Capitulo 1.

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Esta tarde estaba ridículamente helada, tan helada que el frio viento se colaba entre las mangas y el cuello de mi cazadora. Tan helada que podía jurar que mis dedos estaban a punto de romperse y caer.—Qué bien tocas, hija. Espero que esto te ayude en algo...—El hombre desconocido detuvo sus pasos antes de sacar un par de generosos dólares de su bolsillo trasero, se agachó mirándome con una sonrisa amable y finalmente los puso dentro de mi gorro. 

—Muchas gracias.— La felicidad en mi tono de voz no podía ser escondida aunque así lo deseara. Le devolví la sonrisa casi que queriendo llorar pero me contuve. Sus oscuros ojos me miraron con una extraña curiosidad antes de negar en gesto amable y seguir con su camino. 

Por fin pude soltar el violín luego de siete tortuosas horas de tocar sin descanso. De inmediato y sin poder esperar un segundo más, llevo mis manos temblorosas al gorro y jadeo al contar a ojo el dinero que yace descansando en su interior. Al levantar la cabeza, veo al hombre en la distancia caminar despreocupado. 

Malditos doscientos dólares.

Noto que no es lo único que colocó en mi sucio gorro; También hay una tarjeta muy bonita. Decido que estoy muy abrumada por lo cual también decido que por el día de hoy es suficiente. Así que sin pensarlo más, agarro mi preciado violín y meto el dinero junto con la tarjeta en mi bolsillo trasero. Sacudo el gorro y me lo coloco intentando no darle mucha lata a la situación. 

Es decir, solo fue un buen hombre ayudando a una extraña extranjera. 

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—Me dices entonces qué el hombre solo te elogió, te soltó doscientos dólares y una tarjeta con un extraño numero nada más porqué si ¿Estoy en lo correcto?— Bufé antes de llevarme un bocado de fideos a la boca. 

—Es literalmente lo que te dije.— Paola giró los ojos volviendo a poner atención en la extraña tarjeta que solo contenía un número telefónico. No nombres, no presentación, no logos. Solo el jodido número. 

—Yo digo que deberías llamarle.—Alejo levanto los hombros con desdén.— Quien quita que sea un muy generoso hombre en busca de una nueva inversión joven, hermosa y talentosa.— Fruncí el seño al encontrarme con su picara sonrisa.— A ver María José, dime ¿Era guapo? 

—¡Por Dios, Alejo!— Gruñí con la boca llena a punto de lanzarle la caja de sopa instantánea en la cabeza. El estalla en risas mientras intenta quitarle a Paola la tarjeta.— No me están ayudando en nada..— Murmuré. 

—Cariño ¿Qué quieres que te digamos?—La ojiazul suspira entregándole por fin la tarjeta al pesado de alejo— No le des lata, quizá solo fue un hombre amable intentado ayudar, qué de hecho, fue lo que hizo.—Señaló con obviedad la comida en mis manos y el documento de renta con el sello de pago en mi mesa.— No le des vuelta al asunto. 

—O quizás...— Alejo se levanta de la mesa con la tarjeta en la mano y se dirige a pasos lentos al teléfono de la cocina.— Sí es un hombre asquerosamente rico en busca de diversión joven y talentosa, los doscientos solo fueron un adelanto y...—El pelinegro muerde su labio inferior— la tarjeta la obvia señal de que quiere que lo busques.—Me señaló con el teléfono.— Pero solo lo sabrás si le llamas.

—Alejo, deja de decir estupideces.— El aludido giró los ojos, bufó con aburrimiento y colocó el teléfono en su lugar antes de volver con nosotras a la mesa.— Majo, ya te dije... No le des lata, mujer. Si te preocupa que el hombre sea un peligro o algo, solo cambia de ubicación.

—Lo dices como si fuera fácil.

—¡Lo es!—Insiste ella. 

—¡Es que no entiendes!— Gruño llevándome las manos a la cara. Resoplo, resoplo... y resoplo. Finalmente, decidida y con el coraje naciéndome del culo, porqué estoy segura que con la cabeza no estoy pensando; Tomo la tarjeta ante la sorpresa y sonrisa divertida de Alejo, me levanto de golpe y camino decidida hacía el teléfono. 

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2023 ⏰

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