Prólogo.

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En plena floración de la dinastía Joseon el clan Kim había podido emerger de entre muchas otras familia nobles y ocupar un alto cargo de mando en los territorios de Wonju. Esta como otras muchas habían sido gratamente bendecidos con cargos políticos deseables pero un clan en particular era destacado de entre todo el territorio que cubría la provincia de Wonju.

El clan Park era alabado por tener un linaje de descendientes con dotes excepcionales en cuando al aspecto físico se refería. Muchos aldeanos e incluso algunas historias que fueron contadas de generación en generación decían que la singular belleza de cualquier hijo o hija nacida del clan Park podría compararse a una flor de cerezo a media estación de primavera. Tan llamativo y majestuoso digno de contemplar y admirar. Otros escritos decían que ninguna de las flores más exquisitas o hermosas podrían siquiera compararse a la belleza que este clan podía crear con sus genes únicos. Era por este mismo hecho que el clan Park se caracterizaba exclusivamente en procrear descendientes de sexo femenino. Park Seongduk, aunque tenía en su corazón un oculto pesar al no poder concebir un primogénito para su herencia, decidió aprovechar esta inusual oportunidad que el destino y los dioses le otorgaron, al ver que solo podía procrear descendientes femeninas su objetivo inicial cambió de rumbo y decidió que su clan sería recordado como uno de los más prestigiosos de todo el país por su linaje emblemático de bellas doncellas con exhuberantes dotes que se podrían comparar con un ángel mismo.

Así, como líder del clan y contando con un harem lo suficientemente sustentable, Park Seongduk tuvo un total de 10 descendientes de diferentes concubinas.

Pero algo de lo que nunca esperó estar preparado fue el resultado de la unión poco ortodoxa que había tenido en la clandestinidad con una insolvente plebeya. Una mujer sin nombre cuya presencia era apenas vista por otros, curiosamente había llamado la atención del líder Park cuando esté mismo había alcanzado una edad avanzada que le impedía hacer actividades físicas como cazar en el bosque, técnicas de lucha con la espada o incluso algo tan sencillo como cabalgar a caballo.

Había sido una noche de emoción y sentimientos poco razonables, en el corazón de Park Seongduk solo podía encontrar el inmaculado y niveo rostro de aquella mujer, amable y tenaz que lo había cautivado con el primer cruce de miradas. Sucumbiendo ante la emoción del momento y sus propios valores y moral siendo cegados por aquella espesa neblina de deseo y pasión, nueve meses después había nacido otro descendiente más de su linaje.

Sin siquiera haberlo esperado, un día de otoño cualquiera el estruendoso llanto de un recién nacido escandalizó a toda la mansión. Algunas concubinas habían pensado que se trataba del nacimiento de la primogénita que DaeIn, una de las últimas concubinas que se había integrado al harem del líder Park, había procreado en su barriga. Pero todos los espectadores que llegaron ante las puertas de la entrada quedaron en silencio con expresiones de asombro al ver a un pequeño recién nacido varón en una canasta.

El líder Park tardó unos minutos más antes de saber sobre la inusual situación que abrumo a todo el clan, solo cuando Minji, la primera concubina, le hizo saber sobre este hecho fue que el hombre caminó rápidamente hasta la entrada de su propio palacio.

Allí se encontraban varias concubinas, sirvientes e incluso varios consejeros y ministros del clan. Todo el recinto se cubrió de un silencio cuando el líder Park hizo presencia en el lugar, el bebé se encontraba dormido después de minutos de agobiante llanto, en los brazos de DaeIn quien lo mesía suavemente mientras miraba con miedo e incertidumbre a su esposo.

Shin, la concubina número cuatro, le tendió hábilmente aquel escrito que había venido con el recién nacido. No dijo nada pero la expresión en su rostro no demostraba felicidadq.

El líder Park tomó la carta y leyó rápidamente aquellos párrafos escritos con una ortografía pulcra y envidiable.

"Mi señor.

Le saluda esta mujer sin nombre a la que conoció un día de verano. Con un gran pesar en mi corazón y miedo profundo en mi alma le escribo esta carta para comunicarle sobre la situación actual por la que he pasado.
Aquella noche, donde la luna brillaba alto en los cielos y las estrellas adornaban el panorama, consumidos por la pasión de los sentimientos, inesperadamente dio frutos.
La pequeña vida que recién ha nacido fue fruto de nuestro culposo pecado, pero está pequeña criatura no carga con ninguna culpa, Señor...espero que su corazón pueda entenderlo y atesorarlo como yo quisiera hacerlo pero se me ha privado.

Le entrego a su hijo varón.

Rezaré a todos los dioses para que puedan ablandar su corazón y derrame compasión y empatía sobre esta nueva vida que lleva su propia sangre en cada pulgada de su ser. Deseo que crie a este hijo como a sus otros herederos, brindele conocimientos, valores y moral. Haga de este hijo un tesoro más del clan Park, aunque por ley no lo merezca.

Por último, si todavía no quiere creer en las palabras de esta plebeya puede comprobar la veracidad de mi declaración si busca la marca de nacimiento en el hombro derecho del pequeño varón. Que por heredad todo descendiente del clan Park posee.

Me despido, entregándole lo más valioso que he tenido en la vida y esperando que lo cuide hasta su último suspiro.

Adiós, Mi señor. "

Seonghwa había sido el primogénito número 10 de un gran linaje ostentoso y noble. El único varón proveniente del clan Park.

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2023 ⏰

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