«Sí»

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A él le agradaba la navidad. Si la disfrutaba por lo animado que se volvía el ambiente, los regalos o la reunión familiar, no lo sabía; pero todo lo anterior le hacía tomarle cariño a esos días y no podía evitar pensar en los recuerdos.

Si le hubieran dicho, al comenzar el año, que se encontraría en la situación en la que actualmente estaba, probablemente se habría reído por el mal chiste. Ahora reír era lo último de lo que tenía ganas.

Esperaba pasar el invierno de una forma diferente: En el hogar de los Hyuga, con su familia o, en otro caso, con un par de amigos comiendo sobre algún tejado con una vista agradable. En cambio, estaba dentro de esa lujosa casa cumpliendo con una misión, en compañía de tres personas que parecían darles totalmente igual ese tipo de temas.

Y es que no se trataba de una misión cualquiera, después de la explicación que les dio Shikamaru era como tener el peso de toda una aldea encima, y Konoha era una muy grande.

Ada era una mujer que requería mucha atención en este trabajo, además de estarla vigilando y evitar hacerla irritar, era incómodo estar bajo su mira sin contar a su hermano pequeño que era algo insoportable para él y Kawaki, quien hablando de este, apenas podía soportar la misión.

Desde que revivió, le parecía que Kawaki había desarrollado cierta hostilidad hacia él, lo notaba en su mirada y en el desprecio con el que hablaba de los Otsutsukis; no estaba seguro en realidad, pero era igualmente incómodo, así que salió un momento a tomar aire en el espacio libre del segundo piso, acercándose a la baranda para apreciar el ambiente.

Los copos de nieve eran escasos a comparación de otros años, pero el frío vino puntualmente y el ruido activo proveniente de la aldea señalaban que el espíritu navideño ya había llegado. Suspiró sin saber cómo sentirse exactamente por no poder acompañar a su madre y a Himawari.

—Supongo que tampoco podré ver a Sarada —murmuró triste sintiendo el viento helado revolver su cabello.

—¡Hey, te vas a tirar! —La voz de Daemon apareció repentinamente desde atrás, estaba señalándole con el dedo—. ¡Le voy a decir a mi hermana que quieres huir de aquí! —Entró corriendo a la casa aguantando una carcajada.

—¡Oye! ¡Mocoso! —Boruto se bajó de la baranda antes de que ese niño volviera a ponerse a gritar cosas que no eran, lo que le irritaba era que Daemon sabía que no pasaba nada en realidad y solo lo hacía para molestarlo. Incluso creería que se esforzaba para hacerlos quedar mal con Ada y que se molestara con ellos.

Por suerte, al bajar notó que ella se encontraba recostada elegantemente en el sillón probando la TV sin prestar mucha atención a su pequeño hermano, quien por cierto se olvidó del tema enseguida en cuanto vio a Kawaki para ir a molestarlo, quien estaba secándose la nuca con una toalla, ¿cómo podía usar agua tan fría para ducharse con ese clima?

Ada notó la presencia de Boruto y lo miró de reojo sin hacer ningún movimiento.

—Boruto.

—Ah, ¿Sí?

—¿Podrías venir a ayudarme con esto? No hay nada bueno aquí.

—Bueno... —Bajó las escaleras para acercarse al sofá—. Esos son todos los canales que hay, solo tienes que esperar hasta que alguno de los programas termine y comience otro que quizá te interese.

La mujer dejó salir un breve suspiro en decepción y apagó la pantalla.

—Está bien —respondió de forma simple.

Boruto se preguntaba si siempre tenía ese semblante tan serio cuando no estaba cerca de Kawaki.

—Boruto. —Lo volvió a llamar—. ¿Por qué estás triste?

—¿Mm? —A veces se le olvidaba que era imposible pasar desapercibido por el poder de su ojo—. Solo me siento nostálgico —dijo simulando no darle importancia. Ada fue al grano.

—Es por ella, ¿verdad?

—¿¡Eh?! —Eso lo tomó por sorpresa y se puso a agitar sus manos cuando Ada volteó a mirarlo—. ¡N-no sé de qué hablas, sé clara!

—Ya lo fui.

—¡Ek! —El rubio era consciente de que esa muchacha tenía un leve interés hacia él, ¿de qué tipo? Ni idea, pero lo que fuera le ponía los nervios en punta considerando la situación; ya habían traído Kawaki hasta acá por ella a pesar de lo poco que le interesaba conocerla, y no quería ser él el siguiente a quien usaran de intercambio. Pronto se encontró tratando de buscar una excusa tartamudeando en el proceso.

Por otro lado, Ada disfrutaba en su interior ver cómo se ponía. Le parecía lindo hasta cierto punto ver a Boruto así de nervioso por una chica sin siquiera mencionar su nombre. Bajó la cabeza tratando de ocultar una pequeña sonrisa, ¿alguna vez alguien reaccionaría de esa manera por ella de la forma tan sincera en la que lo hacía este chico?

—Tranquilo, no me voy a enojar. —Alzó de nuevo la mirada—. Yo no sé nada sobre los sentimientos que trae un día especial, todos son como uno más para mí —continuó hablando con calma—, y me parecen tan superficiales, pero sí puedo imaginar el terrible deseo de querer estar con alguien que quiera verte porque quiere, y no porque... te necesiten. —Se quedó ligeramente pensativa.

El chico solamente se dedicó a escucharla. Por la pequeña explicación de Sumire entendía que lo más cercano que Ada tenía de una relación genuina era la que llevaba con su hermano. Se quedó en silencio un momento sin saber qué responder exactamente, estuvo a punto de hablar cuando la mayor lo hizo primero.

—Ve con ella.

Boruto pensó por un momento que escuchó mal.

—No le diré a Konohamaru cuando despierte que saliste, solo... no llegues tan tarde o no te cubriré —respondió mientras abrazaba una almohada con ambos brazos.

Los ojos del rubio tardaron un par de segundos antes de brillar por un instante, y sin decir nada regresó por las escaleras deprisa. La peliazul miró hacia donde corrió. De los dos, Boruto era el que se había mostrado más noble al momento de hablar a diferencia de Kawaki, quien era reacio con ella. Eso la desanimaba un poco, pero por lo menos trataría de aprovechar el resto del día para acercarse a él.

Un día diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora