los pasajeros.

Edric frunció el ceño por el silencio, pero al ver de quién se trataba cerró sus puños con fuerza. Sentía algo de rabia corriendo por todo su cuerpo y tensó su mandíbula. Quería gritar de nuevo pero su difunta madre le dijo que no debía guardar rencor, nunca.

— A está dirección, gracias. — Respondió la acompañante de Edric y le entrego un pequeño papel al conductor. — Se sentó juntó al peliverde y le sonrió, mientras esté hacia una extraña mueca.

— Cuales son sus nombres? — Pregunto el conductor.

Edric tomó aire y hablo.

—Edric Blight y Luz Noceda. — Respondió, mirando a la chica al lado suyo, como todo un ángel.



El trayecto fue silencioso e incómodo para el conductor. Cuando llegaron al destino, la primera en bajarse fue Luz, le pagó al conductor y procedió a bajar sus maletas. Pero antes que el otro también lo hiciera, fue detenido por el conductor.

—Hola Ed. — Apretó sus labios con nerviosismo.

— Hola Hunter. — Se callaron un momento, Hunter no sabía que decir, sentía sus manos sudando y la culpa de
lo que hizo hace años atormentandolo. Al no escuchar palabra del conductor, Edric habló. — Debo bajarme, adiós.

—Espera. — Pensó lo que iba a decir. — Ella es tu novia? — El contrario asintió. — Ya veo...

Hunter no podía creer que las palabras de Edric se cumplieron.

"nunca más amarás a alguien y nadie más te amará"

Sonrió nostálgico y volvió su visita al frente, dejando que Edric baje del auto.

— Gracias joven! — Dijo Luz mientras cerraba la puerta.

— Gracias a usted, tenga un buen día. — Respondió y al escuchar la puerta del auto cerrase, partió el auto.

La última vez que vería al único amor de su vida, la última vez antes de mudarse.



— Te cité aquí porque...

— Hunter. — Advirtió el peliverde.

— Lo sé. — Suspiró. — Me iré a las islas hirvientes quería decirte una última cosa, ya que estás en Estados Unidos.

— Dime.

Hunter tomó un gran respiro y hablo por fin.

— Edric. — Miro directamente a los ojos del contrario. — Te sigo amando desde el primer instante que te vi, cómo desde antes que fuéramos novios, te amo con ese tonto y descontrolado sentimiento que sientes al enamorarte de quien parece el amor de tu vida, de esa persona que sabes hará tu vida más feliz, de esa persona que hace latir tu corazón desenfrenadamente y nunca sale de el. La cual se presenta todos los días, a cada hora, cada minuto y segundo en tu mente, como un disco rayado.  La cual al besarla sientes estás en la nubes, cómo si las pudieras tocar con tus propias manos. Te amo como nadie más se imagina, te amo como no podía describirlo y me estresaba no poder describirlo de la mejor manera posible, me estresaba no tenerte en frente y mirar tus bellísimos ojos mientras te confieso mi amor una vez más después del desastre que ocurrió y que me gustaría olvidar. Te amo.

Se quedaron en silencio, uno esperando una respuesta, o aunque sea algo. Y otro procesando lo que acaba de escuchar.

— Hunter. — El mencionado lo miro curioso. — Rencor no tengo, me costará dejar todo atrás. Si en algún momento te extraño y descubro que también te necesito tan desesperadamente como tú lo haces, iré hacía ti, volveré a estar en tus brazos. Ahora no puedo. — Hunter asintió .— Buena suerte en las islas hirvientes.

—Buena suerte a ti también.



Hunter caminaba de prisa por la empresa, con papeles de allí hacia acá, tratando de sonreírle a todos los empleados, siempre debía mostrarse feliz y contento, aparentando que todos allí le caían bien, siendo que todos eran unos ineptos y buenos para nada.

Cuando termino todo, volvió a su escritorio, se secó algo de sudor que tenía en la frente y se arregló si cabello despeinado, estaba cansado, era como si nadie más en esa empresa sabía llevar papeles y agendar reuniones.

— Joven Hunter, le llaman. — Hablo una empleada de su empresa.

Bufó irritado, todo era un exceso de trabajo. Con cansancio, caminó junto a la señorita y lo llevó hasta la entrada del edificio.

Allí lo vió, igual de hermoso como lo primera vez que la vio en la escuela, con esa linda mirada, una sonrisa sincera. Sintió sus piernas flaquear y todo su cuerpo falló al verlo.

Estaba allí de nuevo. Hace tres año fue que le dijo que vendría cuando estuviera listo y aquí estaba, sin siquiera avisar.

Saludó con mano de lejos y esa preciosa sonrisa y Hunter corrió hacia él como si su vida dependiera de él.

Abrió sus brazos y lo abrazó, comí nunca lo había hecho, recuperando todo el tiempo que había pasado sin enrollar sus extremidades alrededor de su torso.

— No pensé que vendrías. — Susurró Hunter.

— Nunca rompo mis promesas. — Abrazó con la misma intensidad al contrario.

Se separaron y miraron el destello en los ojos de cada uno, apreciando todos los sentimientos entre ellos, nada existía alrededor de ellos, era como si ninguno de los dos escucharán los tacones y zapatos caminando de un lado a otro, los teléfonos sonando, las impresoras funcionando y las personas hablando.

Juntaron sus labios en un beso, un beso que demostraba cuánto se extrañaron, todo el tiempo que esperaron para estar junto al otro, el sufrimiento, arrepentimiento y malos recuerdos se esfumaron y todo se convirtió en una burbuja de sentimientos floreciendo, como la primera vez, sentimientos como los de los adolescentes, tan puros y reales.

— Te amo.

— Te amo más.

12 Pasos Para Terminar Con Tu Novio | HunDricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora