•Abrumo•

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«Un Addams siente más» cantó mi madre, como cada noche, veraniega e invernal, con hojas quebradizas del otoño, incluso la primavera maloliente, mientras sostenía el brazo de mi padre, danzando con el viento y luceros estrellados en sus ojos enamorados.

Y cuando se miraron, gigantescos volcanes, en fila, exprimirían el interior de la Tierra en busca de ardiente lava que vomitar, y junto a las cenizas derramadas, comenzarían la mórbida teatralidad de la pasión mortífera, homicida incluso, dónde pueblos comenzarían por sí mismos su autodestrucción bajo capas gruesas e impenetrable de pánico.

Eran deleites pasionales, supe luego, posesividad sexual, amor puro, sensualidad dolorosa en la que mis padres se revolcarían gustosamente durante horas. Yo los vería incinerar nuestro hogar con su jolgorio vehemente, asfixiándome en cenizas de adoración y ternura.

Después, mientras yo miraba en mi tierno cuerpo indefenso, sentada en una cuna, mi madre me alzaría y apegaría a su pecho, vertiendo besos afectuosos en toda mi cabellera azabache, olisqueando mi perfume cadavérico, embelesada, aún en su atolondramiento amoroso por su primogénita. Ella murmullaría cuánto me amaba, cuánto me amará. No teme a sus sentimientos, y su forma de demostrarlo es susurrando promesas.

"Mi amor, mi pequeña, un pedacito de mí, de mi vida" son las voces de mis padres "quien se atreva a hacerte daño, notre chiot1, se verá calcinado por las llamas del Averno. Deconstruiremos su rostro, por ti, niña, para vaciar su necedad con gritos, hasta un inevitable final en nuestras garras. Aquel tonto empecinado morirá, solo para que tú yazcas a salvo"

"Oh, pobre desgraciada" esta vez fue mi padre, arrebatándome "víctima" sollozó apesadumbrado.

Pero nunca lo fui, crecí, y entonces ejecuté el rol que mejor me convendría: me bauticé como victimaria. Decidí apartarme del amor incesante que mis padres siempre derramarían sobre mí, y cuando nacieron mis hermanos, ellos respetaron, a duras penas, mi decisión.

No obstante, aunque no lo recibiera, supe de su existencia. Su amor hacia mí era tan palpable como el que entre ellos chisporroteaba. Mientras más crecía, mis sentimientos se achicaban, para ser, en algún punto, pequeños, parpadeantes.

«Jamás podría corroborar sus afirmaciones —o eso pensaba—, nunca sentiré nada, ¿qué tanto podría experimentar, pues, si duro como el acero he acorazado mi pecho?»

Que sosa, bajo caí. Ha el tiempo demostrado mi error, tumbándome contra cuchillas humeantes, boca abajo para exponer mi corazón gélido. Me gritó, creo que enfervorizado, mi estupidez inherente.

"El hielo se derrite" burlándose en mi oído "que placer, tomo yo, al hervirte bajo una sonrisa"

» "¿Te sientes ridícula, azabache?" ha carcajeado en mi oído, contento, demasiado, en exacerbar mis nervios "jurando a estrellas y paganía tu nula emocionalidad, y así, nada más mírate, tonta y temblorosa bajo el peso de la mismísima felicidad"

» "Cervatillo tembloroso, demasiado tierno para la vida, ¿es tu familia demasiado para tu corazón tembloroso?, gozo mirándote desfallecer, pues repugnas lo que amas, lo alejas y lloras luego"

» "Tu coraje, bien sabes, es inexistente" él me susurra, cuando las luces se apagan y me encuentro sola en mi propia adversidad "tan honesta como eres, puedes admitir el pavor en la confianza para tus sentimientos. No puedes decirle, no puedes contarle, no por la vergüenza que sentirás, sino más bien porque sabes lo mucho que dolerá"

Y si no te pierdo, amor, es mucho para soportar.
¿Cómo podría amarte con tanta intensidad?
Exploto cada que te pienso,
¿imaginarías que me sucedería si te beso?

Me siento abrumada, al final, siento demasiado. La maldición Addams me ha alcanzado, manifestada en mi adoración por ti, en mi temor por perderte, por desaprovechar a mis seres amados.

Yo...

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Merlina detiene su mano, paralizada por este peso crepitante atacando cada fibra muscular y célula de su cuerpo. Entre palabra y palabra más angustiantes sentimientos fueron arremolinándose en un torbellino apabullante, y ella no estaba preparada para ni siquiera comenzar a masticar.

"Es demasiado, Dedos" su mano amiga y compañera, que cambiaba de a tantos la tinta que usaba, pareció preocupada "ya sé, jamás lo fue..."

«¿Podrías decirle a tu madre?» sugirió, aunque sabía lo inútil de su consejo.

"No tendría las respuestas. Padre y ella siempre fueron de fácil arreglo sentimental, y no es solo de la gota que colmó mi vaso. Han pasado tantas cosas. Ay Dedos, me siento hundida en el infortunio, ¿no me ve?, luzco lánguida, mi piel aún más pálida que nunca, ¡y no hablemos de mi crueldad!, era antes tan divertido, ahora no puedo torturar, amenazar, sin sentir una satisfacción tan exagerada que perturba mi dicha"

«Usted siempre fue controlada»

"Es un hecho, Dedos, no obstante, ¿y ahora?, ¿ha aumentado el tamaño de mi corazón?" aunque su inexpresión jamás doblegaría, el tono reveló cada aflicción en ella.

"¿Merlina?" coreó un ángel, y ahora Enid entraba a la habitación, con algo a sus espaldas.

"¿Enid? Usurpas mi horario, bien lo sabes. Sí tan importantes las crees, escupe tus intenciones" dándose la vuelta, destrozó el poema inconcluso.

"Lo siento, lo sé, lo sé" ignoró la hoja en jirones, un poco más nerviosa por aquello misterioso entre sus manos "¡y no era mi intención!, es que.... Pasé por la tienda, ¿ya sabes, porque me gusta andar por allí?, curioseaba tranquila, ¿y adivina qué? ¡encontré esto!" un poco más intrigada, la azabache ladeó su cabeza trenzada.

Fue cuando Enid reveló el objeto escondido tras su espalda.

"Oh... oh..." sus labios se entreabrieron en la expresión más boquiabierta nunca esbozada por Merlina "... es... preciosa"

Un arma plateada, empuñadura tallada en madera negra, y el filo más mortal posible. Era una daga mediana con un cuerpo dibujado. Aunque no era todo, pudo notar un denigrado en la base de la que salían más avecillas negras en el mismísimo metal.

"¿Es... es acero damasco2?" sintió el tallado, las capas, en el templado del arma "Enid... esto no lo consiguió en una tienda"

"Me cachaste" rio, nerviosa "¿te gusta?" evitó por completo el origen.

Merlina no sabía exactamente qué decir.

Oh, pero estaba en medio de una combustión, una lenta, dolorosa, demasiados sentimientos, emociones a flor de piel que ansiaban solo encontrar una manera y desbordarse de su cuerpo.

"Oh por... ¿estás llorando? ¡¿Estás bien?! ¡Merlina!" Enid comenzó a alarmarse, mirando la daga y después los ojos empañados de la azabache.

Bajo la luz del atardecer, Enid abrazó a Merlina, quien despilfarraba agradecimiento, dolor, pena, dolores angustiantes y profundos amores.

Al día siguiente nadie dijo nada.

Al día siguiente Merlina amenazó, con una daga, a muchas más personas.

Claramente, no lo hizo para alardear su más reciente adquisición. 


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Gente... al chile les gusta como va yendo cada capítulo? no me apresuro??
Dios es que... AMÉ ESTE CAP, muchísimo, porque ahondar en la relación de Merlina con sus padres es increíble y creo que pude plasmar lo fácil que es abrumar a nuestra pequeña nena, o bueno, a cualquier Addams.

Ellos sienten mucho, por eso tienen aficciones raras. Es mi HC, nadie me lo refuta porque es tierno y doloroso, tan angustioso que juego con él :D

Eenenenenenen finfinfinfinfinnnnnnn

Cuídense bai
(07/12/2022)

- A. 

letters • wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora