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Una semana había pasado desde aquel día en el que Hyunjin horneó sus galletas favoritas junto a su hermano y su relación pareció ser exactamente la misma que cuando eran pequeños; también del mismo día en el que había tenido su primer acercamiento con su vecino castaño y su vaca.

No había tenido más contacto con éste último más allá de cortos intercambios de miradas y sonrisas de la parte opuesta cada que era atrapado por el contrario viéndolo por la ventana.

Estaba sumamente intrigado por su vecino, no sabía si esa sería la palabra correcta para definir lo que sentía pero no se le venía otra mejor a la mente.

Él sólo vigilaba y cuidaba de sus plantas acercándose de vez en cuando a la ventana de su habitación y ahí es cuando lo podía ver casi siempre haciendo lo mismo: leía recargado en un gran abeto que poseía su gran extensión de terreno para cubrirse de los rayos del sol y siempre estaba acompañado de uno o más animales.

El rubio todavía tenía en su mente el día anterior, cuando nuevamente hubo un pequeño intercambio de miradas y el castaño le mostró esa hermosa sonrisa que él era capaz de apreciar aún a la distancia; el mismo chico que en ese momento sostenía un libro en una mano y tenía alrededor de cinco cobayas y dos conejos rodeándolo o recostados en sus piernas, le hizo un ademán con la mano libre, indicándole que saliera y se acercara a él.

Hyunjin no supo el porqué, pero se encontró demasiado emocionado y eufórico en cuestión de segundos al tener la oportunidad de volver a hablarle.

Pero pareciera que su madre olía su felicidad porque luego de bajar corriendo las escaleras y justo cuando estaba por terminar de ponerse los zapatos en la entrada de la casa, escuchó su nombre ser llamado desde el segundo piso.

Preguntándose qué necesitaba su madre que rara vez lo llamaba a él específicamente, subió a su habitación y se acercó un poco (pero no demasiado) a la cama en donde reposaba la mujer que le había dado la vida y, por lo visto trabajando, ya que tenía su laptop en su regazo.

-¿Necesitas algo, mamá? - preguntó de inmediato intentando ocultar su emoción y urgencia por salir.

-¿Vas a salir, Hyunjin? - ignoró la pregunta del menor haciendo otra en cambio y aparentemente retórica porque ni siquiera lo dejó contestar y continuó-: Mañana inicias clases en una nueva escuela, en un nuevo lugar, con nuevos profesores... estás consciente de ello, ¿no?

Hyunjin se limitó a asentir brevemente pero bajó la cabeza, ya sabiendo lo que vendría a continuación.

-Deberías estar estudiando, en realidad, debiste haberlo hecho desde que llegamos y estoy casi segura que no ha sido así. Hyunjin, ¿no te da vergüenza que Seungmin siendo dos años menor te haya alcanzado en grado escolar y tenga mejores notas? Él sin siquiera tomar tus materias todavía está más preparado y capacitado.

-Perdón, mamá. - contestó apenas audible, todavía con la cabeza gacha y apretando sus manos en puños que mantenía escondidos en su espalda. No iba a llorar porque ya estaba acostumbrado, sin embargo no podía evitar seguirse sintiendo mal por seguir siendo una decepción para los Hwang.

-En lugar de estar pidiendo perdón como siempre haz algo al respecto, deja de una vez por todas ese pasatiempo inútil de jardinería que sólo te quita el tiempo que bien podrías aprovechar para sobresalir en algo de provecho. - finalizó con esas palabras y el menor supo que había terminado cuando su progenitora volvió la vista a su laptop, ignorando su presencia en esa habitación.

Fue así que Hyunjin ya no salió ni pudo tener una segunda charla con su vecino ese día, su emoción desapareció apenas puso un pie en el cuarto de su madre, aunque se mantuvo fuerte y la obedeció, encerrándose en su habitación dedicándose a estudiar y repasar el resto del día.

Rural || HyunHo⸙MinJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora