Mis manos estaban completamente congeladas y apenas podía sentirlas, pues a Jen era la única a la que se le ocurría salir a las 5:00 am, en su defensa era para disfrutar el atardecer de Italia. Tendríamos que esperar un poquito más de 14 horas de vuelo, el lado bueno era que llevaba películas descargadas, mis audífonos y mínimo 3 libros para irlos turnando.

Hicimos toda la documentación necesaria, el check in de las maletas y pronto pasaríamos a la sala de espera para abordar... desde que cerré los ojos solo soñaba cómo iba corriendo detrás de mi tío con los ojos empañados por las lágrimas, mi muñeca arrastrando por el amplio pasillo para abordar. Mi cerebro grabó como en una película el momento donde estaba en una gran pista de autos, en el lado del copiloto del carro de mi padre, y al siguiente veía a mi madre llorando y gritándole, apartándome de su lado.

-Thea ponme atención-al escuchar la voz de Jen me saca de mi trance de recuerdos.

-Perdón, estaba recordando si traigo todo lo que necesito en la maleta. - mentí.

-No te preocupes si algo te hace falta ya lo tendré yo en la mía, hice una lista exhaustiva de medicinas, cremas, ropa interior y maquillaje para tenerlo todo.

-¿A qué hora te dormiste?- pregunto entornando los ojos, sé que Jen es una obsesiva compulsiva y repasaría la lista por lo mínimo unas trece veces.

-Temprano... como a las 2:00 de la mañana.- me dedica una sonrisa tensa- ¿estás lista para la acción?

-¿Cuál acción?- replico de forma amargada- me doy por bien servida si regreso con todas mis extremidades y una mejor o igual salud mental.

-A veces eres como una señora de 80 años, ¿te lo han dicho? Si no conseguimos el trabajo, por lo menos conquistaremos a un guapo europeo - me pica las costillas.

-Gracias, los 80 son los nuevos 23 y por favor centrémonos en conseguir el trabajo, no me apetecería vivir en una casa de cartón - me cruzo de brazos.

-Está bien, ya iré adoptando los gatos para tu casa.

Reímos juntas y nos quedamos tomadas del brazo en los asientos de la sala de abordar. En menos de lo que cantaría el gallo estaríamos embarcadas en una nueva aventura en Italia y solo el destino sabrá que nos depare.

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-Deja de enterrarme las uñas Jen - ya no sentía la mano por la presión que me ejercía con su mano, pero las uñas aún las podía sentir.

-Perdón, es que siempre me da miedo el aterrizaje, es lo que menos disfruto de volar.

Me saca una risa y para ser la primera vez que vuelo me ha gustado bastante, es uno de esos juegos mecánicos que no quieres que acabe, pero sientes ese algo en la boca del estómago que te deja con ganas de más.

-No es nada chistoso, ¿qué tal que nos morimos aquí mismo? - me lanza una mirada molesta.

-Jen hay más posibilidades de tener una enfermedad crónica degenerativa que morir en un vuelo de avión.

-Deja de decir cosas inteligentes, ya estamos cerca del suelo y desperdiciaré mi último aliento de vida discutiendo contigo.

-Deberías de sentirte afortunada de morir a mi lado en tal caso.


Carrera FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora