Capítulo 2

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Emma se quedó dormida con el sonido de las olas que reventaban en la orilla de la playa, testigo de un viento nocturno bastante fuerte. Ese ruido actuó como una dulce melodía en los oídos de Emma...Hasta que ese ruido se hizo sordo, como un eco lejano. Después escuchó sonidos turbulentos, como cuando tenemos la cabeza bajo el agua y no sabemos lo que es ni de dónde viene.

Emma, entonces, se agitó, con miedo de hundirse en el agua, como si algo la arrastrara hacia el fondo. La superficie parecía alejarse cada vez más, sin que ella pudiera hacer nada aunque estiraba los brazos, y batía las piernas. Y de repente, sintió una presión en una de sus manos. Fue sacada hacia arriba hasta alcanzar la superficie y ver un paisaje caótico: era de noche, llovía, los rayos rasgaban el cielo. Su vista se emborronaba a causa de las olas que golpeaban su rostro. No distinguía gran cosa, pero los sonidos ahora eran más claros.

"¡Emma!" Su nombre y una voz femenina resonaron "¡Emma!"

El corazón de la bella rubia se aceleró entonces y cuando su nombre quedó sofocado por el estruendo de un trueno, se enderezó y respiró sofocadamente en la cama. Durante un breve instante, se preguntó dónde estaba. Su mirada recorrió la estancia. Estaba sudando. Al faltarle el aire, se levantó y salió de la habitación discretamente. Bajó y abrió la puerta de cristal que daba a la playa. Caminó, con los pies descalzos sobre la arena fría, el viento golpeaba su rostro y traía sus cabellos hacia delante. Inhaló profundamente para volver a encontrar el aliento que le había faltado un instante antes.

Cuando las olas tocaron los dedos de los pies, se estremeció. Dio un paso hacia atrás y se sentó en la arena, su mirada fija en el horizonte: el cielo estaba despejado, eran visibles las estrellas. La luna ofrecía la luminosidad necesaria para ver lo que se tenía delante. Su reflejo en el agua resplandecía como múltiples diamantes. Observó el paisaje y de repente, las imágenes de su pesadilla le vinieron a la mente. Parecía que sí se llamaba Emma. Un voz femenina se lo había confirmado, pero ni idea de la naturaleza de aquella voz: ¿era su madre? ¿Una hermana? ¿Una amiga cercana?

Suspiró, con lágrimas en sus ojos, aún podía sentir el agua helada rodeándola mientras se hundía en las profundidades del océano. ¿Sería un recuerdo desagradable de lo que apenas había vivido dos días antes? ¿Había, de verdad, sufrido un naufragio? Y sí era así, esa voz femenina que la llamaba, ¿estaba ella también viva, en alguna playa no lejana de allí? ¿Esa voz, y por ende, esa persona, la estaría buscando? ¿O también habría perdido la memoria?

Estaba exhausta y quería dormir, pero el miedo a revivir esa pesadilla era más fuerte. Así que, se quedó allí, buena parte de la noche, hasta que ya no pudo dominar la fatiga. Entonces consintió en volver a acostarse, y dormir lo que quedaba de noche, felizmente sin visiones.

Por la mañana temprano, fueron los pequeños pasos de Henry bajando por las escaleras lo que despertaron a la bella rubia. Solo había dormido unas horas, pero se contuvo para no dejar transparentar nada. Regina ya estaba siendo demasiado amable acogiéndola, no quería en absoluto que se preocupara. Así que bajó despacio y cuando Henry, sentado en el sofá, con el mando en la mano, la vio, desorbitó los ojos.

‒ ¡Estás aquí!

‒ Sí, campeón‒ sonrió Emma mientras se sentaba a su lado

‒ Qué guay. ¿Te vas a quedar aquí entonces?

‒ No‒ rió ella ‒ Solo me he quedado esta noche, pero hoy, voy a comenzar a buscar

‒ ¿A buscar?

‒ Para saber quién soy de verdad, de dónde vengo...¿Tengo familia, y si es así, dónde están?

‒ ¿Mi mamá te va a ayudar?

La sirena de Blue CoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora