No pueden existir tantos Yoongi ¿Verdad?

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—¡Aquí, frena!— Jungkook palmeó la espalda del mayor y bajó de la motocicleta

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—¡Aquí, frena!— Jungkook palmeó la espalda del mayor y bajó de la motocicleta. Trastabillándose con su propio ser, camino hasta la peluquería algo escondida.

Una campanilla anunció su llegada y todas las miradas se posaron en él. Señoras con bolsas en la cabeza, rizadores, pedazos de papel aluminio y cápsulas de calor. Jungkook se sintió un poco pequeño ante tanta mirada pero de igual manera, se hizo camino a la recepcionista.

—Disculpe, estoy buscando una señora apellidada Ahn. ¿Sabe dónde puedo encontrarla?

La recepcionista levantó su cabeza de su manicura a medio terminar y chistó.

—Ahn no esta. No volverá de sus vacaciones hasta dentro de dos semanas...— Apuntó un libro abierto sobre la mesa. –Allí puedes anotar tus quejas o puedes atenderte con otra estilista.

Jungkook negó.

—¿Sabe dónde vive? Necesito hablar con alguien de su familia.

—¿Por qué sabría yo eso, muchacho! ¡Ve a molestar a otro lado!— La mujer levantó una revista enrollada en su mano y el azabache simplemente se hizo hacía atrás para luego salir corriendo despavorido.

Jimin, quién estaba sentado sobre su motocicleta, lo miró aburrido, esperando una respuesta.

—No tuve suerte. La señora me echo.

Una persona con dos cajas de pizzas los interrumpió momentáneamente. Se quitó su casco y habló.

—Disculpa ¿Podrías moverte de la puerta? Tengo que entregar este pedido— Jungkook, dándole una leve reverencia, se movió de su lugar, dejando pasar al muchacho de cabello negro.

—¡Por fin, Min!— Gritó la recepcionista. —Nos tenías muertas de hambre, muchacho. Que diría tu madre.

Y la puerta se cerró.

—Yo también lo haría con lo preguntón que eres. Date por vencido, ese chico no va a aparecer.

—¡No, tendré que ver a todos los Yoongi de este barrio para darme por vencido! ¡Súbete!

Se colocó su casco y cruzó sus brazos.

—¿A dónde voy?

—¡A la tienda de discos cerca de mi casa!

—Deja de gritar.

—Perdón— La moto encendió su motor y las ruedas volvieron a rodar. El repartidor de pizzas asomó su cabeza por la puerta...¿Había escuchado bien?

¿Había escuchado bien?

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DISTANCE | JinsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora