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Karmaland Corrupto

Después del accidente pasado, Rubius le había prohibido salir sin el en caso de volver a tener un ataqué de asma. Aunque dijo que si quería salir, tendría que avisarle de antemano para que estuviera preparado en caso de una emergencia.

Quackity se negó a ser tratado como un niño pero a final de cuentas cedió ante los intentos de protección del oso, si bien odiaba que fingiera tener preocupación por el; no tenía de otra más que quedarse con el, era (después de todo y de alexby) que se había mantenido con quackity desde un inicio.

Habían pasado cinco días desde que vio a la sombra en el medio del bosque, desde que aquella persona se había quedado con el hasta la mañana solo para asegurarse de que no le pasará algo.

"O solo para asegurarse de que a nadie le importabas y podía matarte sin preocupaciones" Repitió su mente, la voz traicionera que comenzó a hacerse más insoportable desde la traición.

Ahora se encontraba en la cafetería que amaba antes de lo sucedido y, desde las elecciones el alcalde comenzó a tomar riendas del asunto; haciendo que Karmaland pareciese corrupto. La cafetería ahora era una simple luz en la oscuridad, dónde la gente llegaba a refugiarse de las sombras que cubrían como una manta al pueblo antes visto como la luz de las personas.

La agradable camarera que lo había atendido tiempo atrás ya no estaba, había desaparecido desde que todo comenzó a decaer en Karmaland. No juzgaban su decisión, de hecho estaba orgulloso de que eligiera la mejor opción y fuera libre con sus hijos en otro lugar donde no tendría que sufrir de los impuestos que el hombre llamado alcalde estaba poniendo.

Miro al chico frente a el, cabello castaño y esponjado.

Se parecía a alguien pero su mente no lograba procesar, tendría que apurarse; después de todo, Rubius solo le había dado dos horas antes de que el mismo oso viniera a buscarlo, y ya había terminado una hora.

No quería tener que lidiar con un híbrido de oso preocupado y siendo pegajoso enfrente de todos, quienes aprovecharían para crear rumores que llegarían hasta el oído del hombre al que no quería ni ver en pintura.

Suspiro sacando todo tipo de tensión de sus hombros, logro poner una de sus mejores sonrisas para el hombre ignorando como los ojos contrarios se abrieron con sorpresa y deleite.

— Hola, crees que podrías darme un caramel macchiato y un té negro, con dos muffins, por favor?

El hombre no contesto pero asintió efusivamente, suponía que era su primer cliente en todo el día. Se compadeció de el, sabía lo difícil que era no tener clientela en las mañanas frías.

Lo vio moverse por todos lados, con una facilidad envidiable; sin duda estaba capacitado para trabajar aquí. Fue como si ya conociera el lugar y solo se incorporo fácilmente.

La campanilla sonó, sacándolo de sus pensamientos tan atrapado observando la espalda de aquel hombre y sus movimientos que no noto a las personas detrás de el. Una mano calida fue puesta sobre su hombro, se giro tan rápido como pudo y su mente entro en pánico.

Su padre estaba ahí, observando sus ojos asustados con preocupación; era la última persona que quería ver pero mírenlo, reencuentro familiar en su lugar favorito.
Ignoro el ataque que estaba apunto de tener y simplemente se giro de nuevo al hombre que estaba preparando su pedido.

Era cobarde de su parte huir de esta manera, pero justo ahora no estaba listo para tener que lidiar con los encuentros incómodos.

Al parecer las señales fueron suficientes para su padre, quién suspiro detrás de el y se fue tan rápido como llego. Volviendo con las personas que lo acompañaban, reconoció a cada uno de ellos pero ante la escena que acaba de pasar frente a sus ojos ninguno hizo el intento de acercarse.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2022 ⏰

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Poción De Slime - Karmaland VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora