Todo me daba vueltas mientras veía como se iluminaba el techo de colores y la música me hacía vibrar todo el cuerpo por el desmedido volumen en el club. Quería seguir sintiendo esa energía y paz antes de que comenzaran mis entrevistas de trabajo a las empresas de diseño que he aplicado.

-¡Thea ya es hora de irnos! -volteo a ver a mi única amiga, quien interrumpe mi trance de paz.

-¡Pero si apenas lo estoy disfrutando! - me quejo y me empiezo a reír- ¡Solo un rato más Jen!

-No, mañana tenemos que pararnos temprano si no perderemos el avión.

Cierro los ojos un momento más y no me queda otra opción que caminar tras de ella, empiezo a recoger mi bolso y mi chamarra de los sillones donde hace unas cuantas horas un grupo de amigos estábamos brindando con unos buenos tequilas por las próximas semanas donde todos empezaríamos a lidiar con la vida de adulto.

¿Y qué era la vida de adulto? Bueno, pues próximamente, tendré que enviar demasiados curriculums, pasar por la transición de "Agradecemos que nos consideres, pero no es lo que buscamos" o "Nosotros te llamaremos", ciertamente a nadie le gusta el rechazo, pero a los recién graduados eran a los primeros en decirnos "No".

Dejando mi enojo a un lado por estas razones filosóficas a los que los borrachos llegamos, mi amiga Jen (a la que en un principio no me agradaba en nada, pero con el paso del tiempo nos conocimos mejor), me llevaba a mi pequeño departamento donde había pasado momentos de soledad, alegría y largas noches de desvelo... por estudiar claro.

-Thea ya estamos en tu casa, no olvides que maña paso por ti temprano, te lo ruego -tomó mi mano y me miro con una cara de perrito- mañana ya ten tus maletas y tu gran trasero en la puerta, si no te dejaré y hablo en serio.

-Como usted me ordene comandante -salgo de su carro y me encamino como puedo a la puerta de mi departamento, no sin antes girarme y hacer un saludo militar.

Jen solo se ríe y se va. Mientras voy subiendo las escaleras para llegar al departamento, voy recordando a medida que subo las escaleras la primera vez que vine a pedir informes y se me hacía una locura venirme a vivir sola, recuerdo cómo salí escapando de la situación tan caótica del divorcio de mis padres, el único que me acogió y se preocupó por mí fue mi tío Gabriel y me trajo con él.

Ya dentro de casa me cambio de ropa y me meto directo a la cama, cierro mis ojos y mil pensamientos me acechan, recuerdo algunos momentos de mi infancia... en un abrir y cerrar de ojos, estaba lejos de mis padres, en un país diferente, sin entender por qué me alejaban de mi padre y porque me abandonaba mi madre a manos de su hermano. Parecía una marioneta y solo jalaban de mí, iba y venía, claro en ese tiempo no preguntaba nada ni cuestionaba esas decisiones.

Carrera FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora