Pearl Necklace

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Habían pasado dos años desde que Louis le propuso matrimonio a su amante, Harry portaba el lindo anillo que su amado le había dado en esa noche de 1968, tristemente para los dos amantes nada había sido fácil, las personas sospechaban sobre que el rizado era homosexual o como ellos lo llamaban "un enfermo", el rizado recibía insultos afuera de su hogar, todas las noches el ojiverde terminaba llorando en los brazos de su amado. Tal vez portar ese bello anillo en su dedo anular izquierdo lo condenaba.

El castaño no iba a dejar que ningún humano insultara a su futuro esposo, el castaño sabía que lucharía con mareas altas, pero no importaba, nada sería imposible, en ese momento su corazón no le podía fallar, no se arriesgaria a perder al amor de su vida. Porque si, el rizado era el amor de su vida, el siempre busco a alguien pero no lo había encontrado, hasta que vio esos ojos verdes, supo que lo encontró; No era el momento de rendirse ante la sociedad, era momento de luchar por su amor.

Louis ideó un pequeño plan, sabía que un collar era más fácil de ocultar que un anillo, aunque la palabra ocultar lo lastimaba, pero por el bien de su rizado debían de ocultar su promesa. Esa noche de 1900 el castaño adquirió un collar de perlas, era muy bonito, al rizado le encantaría.

Esa mima noche el castaño se dirigió al hogar del rizado, los dos corazones se encontraban en casa, nuevamente, la pequeña velada había comenzado, el castaño tomaba la mano de Harry con delicadeza, lo guiaba al compás de la música, el rizado sonreía, su oyuelo se marcaba en su mejilla, algo que a Louis lo enamoraba. La noche transcurría, y el castaño se encontraba listo para proponerle matrimonio de nuevo a su rizado. Esta vez no era un anillo pero si un lindo collar de perlas, ahora el collar de perlas representaba su promesa. La promesa de amarse por el resto de sus vidas, la promesa de estar el uno para el otro, la promesa de su amor.

El rizado tenía pequeñas lágrimas en sus ojos, su amado le había propuesto matrimonio por segunda vez, pero esta vez ya no tendría que quitarse su promesa, esta vez su promesa estaría con el.

Los únicos testigos de esa noche fueron la luna y las estrellas. Su amor era más fuerte que cualquier ola.

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