Capítulo 7.

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«Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años».

-Abraham Lincoln.

~*~

SIV AUBRIOT.

Por un momento había esperado que Gian me hubiera preparado algo así como una reunión sorpresa por mi cumpleaños; no llegaba a fiesta porque tampoco conocía a tanta gente en Los Ángeles.

Y se lo hago saber.

—¿Crees que soy predecible? —No sabría decir si está bromeando o si se trata de una pregunta seria—. Acércate, Siv —Su mirada me quema cuando se clava en cualquier parte de mi cuerpo y me deleito con la sensación de ser observada como una diosa para él.

—Creo que eres impresionante —Le concedo su petición dando un par de pasos hacia delante y río sin poder evitarlo cuando gruñe al no conseguir su objetivo en una sola orden. Gian es de los que hablaban y esperaban un asentimiento de inmediato, todo lo que estuviera disfrazado de buenos modales era porque él quería que lo vieran como un hombre razonable—. Prefiero llamarte atento y detallista antes que predecible. Te prefiero mil veces previsible a olvidadizo.

Descruza los brazos y en dos pasos lo tengo agarrándome de la cintura mientras me deja con fiereza contra una de las blanca paredes de mi casa.

Sólo había colgado un cuadro y porque era una batalla mental contra esa vocecita de mi cabeza que me indicaba que quizás el empresario tenía razón y mi hogar no es que fuera minimalista, es que parecía que habían arrasado con todas mis pertenencias y recuerdos.

—Feliz cumpleaños, Diosa.

Habían sido sus primeras palabras esta mañana y cuando me había visto huir de su cama porque tenía trabajo que hacer y él estaba algo adormilado, me quedó bien clarito que su intención era empezar el día con un buen polvo de felicitación y luego invitarme a desayunar. Después de frustrar sus intenciones, me había lanzado una almohada sin intención de darme y había abandonado su casa con una sonrisa en el rostro.

—No te irás, ¿no? —Se me escapa decirle mientras le cambio el nudo de la corbata y le agarro por las solapas de la chaqueta—. Después de mi cumpleaños, ¿te quedarás a mi lado?

Asiente y se acerca a mi boca, a cámara lenta y con ganas de demostrarme lo que con palabras no puede ni sabe expresar.

Me preparo para un beso que ansío tanto como él, esa respuesta de confirmación que me hará respirar sin ansiedad por al menos diez minutos hoy y que tanto quiero porque este hombre es mejor besador que cualquier otra persona con la que haya estado y mi lista no es precisamente corta.

—¿Marie? —Me separo abruptamente de Gian, consiguiendo que su cabeza se dé con la pared y suelte un quejido.

Miro hacia todos los lados y cuando enfoco a mi hermano, me caigo hacia atrás.

Égalité. (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora