Prólogo

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El telón oficialmente había caído y tras el, todos festejaban y brincaban felicitándose entre si. Todos excepto yo, que los observaba en la lejanía con un intento de sonrisa en mi boca. Para muchos este era por fin la meta final de la ilusión que alguna vez soñaron con cumplir. Para otros era simplemente el puente para cruzar a una mejor etapa de sus vidas; Donde nuevas metas, oportunidades e incluso nuevos sueños los esperaban.

Para varios era el fin de una bonita etapa que inmediatamente les abría paso hacia una nueva.

Para ellos si, pero para mi no.

Tras la caída telón, recojo mis cosas. Me encuentro reteniendo las lagrimas que Dios sabe quisiera que fueran de felicidad y no causantes del sentimiento invasor que últimamente no me dejaba tranquila; La incertidumbre.

—Majo ¿Irás a la fiesta de celebración?— Sus ojazos azules lanzaban tantos destellos que seguramente de haberlos mirado fijamente por más tiempo me hubiera quedado ciega.— Vamos... Tienes que ir, quizá sea la ultima vez que nos veamos.—Me codeó la costilla sonriéndome con amabilidad.

—Ay mi Pao, Realmente estoy muy cansada.— Levanté la cabeza a lo que terminaba de meter las escasas cosas en mi maleta y le devolví la sonrisa, solo que intentaba que la mía no se viera tan fingida. Volví a tomar la palabra cuando la confusión se adueñó de sus facciones.—Vayan ustedes y gócenla al máximo. Después me cuentas que tal les fue ¿Si?

Paola me sonrió y asintió antes de irse pero era obvio que no estaba para nada convencida.

Casi enseguida vi los pies de alejo caminando en mi dirección, sin embargo no levanté la mirada en esta ocasión. Ralenticé mi tarea lo más que mis tres camisas super fáciles de guardar me lo permitieron.—¿Cómo así que no irás a la fiesta mi pochas?— Su seño de frunció ligeramente y de verdad que no quise darle largas a la situación. No lo necesitaba.

Así que simplemente suspiré, cerré mi maleta, me la colgué en un hombro y le respondí sonriendo.—De verdad que estoy cansada y no tengo muchas ganas...

—Pero por Dios mujer, si es que acabamos de terminar el trabajo de siete meses.— La emoción parecía haber visitado hoy a todos exceptuándome a mi, claro. A raíz de mi acido pensamiento, sin quererlo una sonrisa amarga me nació en el rostro.

—Ya, pero de verdad que estoy exhausta.

Su mirada cero convencida, como la de pao, me observó durante cortos segundos hasta que finalmente asintió con una mueca en su boca. Palmeó mi hombro antes de abrazarme de medio lado.—Ya sabes que siempre puedes ir a fisgonear conmigo a los meseros...—Susurró juguetón en mi oído antes de separarse y guiñarme un ojo.

Había conocido a Alejo- Como a muchos de mis otros compañeros- Durante los arduos siete meses de ensayos tras ensayos. A raíz de pasar tanto tiempo juntos, una especie de amistad al estilo de dos jóvenes de preparatoria había nacido entre nosotros. Pero sin embargo, no me sentía ni era capaz de contarle a el los espantosos pensamientos que últimamente me robaban el sueño. Pensamientos que a muy a mi pesar se habían convertido en mi realidad.

"¿Y ahora qué?" Era la pregunta que resonaba en mi mente como un mantra. La agencia de Covent Garden era simplemente una ayuda, un peldaño, joder ¡un empujoncito! para supuestamente alcanzar o volar a lo que verdaderamente había nacido. Pero me encontraba estancada y haciéndome constantemente la pregunta sin respuesta.

Maldita sea ¿Y ahora qué?

Si, acababa de culminar una gran etapa en mi vida y Dios sabe cuan agradecida estoy por eso. Con el y con Convent Garden por permitirme ser parte de este hermoso proyecto... pero ahora me encontraba a la deriva. Durante los primeros tres meses de ensayos y de trabajo, realmente lo disfruté; Me desvivía gustosa matándome y sudando día a día, pero después, cuando me di cuenta que todo era real y que el tiempo pasaba tan veloz como un parpadeo, comencé a replantearme mi futuro

¿Qué haría luego del show? ¿Qué seguía? ¿A donde iría?

Las preguntas sin respuestas crecían tanto como los meses pasaban. Al quinto mes el desespero era tanto que ya no disfrutaba los ensayos; se habían vuelto una cuenta regresiva.

¡Por Dios! Si es que estoy recién graduada, en un pais casi desconocido y la única experiencia que tenía de alto reconocimiento, era esta. Y estaba totalmente segura de que habían violinistas con mucho reconocimiento aquí en Londres.

¿Quién carajos se molestaría si quiera en tomarme en cuenta, joder? 

Un extraño sentimiento se cuela bajo mi piel haciéndome temblar y suspirar. La nostalgia también se adueña de mi cabeza. Observo probablemente por ultima vez a mis compañeros y es inevitable el tsunami de recuerdos que inunda mi mente.

Sonrío...sonrío de verdad, lo hago aún siendo consiente de que el telón había caído y junto a el mis expectativas sobre mi borroso futuro y... por qué mentir, también sobre mi presente.

¿Y ahora qué?

La nota más alta |© CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora