4. Hogar, dulce hogar

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Eren subió las escaleras de dos en dos hacia el segundo piso de la casa. Él se sintió extrañamente cómodo y feliz de lo que estaba viviendo. Ni siquiera se acordaba del pasado, temía hablar de él y que todo desapareciera entre sus dedos. Buscó su habitación entre las otras dos que había; adivinó rápido que la puerta cubierta de calcomanías extrañas era la suya pero al abrir la puerta, supo que se había equivocado.
Paredes dos paredes blancas y una azul, la cuarta pared parecía ser un mural de homenaje a todos los pósters que tenía pegados. Había un estante con muchos libros con nombres muy aburridos. Un escritorio con varios papeles y vasos llenos de lápices de colores, y un ordenador que tenía bastante polvo. Llamó la atención de Eren la fotografía de un Zeke mucho más joven vestido con un uniforme de béisbol. La foto tenía una firma que él no reconocía.

—Siempre le gustó el béisbol —la voz de su madre lo asustó.

—Pensé que era mi habitación, lo siento.

—Es la de al lado —le indicó—. No te disculpes, es tu casa, Eren.

—No sabía que él vivía aquí —Carla se extrañó de su comentario.

—Lo hemos criado desde que cumplió doce —Eren volteó a verla—. Desde entonces vive con nosotros y desde entonces ustedes son muy unidos.

—¿Enserio?

Meditó un rato, ¿Sería imprudente preguntarle que había sucedido con la madre de Zeke?

Carla se sentó en la cama y lo invitó que se sentara con ella, a su lado. Él lo hizo. Carla le acarició el cabello y se apoyó en el hombro de su único hijo.

—Tengo la sensación de que algo te incómoda —Eren guardó silencio—. Me lo puedes decir. Puedes confiar en mi. Lo sabes, ¿Verdad?

—Lo sé.

Eren recargó su cabeza en la de Carla. Había extrañado muchísimo el aroma de ella, su calor y su ternura. Él podía tenerla ahora, sonrió por eso.

—Traté de hablarle a una chica hoy y salió mal —no era lo que le afligía realmente pero hacia parte—. Ella me gusta pero parece que yo a ella no.

—Que raro. Pensé que Historia estaba enamorada de ti. Es decir, se le nota.

Que le hubiera parecido una especie de afirmación lo asustó por completo. Miró a su madre sorprendido, él no se estaba refiriendo a Historia.

—¿Pero que estás diciendo?

—Hablo de Historia. La rubia chiquitita. Ojiazul —como era posible que no se acordara de ella—. La trajiste hace un par de semanas diciendo que era tu novia —pero lo que Eren no recordaba era haberle pedido a Historia que fuese su pareja.

Eren se paró rápidamente de la cama. Empezó a sentir que estaba haciendo demasiado calor pero al mismo tiempo sintió que estaba haciendo demasiado frío.

—Cariño, ¿Que pasa?

—Na-nada —su ritmo cardíaco era tal que lo sentía en su garganta—. ¿No hay ventanas aquí?

—El otoño es frío. Te puedes resfriar.

—Olvidalo, ahora tengo frío.

Carla fue al armario de Zeke y sacó un trapo rojo de entre las chaquetas y camisas colgadas.

—¿Esto te sirve? —se la arrojó a Eren y este la atrapó en el aire.

El trapo rojo no era más que una bufanda de lana roja, pero no era cualquiera bufanda de lana roja, era la bufanda de lana roja que él usó y personalmente le entregó a Mikasa.

𝐃𝐞𝐣𝐚 𝐕𝐮 | EreMika [Editando✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora