Capítulo 3

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Invité a Serena, a casa, para poder terminar de organizar el equipo.
Había que armar el plantel, de lo cual se encargaría ella, buscar los sponsors que iban a estar estampados en nuestras camisetas, definir los uniformes y mandarlos a hacer, organizar los horarios de los entrenamientos y contratar un DT que nos entrenara.
Sin mencionar que un equipo exitoso no se armaba de un día para el otro. Era necesario generar un vínculo entre las mismas jugadoras, conocernos bien y sincronizar a la hora de jugar.
Definitivamente era todo un tema que no tuve en cuenta a la hora de aceptar la propuesta de Sere.
¿En qué lío me estaba metiendo?

—Okey, veamos —Comenzó ella y se quedó pensativa un rato sin saber por dónde arrancar—. Que quilombo organizar esto, Dios.

—Es un lío, sí pero si no lo hacemos nosotras, no lo hace nadie así que dejame ir anotando en el celular lo que organizamos —abrí el block de notas y al instante se me quedó la mente en blanco.

—Cancha para entrenar ya tenemos —apuntó Serena y yo lo anoté—. Los entrenamientos podrían ser los lunes y miércoles en la noche porque con el calor que hace no pienso entrenar de día.

—Te harías un bronceado gratis entrenando a las cinco de la tarde —le dije en broma sabiendo lo mucho que odiaba el sol. Era tan pálida que a la mínima exposición quedaba roja.

—Ni loca. Se me quemarían las mangas de la remera como camionero, olvidate. Además el sol puede generar graves lesiones en la piel si uno no se cuida, mejor evitarlo —agregó aquel dato a medida que se quitaba su pelo negro y corto, a la altura de los hombros, de la cara.
Serena estaba en segundo año de medicina y no podía contra su vocación. Se dedicaba a soltar datos médicos a cada rato.

—Okey, insumos deportivos como pelotas, conos y demás usamos los del club también —añadí a la lista—. Tema uniformes, propone algo.

—Eso es fácil, hacemos el mismo que el de los varones. Por algo somos la cantera femenina —explicó con obviedad—. Son remeras blancas con shorts y medias negras.

—Genial, hoy mismo me robo el uniforme de Pedro y empiezo a preguntar precios para que nos los hagan —dije sabiendo que de seguro lo tenía guardado en su primer cajón—. Igual hay que saber los talles de todas las que vamos a ser.

Definitivamente necesitábamos la lista de las jugadoras antes de seguir planificando, sino nada iba a tener sentido.

—Ya tengo diez jugadoras, Lolita —soltó emocionada agarrandome las manos. Las tenía heladas de los nervios que me estaba causando organizar esto.

—¿En qué momento conseguiste contactar tanta gente? —Pregunté extrañada y verdaderamente sorprendida. Era lo que necesitábamos para comenzar, doce jugadoras contándonos a nosotras era lo ideal.

—Instagram hace magia —sacó su celular y me mostró la historia que había publicado.

Se veía una foto de una cancha de pasto sintético con una pregunta que decía "¿Te gustaría formar parte de un equipo femenino de fútbol?" Y abajo de este había un botón que te permitía responder.

—Cuatro de estas chicas son novias de chicos de La Reserva Masculina —comenzó explicándome—. Otras dos van conmigo al gimnasio y saben jugar —me mostraba foto de cada una y yo no tenía idea de quiénes eran. No conocía a ninguna.

Así continuó hasta que una foto en especial llamo mi atención.

—¿Qué hace Belén Rostoll entre tus fotos de jugadoras? —Chillé y por un leve momento se me puso caliente el cuerpo al ver la cara de complicidad de mi amiga.

Belén Rostoll o Belu, como la conocía todo el mundo, era una de las chicas del momento en Instagram. Mitad argentina por parte de su madre y mitad española por su padre, ex jugadora de River y ex reserva en un tremendo equipo español. Modelo e influencer en las redes sociales, esta chica era a lo que toda piba de nuestra edad aspiraba.
Rubia tirando a dorado, piel bronceada, ojos celestes, alta y delgada con un físico envidiable y una sonrisa perfectísima.

MI JUGADORA FAVORITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora