Unas semanas más tarde
Después de esa noche no volví a acercarme a ese lugar, enfadado conmigo mismo e ignorando la pequeña voz de mi cabeza que me repetía lo que no queria oír. El sonido del teléfono me sacó de aquel trance y lo descolgué rápidamente, -¿Diga?
-Jungkook, hermano, ¿Cómo va todo? siento no haber llamado antes he estado muy ocupado en el trabajo, ya sabes. Y fue la voz de Hoseok la que hizo que sonriera -Estamos bien, no sabes cuanto te extrañamos por aquí, estoy deseando que vengas. -Pues por eso mismo te llamaba, ¿Te parece que vayamos a Illsan como en los viejos tiempos? Podríamos encender palos y hacer una fogata mientras vemos alguna estrella fugaz. Una vez la conversación finalizó mi ánimo era otro, no quedaba mucho para volver a ver a Hoseok y eso me hacía demasiado feliz. Ese día llegué con una sonrisa al trabajo, extrañando a mis compañeros que acostumbraban a verme serio. Al cabo de un rato, el cascabeleo de la puerta comenzó a sonar como tantas veces a lo largo del día, indicando que alguien había entrado, aunque no le presté demasiada atención, pero cuando levanté la vista no podía creer lo que estaba viendo, la persona que tanto intenté evitar por semanas, provocando que retrocediera unos pasos, aquel bailarín estaba allí, empecé a sudar, recordando ese día que me pilló mirándolo y rezando porque no se acordara de mi rostro pero fue cuando eché un ojo a su acompañante cuando supe que no sería fácil escabullirme, recordando aquella breve conversación que tuvimos en los jardines de la universidad. Agaché la cabeza y respiré profundo en un intento de calmar mis nervios y seguí ordenado las tazas limpias que se encontraban apiladas mientras que ellos ocupaban el asiento cercano a la ventana a unos pocos metros de donde yo estaba, comenzaron a hablar animadamente y estaba listo para irme hasta que la suave risa del bailarín me hizo cambiar de planes, dejándome estático en el lugar y tuve que pretender seguir ocupado mientras escuchaba su conversación.
-¿Y hasta que hora te vas a quedar allí?
-Quizás trasnoche, me gustaría seguir ensayando algo más, aún tengo fallos.
-¿De verdad? Pero si te vi hace poco y lo hacías genial, creo que te estás exigiendo demasiado.
-Lo que pasa es que tú no entiendes de Ballet Tae, por eso no sabes en qué estoy fallando.
-En serio te lo digo, tampoco es bueno ser tan perfeccionista con uno mismo, además ya estamos a finales de año, recuerda que tenemos muchos exámenes, Jimin.
Y aquella tarde descubrí el nombre del por entonces desconocido chico, Jimin. Este no parecía contento con el tema de conversación ya que no dejaba de mirar a la ventana y resoplaba escuchando a su acompañante. Ballet era la danza que Jimin bailaba y se exigía mucho, eso no me sorprendió recordando aquellos ojos decisivos y competentes fijos en el espejo.
-Jungkook, mesa 4, ve enseguida. La voz del encargado me llevó a la realidad y con una mano apretando la libreta me acerqué a aquella mesa que se quedaba en silencio por mi acercamiento.
-Bienvenidos ¿Qué les gustaría tomar? No reconocí la voz que salía de mi garganta, una voz que intenté enmascarar con seguridad.
- Para mi un café con caramelo y unas tortitas con sirope- Un momento, yo a ti te conozco, ¿eres el chico de bellas artes, verdad? En ese momento supe que estaba jodido haciéndome levantar las cejas fingiendo sorpresa de verle allí.
-Sí soy yo, que casualidad que esté aquí. Sentía la mirada del chico de cabello rubio puesta en mi pero evité mirarlo mientras le sonreía levemente al moreno -¡Que simpático! Pues sí, hemos decidido tomar algo con este frío. Jimin, ¿y tú que vas a pedir?
Mi atención se fijó totalmente en el bailarín que observaba la carta tranquilamente haciendo que sus pupilas se movieran de un lado y para el otro, noté como su mirada era totalmente otra que cuando bailaba.
-Un batido de vainilla estaría bien, gracias. Me sonrío levemente y de sus ojos se formaron dos líneas que acabaría trazando en mi cuaderno cuando llegara a casa.
-Antes de irte, ¿Cómo te llamas? No nos presentamos aquel día. Preguntó el chico de la universidad para después presentarse a sí mismo y al rubio -Soy Taehyung y él es Jimin .
-Me llamo Jungkook.
-Déjale ya, no ves que está trabajando. Jimin negaba con la cabeza cortando la interacción y suspiré aliviado retirándome.
De camino a casa no paré de recordar la escena, nunca hubiera creído que coincidiría con Jimin y le hablaría, así fueran dos palabras por trabajo. Recordé las semanas donde quise olvidarme del tema y hacer como si el bailarín nunca existió más que en mi imaginación. Expulsando el humo del cigarro mientras negaba con la cabeza para después golpear una piedra en medio del camino y con aquella molesta voz que resurgía atormentándome nuevamente.
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Fatum
Подростковая литератураJimin, un risueño estudiante de cinematografía y bailarín de ballet que se topa con Jungkook, un solitario estudiante de bellas artes, a simple vista no tienen nada que ver el uno con el otro pero el destino no se puede decidir.