De veras

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De veras estás muy, pero muy loco!

—¿Pero porque?

—Por que eres el único loco que paga una fortuna para que lo dejen de salir del hospital que pasaría si la herida se abre y.... ¡Mmm!

—No se abrirá, mi cuerpo se hizo más resistente después de las cirugías reconstructivas.

—Lo siento.

—¿Por qué no fue tú culpa, escuchaste eso?

—¿Que?

—Ven - toma mi mano y corremos a un kiosko muy hermoso acabamos de salir del hospital y quiero bañarme y descansar pero cuando escucho la música de violines y piano me interesa mucho.

—¡Se escuchá bien!

—¿Se escucha bien, es una melodía preciosa se usa mucho en bailes de danza contemporánea?

—Lo siento mucho no de nada de eso.

—Yo la bailaba en la academia es tan hermosa yo...

—¡Baila jovencito baila! - me dice un anciano sentado en una silla que está apareciendo la música.

—¡Oh no ya no bailo!

—¡Lo que bien se aprende nunca se olvida vamos házlo déjanos apreciar a un más la música! - dice otra persona sentada junto a el y luego las demás personas reunidas me alientan.

—¡Vamos Principe tu puedes, tú lo puedes todo! - y las palabras de Jungkook son mi interruptor pido permiso aquien toca y lo hago bailo, bailó como lo hacía cuando era feliz como antes del accidente y bailo por todo el kiosco esa hermosa sonata.

El tiempo se detiene y yo sigo bailando cierro los ojos y me impulso una y otra vez por los aires me siento libre, me siento y sonrió por qué lo soy.

La música se termina y de pronto tengo que abrir los ojos cuando escucho los aplausos y parado ahí con la boca abierta está el hombre que amo tanto majestuoso aún con todos esos golpes en su rostro

Y corro hasta el y la música empieza de nuevo ahora es un jazz más tranquilo.

—¡Jovencito eres sublime!

—Oh gracias señor.

—¡Eres un Principe! - me dice Jungkook rodeando mi cintura.

Y lo besó sin importar nada más.

—Baila conmigo Principe!

Y bailamos esa noche.

—Jungkook, no tú estás......

Por un momento, una parte de él, una muy pero muy pequeña parte, quiso luchar contra ésto pero, con esos malditos y benditos labios sobre los suyos y esos brazos fuertes y posesivos que le rodeaban y no le dejaban mover, escapar.

Con esas manos que en aquellos momentos comenzaban a serpentear  sobre él... Y el a sentirlo.

El sentir luego ese músculo caliente y húmedo insistiendo en abrirse paso dentro de él, buscando y ganando su entrada.

El aire comenzó a faltar y la sangre a quemarle.

Su lengua luchaba en una batalla que en realidad no le interesaba ganar.

Sonidos, gemidos que sonaban ajenos pero muy propios inundaron el ambiente hasta entonces mortalmente silencioso y, el poco raciocinio que a ambos les quedaba pendiente de un maltrecho hilo terminó por romperse y volar por la maldita ventana.

Eso era todo.

Lenguas que luchaban y dientes que marcaban.

Labios que lamían y luego succionaban.

Caminando encima de TyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora