Prueba uno: Un Emo muy risueño

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Quackity

El puto pueblo de Karmaland estaba rarísimo. Toda esa nieve ruidosa, pueblerinos nuevos y oscuros; sin mencionar los horrorosos edificios macabros que ahora estaban en el pueblo. ¿Y esa publicidad de una resistencia y una revolución? ¿Qué clase de franquicia cinefila empapelaba un pueblo tan alejado del mundo? Ni siquiera había un puto cine en el pueblo. 

Él era el alcalde, eso esta bien. No se sentía bien, parecía... sin sentido, como el sueño de un niño pequeño, como cuando decías que querías ser astronauta de pequeño y ya de grande sabes que ni de pedo te avientas una carrera tan larga y matemática. Así, parecía vacío. 

Los edificios no reflejaban para nada sus preferencias, ¿Gótico y escabroso? ¿Dónde estaban los azulejos, la música, la barra de alcohol y las enchiladas? Todo estaba de cabeza, y su propia cabeza aun dolía si trataba de darle sentido a más.  

Nada cuadraba, nada, las palabras de Sapopeta, Rubius, los carteles, el Vlogs. Que puta buena suerte la suya para aparecer en Karmaland. 

Quackity tenia la sensación de que en sus otras vidas, no era más afortunado que en esta.

Sus primos parecían estar bien, más o menos, quizás. Sapopeta dijo que estaban bien, pero la foto de ellos en una maldita prisión y luego el intento de Rubius de inculparlos lo había hecho dudar. Hasta que los viera, se sentiría mejor. Quizás ellos podrían hablarle con la verdad, su familia era la única que podía confiar... Pero ni eso se sentía bien.

Vagó por el pueblo, con cada cosa fuera de lugar que veía más le dolía la mente. La noche cayó, su traje estaba empolvado y arrugado. Tenia sentido que se vistiera tan elegante si era alcalde, pero joder si después de todos los eventos del día no era cansado. Tampoco tenía comida, y robar se sentía mal.

En su lugar, camino en dirección a su casa, y el desastre se pudo ver incluso en la penumbra. 

Su camino estaba hecho trizas, imposible de transitar. Quackity estaba íntimamente familiarizado con las minas, y esto era producto de las explosiones. La ira justa lo lleno, seguramente había sido el pendejo de Rubius, o quizás Fargan, Willy e incluso el puto Titi podría haber dejado de estar tieso solo para joderlo con más minas. Su pobre isla estaba aun peor, había ruinas de lo que debió haber sido una torre o algo así, él no recordaba haberlo hecho, o visto. Su pirámide no era más que vagas rocas flotantes y tierra en lugares donde no debía. 

Estaba abandonado.

Parado en el centro, con las ruinas de su vida rodeándolo, Quackity se sintió miserable. ¿Qué pinche uso tenía en su vida, si ni siquiera tenia una? Su alma se sentía tan rota como su isla. A punto de bajar a su sala de cofres a ver si algo había sobrevivido vio un ítem en el suelo. 

Lo recogió, era el marco de una foto. 

Un emo con armadura de hierro estaba mirando a la cámara, a su lado, su hijo fallecido tentáculos en una cama, felizmente cómodo. Quackity tuvo una sensación incomoda.

Esto había sido... hace mucho tiempo. Principios de la serie casi. ¿Qué tanto le había jodido la memoria ese virus? El cubito pelinegro no podía por su vida recordar haberlo visto antes, menos haber dejado a su precioso patito bebé a su cargo.  Que puta mierda, en verdad.

Bajo hecho madres, en busca de cualquier cosa, que pudiera no sentirse como una farsa. Abajo solo había algunos cofres maltrechos. Basura inservible, poca comida y algunas armas a mitad de su vida útil. Detrás  de un bloque de tierra encontró su cofre de contraseña, otra cosa que no recordaba. 

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⏰ Última actualización: Dec 08, 2022 ⏰

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En el nombre de la Amnesia, la Fe y del Lore, Amén. {Luckity}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora