Capítulo 2: Veintinueve de Agosto, Martes

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El ruido de mi madre encendiendo el fuego en la estufa de leña me despertó, era parte de su rutina de todos los días para después preparar el desayuno, me levanté casi inmediatamente, algo que no hacía muy a menudo, sobre todo en época de vacaciones, prefería quedarme debajo de la calidez de la cobija hasta que me lo pidiera mi madre o realmente tuviera suficiente.

—Lávate las manos y ve a ayudarle a tu papá a ordeñar las vacas —me dijo mi madre desde la cocina que desprendía un olor a ocote y encino encendiéndose. Ordeñar las vacas era algo que hacíamos también todas las mañanas de lunes a sábado, o por lo menos en mi caso durante las vacaciones, ya que una vez que entrara a la escuela dejaría de hacerlo, excepto los sábados; así como también cada tarde de domingo a viernes, sin importar si estaba en la escuela o no, tenía que ir a apartar algunos becerros de sus madres a los corrales que estaban a espaldas de las bodegas. Había además de la que se les había habilitado como habitación, otras cuatro, una para herramientas y fertilizantes, otra para costales de semillas de avena y alfalfa, maíz en grano y en mazorca, donde deambulaban algún que otro ratón y ardilla; y dos más donde se almacenaban las pacas de avena para alimentar el ganado durante el invierno. Además de las huertas manzaneras, la hacienda era un rancho ganadero y era esta actividad la que lo sostenía el resto del año.

No hacía mucho que el sol había comenzado a asomarse detrás de las colinas redondas, de todas las construcciones de la hacienda y de las montañas muy a lo lejos, se sentía esa frescura matinal que solo se percibe en el campo después del amanecer, en el rocío sobre el césped y el vapor en los labios, incluso en verano. Llegué con una cubeta de plástico al corral, agitándose en mi mano derecha: mi padre, el chófer y él estaban recargados en los postes de madera verticales y horizontales que formaban el corral, conversaban en la parte de afuera, observando a las vacas que los rodeaban, había varias negras y color crema, y un par guindas, todas esperando reunirse con sus crías que no dejaban de berrear inquietas y hambrientas al interior.

— ¡Buenos días! —les dije cuando estuve cerca de ellos.

Respondieron levantando la mano.

— ¡Mete dos vacas al corral para empezar! —me ordenó mi padre en cuanto me vio.

Las elegí, las dos que parecían estar más desesperadas por reunirse con sus hijos, una era completamente negra, con una mancha blanca cubriéndole casi toda la cara, y la otra color crema en su totalidad, ambas permanecían de pie junto a la puerta de madera sujeta con alambre a uno de los postes. Abrí la puerta, sus bisagras de caucho la llevaron contra la valla, yo me quedé dentro evitando que los becerros salieran. Las vacas entraron voluntariamente, seguidas de mi padre y de él, el conductor se había quedado fuera. Apenas estuvieron dentro, las crías del mismo color que sus madres se prendieron de las ubres. Mi padre se acercó con un lazo a la vaca color crema, a mí me tocaba la otra. Él se acercó hasta donde estaba. Pensaba que la sensación que me había invadido el día anterior habría sido por ser la primera vez, pero en cuanto se acercó a mí, la sensación volvió y me inundó todo el cuerpo.

— ¿Me enseñas? —me preguntó—. Nunca he visto como se hace —luego sonrió.

Respondí solo con un «sí» que apenas y alcanzó a salir de mi boca, estaba nervioso de tenerlo tan cerca y también feliz de poder compartirle algo de mi vida, sabía que al menos ahora habría algo que lo hiciera acordarse de mí.

Tomé uno de los lazos que colgaban de la valla y me acerqué hasta las patas traseras del animal.

—Primero —le dije, aclarándome la garganta y tratando de evitar los tartamudeos del día anterior—, tienes que amarrar las patas a la vaca, con el lazo, así. —Lo había hecho infinidad de veces, pero su presencia me volvía más torpe, ya que en lugar de solamente hacerlo, pensaba en que debía hacerlo bien y eso provocaba lo contrario; después del segundo intento lo logré, pasé el lazo por enfrente de ambas patas, luego entre ellas, hice un nudo y lo apreté, tomé el rabo, y lo até con el mismo lazo.

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2022 ⏰

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