Capítulo 12.

487 70 80
                                    

«Esfuérzate por mantener las apariencias que el mundo te abrirá crédito para todo lo demás»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Esfuérzate por mantener las apariencias que el mundo te abrirá crédito para todo lo demás».

-Winston Churchill.

~*~

SIV AUBRIOT.

Dulcie sigue a su madre, dándonos cierta privacidad a Gian y a mí. No pierde el tiempo y enrosca el brazo por mi cintura, marcando de alguna forma territorio y confundiéndome por la actitud que acaba de tomar.

—Mi hermana y yo tenemos gustos muy... similares, de normal no me importa, incluso me hace gracia, pero contigo no, contigo es diferente.

—¿Ah sí? —Entrelazo los dedos con los suyos, posándolos en el dorso de su mano y dejando que apoye la palma un poco por encima del ombligo—. ¿Qué es lo que me hace tan especial?

—Que eres mía.

No me molesta la seriedad en el tono que emplea porque creo que le conozco lo suficiente como para no desconfiar de sus intenciones. Es cierto que una parte de mí automáticamente duda, pero no porque sea Gian, sino porque es hombre y encima empresario. Aun así, no me ha dado razones para no confiar en él y es lo que hago cuando entramos a la casa de sus padres y me encuentro con la imagen más grotesca e insípida que se podía esperar.

Carraspea, ganándose la atención de su padre, quién, tras el molesto ruido, baja los pies de la mesa y se levanta mientras se coloca bien la ropa.

William McMahon es un hombre de facciones duras, caucásicas y con una mirada cálida en contraste a su forma de actuar. Es un hombre con apariencia solitaria y con un poco de chepa a pesar del evidente trabajo que hace para mantenerse en forma. Tiene algunas entradas y su profesionalidad en el mundo de las inmobiliarias y negocios le da la perspicacia necesaria para mirar de un lado a otro con disimulo, solo si le observas también, eres capaz de leer su semblante.

Viéndolo tan de cerca, puedo afirmar que Gian se parece un poco a él y otro poco a su madre. Al igual que Dulcie se asemeja a los McMahon en el físico y tiene un poco de la parte brasileña y, Ophelia es el contrario; creo que puedo afirmar que Gian es la mezcla ideal entre los genes de ambos.

—¿Y Ophelia? —No se dan la mano, no ofrecen ni un poco de cortesía o tratan de fingir por la unión familiar.

—Con tu madre, cocinando. —Repara en mí y me reconoce, parece sorprendido—. No pensaba que seguirías viéndola —le dice a su hijo—. No después de decirte que tiende a retrasar sus pagos.

—¿Ha vuelto a dejar alguno sin pagar? —Gian pregunta de forma irónica porque ya sabe la respuesta, es prácticamente imposible pillarle con la guardia baja.

—Hasta hace unas semanas, dos mensualidades.

—Estoy aquí —interrumpo—. Puede hablarme directamente a mí, señor McMahon, no finja que no existo, no cuando el tema a tratar tiene que ver conmigo.

Égalité. (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora