El Reino del Cielo estaba formado por dos tipos de criaturas: ángeles y dioses. Los ángeles eran considerados inferiores y se encargaban de las tareas más difíciles y agotadoras, mientras que los dioses eran superiores y se ocupaban del orden, el juicio, la conservación y mejora del lugar.
En un pequeño jardín, un niño de aproximadamente 8 años corría alegremente. Su cabello negro se movía mientras corría y sus ojos negros estaban llenos de alegría y brillo. El lugar estaba adornado con hermosas flores extrañas. Allí se encontraba una mujer de una belleza encantadora, observando al niño con detenimiento y alegría.
- ¡Mamá, mamá! ¿Cuándo llegará Ikki? Quedamos en ver quién es mejor con la espada y qué tan habilidosos somos - la voz del niño estaba llena de emoción y sus ojos mostraban lo inquieto que estaba.
- Tranquilo, Shura, es demasiado pronto para que tú e Ikki quieran entrenar con espadas. Aún son pequeños para pensar en este tipo de cosas - la madre del niño se agachaba sonriendo mientras hablaba.
- Mamá, quiero ser muy fuerte y convertirme en un gran dios como mi padre. Quiero demostrar que puedo ser digno de ser el dios de la luna y ser el mejor de todos.
La madre del niño besó su frente delicadamente y le dijo
- Mi pequeño y lindo dios lunar, aunque quieras demostrar tu valía, sabes que esto lleva tiempo. Debes desarrollar tu fortaleza y esforzarte en cumplir adecuadamente tus obligaciones para ser reconocido.
- Ser dios es complicado, mamá, pero cumpliré y honraré el título que me han dado.
- Tu padre estará orgulloso, al igual que yo, cuando te conviertas en el más reconocido del reino.
La mujer se levantó y, al dar la espalda al niño, una joven mujer de cabello blanco y vestido azul elegante llamó la atención de todos en el lugar. Con ella llevaba de la mano a un niño de cabello dorado y ojos azules que irradiaba seguridad y entusiasmo.
- Es un gusto verte otra vez, diosa estelar Amira - la mujer hizo una reverencia mientras tomaba los extremos de su vestido.
- No es necesario tanta formalidad, Eider. Te lo he dicho muchas veces, que seas una simple diosa sin título no te hace diferente. Somos amigas desde hace años y me siento mal cada vez que haces esto.
- No quiero hacerte sentir mal, pero recuerda que cada dios tiene sus obligaciones y reglas. Mostrar respeto hacia los dioses superiores es una de ellas.
- Sé que está escrito y debe respetarse, pero eres como una hermana para mí. No permitiré que me hagas una reverencia de nuevo. Cualquiera que se atreva a decirte algo por no cumplir tal acto tendrá que quejarse conmigo.
- Está bien, diosa estelar - Eider rió burlonamente al ver la expresión molesta de Amira ante su comentario.
- Dejando eso de lado, Shura estaba emocionado de que Ikki llegara. Incluso parece que ya lo encontró.
- Ikki también estaba emocionado por verlo, dijo algo sobre practicar con espadas.
- Sí, le dije a Shura que todavía es demasiado pronto, pero la idea de ser el mejor es algo que no se borra fácilmente. Quiere lograrlo lo antes posible.
- Sé que te preocupa tu pequeño dios, al igual que a mí, pero recuerda que su reconocimiento no llegará rápidamente. Es algo que entenderán con los años.
- Lo sé, pero me preocupa mucho. Es demasiado pronto para pensar en todo esto.
- No te preocupes, solo observemos y veamos cómo nuestros hijos se desenvuelven.
Ambas mujeres observaban a los niños detenidamente, sus ojos enfocados en las espadas que tenían en sus manos. Mientras tanto, el dios de la luna y del sol conversaban un poco antes del entrenamiento.
- Parece que estás listo, Shura, tu cara aburrida lo dice - el niño burlonamente le diría mientras se ponía en posición para entrenar.
- Esta es mi cara de siempre, es más, si sigues sonriendo así te saldrán arrugas en la cara pronto, Ikki - el niño mostró una leve sonrisa mientras se ponía en posición.
- Tu que sabes de esto, solamente lo dices por molestar como siempre.
- Debes leer y estudiar más, la fuerza y la agilidad son puntos necesarios para ser reconocido, pero la inteligencia también lo es, así que te recomiendo que lo hagas.
- ¿Me estás diciendo que soy un dios sin inteligencia? - mostrando una cara sonriente mientras sus palabras expresaban su molestia.
- No exactamente, pero solamente digo que deberías hacerlo amigo.
Un silencio invadió el lugar, las palabras de Shura molestaron a Ikki por lo que sus intenciones en ese preciso momento eran derrotarlo y dejarlo como un dios inteligente pero no fuerte. El dios del sol se lanzó hacia el dios de la luna, sus espadas chocaron, un leve estruendo se desarrolló en el lugar dando un impacto entre las mujeres y los presentes. A pesar de ser unos niños sin experiencia con la espada se movían bien, evitaban ser amenazados y tenían una buena postura. Minutos después, Shura dio un mal paso y su movimiento de ataque no salió como esperaba, en ese momento Ikki chocó su espada con la de Shura para desequilibrarlo y amenazó el cuello del Dios de la luna con su espada, mostrando una sonrisa acompañada de unas gotas de sudor en su rostro.
- Este dios al que le saldrán arrugas por sonreír te ha ganado.
- No es necesario que lo digas con esa sonrisa espantosa, solamente fue suerte - el joven mostraría una expresión tranquila.
- Si tú lo dices, pero a partir de hoy nos enfrentaremos, así que practica lo suficiente, porque planeo ganarte una y otra vez.
- No te alabes tanto, el siguiente enfrentamiento lo dirá todo, pero espero que tus palabras no sean simplemente palabras vacías. ¿Puedo pedirte algo, Ikki?
- Claro, ¿qué necesitas?
- Quiero la revancha aquí y ahora, esta vez no voy a quedar como un perdedor.
- Claro, lo acepto, no le negaré algo a mi amigo.
Ambos se pusieron en posición y nuevamente chocaron sus espadas. Sus movimientos y su determinación fueron notados en ese momento. Una vez más, se reflejó la victoria de Ikki ante el combate. La mirada de Shura mostró lo que cualquiera sentiría ante la derrota: envidia y vergüenza.
Cada vez que ambos dioses se enfrentaban, la victoria siempre le daba paso a Ikki. A medida que crecían y entrenaban más, se volvían más fuertes y hábiles. Sin embargo, Shura siempre era amenazado por el filo de la espada de Ikki, y así fue hasta su cumpleaños número 19. Ambos jóvenes habían crecido tanto que tanto diosas como ángeles admiraban su presencia.
- ¿Estás listo para enfrentarme, Shura? ¿Crees que eres capaz de ganarme esta vez? -el joven se quitó su saco blanco con bordados dorados mientras tomaba su espada de la mesa del jardín.
- Solamente quiero entrenar hoy, eso es todo -respondió Shura, mientras se quitaba su saco negro con bordados azules brillantes y tomaba su espada.
- Está bien, Shura, pero antes de empezar, ¿por qué no platicamos un poco?
- ¿Platicar? Si quieres hacerlo, busca a otra persona, yo vine a entrenar contigo. Si me derrotas, entonces hablaré contigo cuando terminemos.
- Está bien, entonces tengo ganado este enfrentamiento sin importar qué.
- Como sea, pero no te lo dejaré fácil, Ikki. Esta vez serás el perdedor de esta pelea.
Sin más que decir, ambos se enfrentaron sin control, moviéndose de un lado a otro, esquivando y respondiendo a cada ataque. Después de un rato, la espada de Ikki rozó la cara de Shura, dejándole una herida y sangre en el rostro.
- Estás más que derrotado, Shura. Eso es prueba de que aún te falta habilidad -dijo Ikki.
El dios lunar tocó su herida mientras sus ojos mostraban desesperación y enojo. La mano con la que sostenía la espada se movió sin control hacia Ikki, cada ataque que daba era más violento e incontrolable.
- Shura, te he dicho que he ganado. ¿Es tan difícil aceptarlo? -dijo Ikki con molestia, tratando de esquivar los ataques cada vez más intensos y cansados de Shura.
Las palabras no funcionaron y el dios lunar trató de retroceder para atacar al dios solar. Su momento de ira lo hizo impulsarse sin darse cuenta de que estaba en los límites del cielo, y al retroceder, caería. Ikki corrió y agarró su mano antes de que cayera al vacío.
- Por favor, reacciona, necesito que no caigas en este lugar. Eres mi amigo y siempre intento hacerte reír, no lo hago con la intención de molestarte. Además, este lugar es prohibido. Si descubren que cruzamos el límite, nos castigarán -dijo Ikki, apretando la mano de Shura mientras este cerraba los ojos para recuperar fuerzas.
- Ikki, siempre velando por ti y por evitar que nos reprendan. Pero no podrás aguantar mucho así. Siento haberme descontrolado, es que sentir la espada cerca de mi cara y ver la sangre me hizo sentir mal. No quería que volvieras a ver eso nuevamente -dijo Shura, mirando el vacío.
- Lo sé. Sé que la última vez fue devastadora para ti, pero prometo que esta vez no lo provocaré, amigo. Nunca pensé que llegarías a esto. Ahora necesito que me ayudes a subir aquí. No creo que te sientas cómodo allí -dijo Ikki, sudando y con la fuerza disminuyendo.
- Lo siento, Ikki. No estoy del todo consciente. Si te ataco al subir, será aún más desgarrador y cargaré con una gran culpa. Admitiré la culpa de todo esto. No quiero lastimarte, así que suéltame. Yo buscaré la manera de regresar -dijo Shura, mirando a Ikki y empujándo hacia su cuello su espada.
Ikki lo soltó sin pensarlo, mostrando desesperación en sus ojos. Puso su mano en su pecho y su respiración comenzaba a ser rapida y agitada, Este se arrodillaría en el suelo mientras intentaba controlarse, soltaría un grito desgarrador por haberlo soltado, estaba tan arrepentido de ello. Luego se levantaría y aventaría su espada con coraje, patearía y golpearía todo lo que encontrara a su paso. Unos ángeles que merodeaban el lugar presenciaron ese momento y sin dudarlo volaron hacia Ikki mientras agarraban sus brazos.
- Joven Ikki, ¿qué está haciendo? ¿Se ha dado cuenta de que sus manos están llenas de sangre de tanto golpear? Cálmese y cuéntenos qué ha pasado y por qué está así- le preguntaron los ángeles, sujetándolo por ambos brazos.
- Déjenme, todo es culpa mía. Todo fue por mis burlas, si tan solo no lo hubiera hecho- sus gritos desgarradores resonaron en el lugar mientras lo sostenían. Ante el alboroto, una voz femenina se escuchó detrás de los sujetos, obligándolos a guardar silencio.
- ¿Por qué el joven dios está así? Si esto fue por culpa de ustedes, los desterraré de este lugar sin dudarlo‐ las palabras de ella reflejaban su molestia ante la situación.
- Mis más sinceras disculpas, señorita Iris. El joven dios se alteró, no sabemos exactamente qué sucedió. Cuando llegamos, ya se encontraba en estas condiciones y lo detuvimos porque estaba en mal estado- explicó el ángel Dariel, haciendo una reverencia mientras dirigía su mirada al suelo.
- Llévenlo con Forseti y cuéntenle lo que ha pasado. Díganle que van de mi parte. En el estado en que se encuentra, dudo que diga algo. Cuando esté más tranquilo, les dirá lo sucedido. Aunque me extraña que esté solo, ya que siempre está con Shura. Pero nuestra prioridad es el ahora. Iré a buscar a Shura para saber qué sabe de Ikki - diría en un tono suave y humilde.
- Claro, señorita Iris, en este momento nos vamos. Cuando el joven esté mejor, le informaremos- respondería Dariel en un tono suave mientras deshacía la reverencia.
- No, cuando esté mejor, informen a la diosa Edier y al dios Zarek. No me gustaría que se preocuparan por su hijo. Después de eso, pueden regresar a sus labores. Además, no quiero que divulguen nada de esto. Si nuestro líder se entera de que Ikki estuvo aquí, podría castigarlo de la manera más severa.
- Sí, señorita. Con su permiso- ambos ángeles harían una reverencia y, acto seguido, llevarían al dios solar al lugar indicado.
El sonido de una trompeta interrumpiría el trabajo y las actividades de dioses y ángeles en general. Una voz muy fuerte y empoderada resonaría por todo el cielo. Era la voz de Deimos, el líder del reino, padre de Shura y esposo de Amira. Su voz llamó la atención de todos y las criaturas comenzaron a murmurar con intensidad hasta que volvieron a escuchar la voz de dicho Dios.
- Les envío un cordial saludo desde el reino. He interrumpido sus tareas porque mis guardias me informaron que dos jóvenes han pasado los límites del reino. Pero no solo eso, uno de ellos cruzó tanto los límites que cayó fuera de aquí. Hasta el momento, no se sabe el paradero de ambos sujetos. Debido a esto, habrá más seguridad por todos lados y en la zona restringida.
Iris, al escuchar esto, mostró en su rostro una cara de desesperación. Sin dudar, extendió sus alas cenizas y se dirigió hacia donde estaban Ikki y Dariel lo más rápido posible. Su error fue mandarlo a dicho lugar sin investigar si lo habían visto. Sabía que una vez que Ikki estuviera bien y comenzara a hablar sobre dónde estaba, Forseti no dudaría en decírselo a Deimos, y eso no lo permitiría.
Llegó a la sala de reuniones donde regularmente se encontraba, buscó con la mirada de un lado a otro, pero ante su preocupación, sus ojos verdes jade cambiaron a uno dorado brillante. Quería evitar lo antes posible una mala imagen para el dios del sol.
- ¿Por todos los ángeles, dónde están?- dijo con una voz desesperada.
Al cabo de un rato de buscar por todo el lugar, Dariel percataría a lo lejos la presencia de la diosa Iris, por lo que sin duda alguna se acercaría.
- Señorita Iris, necesita ir a ver al joven Ikki antes de que llegue el dios Forseti. Si se entera de que él era uno de los que estaba, pagará de manera severa por romper las reglas, aunque mi señor mencionó que estaba con alguien y que alguien cayó por ese lugar- comentó de una manera preventiva.
- Estaba buscándolos por eso mismo, necesito hablar con Ikki antes de que Forseti se entere. Es más, necesito saber quién fue el que cayó en aquel momento para poder descartar de cualquier culpa a Ikki.
-Está bien, señorita, vaya antes de que hable el joven dios. Le dije que dijera todo menos que estaba en el área restringida, pero no está del todo bien.
- Gracias, Dariel, te llamaré si te necesito.
Rápidamente se apresuró a ir a la oficina de Forseti. Antes de llegar al pasillo donde se encontraba, un ángel la detuvo. Era más pequeño que ella, pero tenía un carácter demasiado molesto.
- Disculpe, diosa Iris, no puede entrar por el momento. Me dieron la indicación de no hacerlo debido a algunos problemas. Solamente está permitida la entrada de nuestro amo y señor, el dios Deimos- diría en un tono altanero.
- No estoy para tus órdenes. El dios solar acaba de entrar y necesito saber si está bien. Si quieres tener problemas, continúa así.
- Lo siento, pero nuestro señor me dio la orden. Es más, ni por ser la prometida del joven Shura y por entrar en la familia de nuestro señor se autoriza su entrada. Hasta que el joven Ikki hable, podrá entrar.
- ¿Pero qué? Es imposible que me nieguen la entrada y más tratándose de mi.
- Lo siento, pero debe esperar. A lo mucho, media hora en lo que se arregla el asunto de Ikki. Necesitamos que el joven tenga privacidad. Estaba en un mal estado y se encontraba con heridas muy fuertes. Tanto Shura como él son prioridad en este reino, y lo sabes muy bien. ¿Qué harás ahí? ¿Consolarlo y decir que estará bien? Por eso mismo, nuestro señor y Forseti deben verlo, al igual que checar que esté bien. Él es parte de nuestro futuro- el ángel voltearía, dándole la espalda a Iris -tú simplemente serás la esposa del joven Shura, no eres nadie para ordenarme nada.
- ¿Pero por quién me tomas?- mostrándose molesta -ahora los ángeles son así de groseros con los dioses. ¿Te atreves a desobedecer a tus superiores?
- Usted no es una diosa de rango. Su rango se elevará al casarse con Shura. Es ahí cuando podrá usted hablar de superioridad. Mientras usted sigue siendo una diosa más en el reino- este observaría el pasillo mientras esperaba a que la diosa se fuera.
- No voy a discutir de eso contigo. Conozco muy bien mi lugar en este reino y mi nivel. Un ángel como tú nunca sabrá esto porque ustedes no se pueden definir con rangos- dicho esto, Iris dio media vuelta y se sentó.
Mientras esperaba impacientemente alguna noticia, entrelazaba sus dedos, se paraba y caminaba de un lado a otro, miraba cómo aquellos ángeles entraban y salían de las oficinas. Los minutos que pasaban eran eternos. Los ángeles murmuraban y se miraban raro. El ambiente era cada vez más pesado. Su vista empezaba a tornarse borrosa. Su cuerpo empezó a sudar mientras se sostenía de una pared.
Antes de tocarse la cara, una mano tocó su hombro. Se trataba de un hombre alto con cabello oscuro y ojos azules.
- ¿Forseti?- dijo en un tono suave y cansado.
- Sí, soy yo, Iris. ¿Estás bien? Te ves muy mal- respondió en un tono muy delicado.
- No es nada. Solamente estoy esperando noticias del joven dios.
- Nuestro señor no tocará el asunto de Ikki en aquel lugar, pero hay malas noticias. Lo siento, Iris. Tu boda tendrá que prolongarse y no sé por cuánto tiempo- Forseti retiró la mano del hombro de ella.
- ¿Qué quieres decir que mi boda tendrá que posponerse?- ella volteó, mirando a Forseti con una cara inexpresiva.
- La persona que estaba con Ikki y la que cayó en aquel lugar fue Shura...
La cara de Iris mostró desesperación. No supo qué fue lo siguiente que dijo después de nombrar a su prometido. Todo en ese momento fue silencio. Comenzó a caminar sin rumbo, salió del lugar mientras esperaba que nada fuera cierto. Se sentó en una esquina mientras miraba a lo lejos a Forseti gritando y corriendo hacia ella. Solamente cerró sus ojos mientras sentía como alguien tocaba su cara y su cabello.

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Romance Prohibido
RomansaDos jóvenes dioses se encontraban entrenando, como de costumbre, en una parte del Reino. Estaban disfrutando de su tiempo juntos. Sin embargo, un mal movimiento hizo que uno de los dioses cayera en un lugar que estaba restringido. Shura, el dios de...