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Conforme la noche iba cayendo, el castaño se sentía más cómodo y más seguro de que lo que había vivido era un sueño. Definitivamente no había manera de que por arte de magia él pudiera hablar con dos ratones que habían salido de quién sabe donde.

Internamente se burló de sí mismo mientras deshacía su cama.

Después de pasar la tarde con su mejor amigo, ambos habían decidido irse a descansar temprano para salir a caminar al día siguiente por el bosque. Tae estaba pasando por una etapa de reconexión con la naturaleza y no pensaba dejarlo solo por ahí con toda la nieve de la tormenta que estaba cayendo en ese momento.

Sin pensarlo demasiado, se deshizo de su ropa para cambiarla por una que estuviera más cómoda para dormir y a su vez que lo hiciera sentirse abrigado.

Una vez listo, se tumbó de espaldas cubriéndose con las sábanas y cerró sus ojos. Había sido un día loco y algo largo, seguro lo que necesitaba era dormir para poder aclarar un poco más sus ideas.

No pasaron ni cinco minutos cuando escuchó unas pequeñas pisadas acercándose, pero no quiso abrir los ojos.

—Pasen, pasen, es aquí... —Dijo una voz extrañamente familiar provocando que se quedara paralizado. 

—¿Es él? —Preguntó alguien más.

—Sí, nos escuchó hablar en la tarde y nos contestó.

Jungkook comenzó a repetirse internamente que eso no estaba pasando, ¿otra vez escuchando voces? Probablemente estaba volviéndose loco. —¿Seguros? Parece un humano común, los duendes tienen orejas puntiagudas... —Insistió con escepticismo la voz que no reconocía. 

—Es él, es verdad lo que dice Soo.
—Aseguró el que, estaba seguro, se trataba del ratón que había visto más temprano. 

—Pero está dormido, ¿cómo podemos comprobarlo?

En ese momento otra voz desconocida se hizo presente. —¡Tengo una idea! Podemos morderlo y... —Comenzó a decir provocando que el castaño abriera los ojos de golpe. 

—¡NADA DE MORDIDAS! —Gritó mientras se sentaba y jalaba las sábanas para cubrirse. 

Su cerebro no podía procesar lo que sus ojos estaban viendo. 

Como había imaginado, en su habitación se encontraban los dos ratones que había encontrado en la encimera en la tarde y sobre el colchón lo miraba una ardilla entre confundida y sorprendida. Junto al buró estaba sentado un lobo de pelaje gris y un zorro naranja que lo miraba atónito. 

—Oh... De verdad puedes escucharnos. —Soltó este último al comprobar lo que le habían dicho los ratones. 

Jungkook tomó su cabeza entre sus manos. —Maldita sea, ¿será que el agua está contaminada? Quizá deba comprar agua embotellada a partir de ahora. —Comenzó a quejarse intentando encontrarle sentido a lo que sucedía ante sus ojos. —¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO! 

—Eh... ¿Muchacho? —Lo llamó el lobo. 

—¡Se los dije! ¡Él nos puede ayudar! —Gritó el ratón más pequeño trepando hacia la cama. 

El castaño empezó a reír a carcajadas.
—¿Ayudar? —Preguntó a punto de perder la cabeza. —NO, NO PIENSO AYUDAR A UN MONTÓN DE ANIMALITOS DEL BOSQUE.

—¡OYE! TENEMOS NOMBRES... —Lo reprendió el zorro con molestia. 

—¡Tienes que ayudarnos! —Insistió la ardilla suplicante. 

Con muchas ideas en la cabeza, el joven se levantó de la cama por el lado contrario al que se encontraban los animales y se puso sus pantuflas. —No, no, no, no...
—Se dijo a sí mismo tratando de calmarse.

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