Parte Única

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Las hojas de los árboles otoñales danzaban al son del viento y, en uno de sus troncos, se encontraban sentados un adeptus y un viajero. Había pasado un tiempo desde la última vez que los caminos de Xiao y Aether se cruzaron, mentirían si dijeran que no se habían echado de menos en ese tiempo, aunque unos fueran más propenso a admitirlos en voz alta que otros. Aether había terminado de ponerle al día con los eventos recientes de Sumeru cuando el curso de la conversación giró bruscamente al mencionar los avances de la búsqueda de su hermana.

Familia. Nunca le había preguntado a Xiao por sus padres y, de hecho, acababa de hacerlo. El adeptus no estaba acostumbrado a mantener charlas casuales, por lo que se había remitido mayormente a la escucha hasta esos instantes. Decidió que se esforzaría por darle una respuesta, aunque, en realidad, no estaba seguro de si tenía una como tal. Se detuvo pensativo durante unos instantes, pensando en quienes habían sido sus mayores referentes.

—No son mis padres biológicos, pero creo que los conoces —dijo Xiao finalmente, a lo que Aether respondió mirándolo perplejo, a la vez que de forma inquisitiva. El usuario anemo cerró los ojos durante unos instantes, cruzándose de brazos—. De hecho, uno de ellos está de vuelta el Liyue, hace unos días que sentí su presencia. Deben de estar juntos ahora, ha pasado un tiempo desde su última visita.

Aether quiso hacer memoria de todas las personas que había conocido a lo largo de su travesía, pero ninguna encajaba completamente con que fueran los padres de Xiao. Si estaban allí, entonces, quizás podría hacer que el yaksha planeara un encuentro. No tenía nada que perder, si se había enfrentado a monstruos y arcontes, podría tolerar a sus suegros.

—Eh, ¿seguro que los conozco? —Xiao asintió—. Está bien, bueno, de todas formas, tendrás que presentármelos algún día, ya sabes, de forma oficial. Yo haré lo mismo cuando encuentre a Lumine, descuida.

—Es que son... —se tomó una pausa antes de proseguir. Aether ya los conocía, sabía como eran, solo le faltaba el dato que le había dicho. Si quería hablar con ellos, entonces lo llevaría—. Bueno, podría hacerlo ahora, sé dónde pueden estar. ¿Quieres que vayamos?

—¡Me parece un buen plan! —exclamó mientras se desperezaba. Fue el primero en ponerse en pie, no tardó en tenderle una mano. Xiao la cogió y se levantó también, posicionándose a su lado.

—Nos teletransportaremos, agárrate a mí.

Antes de que pudiera reaccionar, Xiao ya había pasado un brazo por su hombro, acortando las distancias. Aether sintió como un rubor se hacía persistente en sus mejillas ante su repentina cercanía, pero tardó poco en acomodarse. Lo agarró por la cintura y dejó su mano sobre la suya, sostuvieron sus miradas durante unos segundos silenciosos. Aether, sonriente, tuvo la osadía de robarle un beso antes de que sus poderes de anemo los llevaran hacia su destino.

Sin embargo, aparecieron por error en otro lugar. Tras unos instantes, se percataron de que estaban en la Isla de Corazón. Aether soltó una carcajada mientras pedía disculpas por haberle distraído, y Xiao, al ver su imagen risueña, no tuvo motivos para molestarse con él. Le indicó que lo intentaría de nuevo, y su pareja prometió quedarse quieto.

A la segunda fue la vencida. Acabaron en la entrada a la Aldea Chingste, donde algunos transeúntes miraron desconcertados a la pareja emergente. Xiao clavó su mirada dorada en el horizonte, escaneando los campos de flores en la búsqueda de sus padres. Aether no hizo nada para advertirle de que seguían prácticamente abrazándose, en su lugar, admiró su rostro concentrado en silencio.

—Están por allí —concluyó, luego, se dio cuenta de su agarre y lo deshizo—. Oh, disculpa.

—No pasa nada —le aseguró sonriente—, estaba viendo a ver cuánto tardabas en darte cuenta —el adeptus ladeó la cabeza, como si no comprendiera el por qué. Aether miró el campo—. Solo te estoy tomando el pelo. Entonces, ¿están entre las flores? Yo, personalmente, no los veo.

Encuentros InesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora