Jean ya ni se acordaba de quién tuvo la brillante idea de celebrar una fiesta, sólo lo maldecía e insultaba en su mente imaginando miles de rostros posibles. Caminaba arrastrando los pies por las calles de Trost, con la vista clavada en el suelo empedrado y mascullando quejas que sólo escucharía el cuello de su camisa.
¿En serio? Habían transcurrido apenas dos semanas desde la última vez que estuvieron fuera de los muros, con todos los acontecimientos por los que se vieron obligados a ocultarse en una cabaña alejada de la civilización. El mundo se derrumbaba bajo sus pies, los titanes amenazaban con destruir el Muro Rose y poner fin a su existencia para siempre... ¡y ellos, la única esperanza de la humanidad, haciendo fiestas!
La idea surgió a raíz de una conversación en la que se dieron cuenta de que no habían tenido tiempo de celebrar sus cumpleaños. Sería como celebrar que aún estaban vivos. El problema fue que con la emoción acabaron planeando una fiesta por todo lo alto, con un gran banquete, adornos y música, aunque eso era lo de menos en comparación con lo que se les ocurrió después.
Sus compañeros habían decidido que, para hacer más "especial" la ocasión, se intercambiarían regalos. Escribieron sus nombres en papelitos y los metieron en un saco de patatas, otorgando al azar el poder de elegir el destinatario. Para colmo, cada uno tendría que adivinar quién le había hecho el regalo.
A Jean le parecía una estupidez, pero cuando desdobló el papel y vio escrito el nombre de Armin, sintió como si le cayera el techo encima.
Antes de su primera misión en territorio titán, Jean no tuvo muchas oportunidades de hablar detenidamente con Armin. Creía que tendría la cabeza llena de golondrinas como Eren, pero le sorprendió su forma de pensar, su capacidad para analizar las situaciones, su agilidad mental para tomar decisiones en los momentos más delicados. Fue a partir de entonces que ambos comenzaron a intercambiar ideas y opiniones, llegando a pasar bastante tiempo juntos.
En ocasiones, cuando tenían tiempo para relajarse y olvidar los problemas del mundo real, se sentaban bajo la copa de un árbol cercano a la cabaña a disfrutar del sol y la brisa del medio día. Hablaban de cualquier cosa que a ambos les pudiera interesar. A veces, Armin leía en voz alta y Jean le escuchaba atentamente, aunque siempre terminaba quedándose dormido cuando se acercaba el final.
Poco a poco formaron una buena amistad. Al menos así lo era hasta el día en que Jean cogió un resfriado de los que te obligan a permanecer en cama sin poder salir. Tenía fiebre alta y no dejaba de toser. Odiaba esa sensación; la de sentir el cuerpo ardiendo pero tiritar de forma descontrolada como si tuviera frío.
De repente sintió un gran alivio en la frente. Al abrir los ojos vio que Armin le estaba poniendo un paño húmedo, y una cansada sonrisa se asomó a la comisura de sus labios. Le habían permitido abandonar el entrenamiento para ir a cuidarle, algo de lo que Jean no pudo evitar aprovecharse para meterse con él. Armin no era el mejor en los entrenamientos y eso le hacía sentirse avergonzado.
Además, le gustaba ver cómo los mofletes de Armin se inflaban al hacer un puchero, y eso le animaría después de llevar varias horas tosiendo y tiritando.
—Puedo irme —se quejó el rubio.
Jean se rió y tosió a la vez. Le encantaba ver esos gestos en él. Sin embargo, su subconsciente quiso gastarle una broma pesada, o quizás fue por eso que la gente llama "karma". No supo por qué tomó a Armin de la mano y dijo:
—Por favor, no te vayas. Eres como... mi ángel guardián.
Lo peor fue que se quedó dormido nada más pronunciar esas palabras, antes incluso de ver la reacción de Armin.
Al día siguiente sólo se acordaba de eso. Se moría de la vergüenza, pero de alguna manera tenía que aclarar las cosas cuanto antes. Se acercó a Armin y le dio las gracias por cuidarle, añadiendo que no podía recordar nada de lo que dijo a causa de la fiebre. Al final, pareció que Armin no le dio mucha importancia, pero por alguna extraña razón eran incapaces de mantener contacto visual por más de diez segundos.
ESTÁS LEYENDO
Mi ángel
Fanfiction| Shingeki no Kyojin | Jean/Armin | "Eres mi ángel". Sólo tres palabras, capaces de acelerarle el pulso y hacer que sus manos temblaran. Todo el mundo se dio cuenta. Todos menos Jean, demasiado perdido en el océano que guardaba la intensa mirada azu...