Richard estaba tirado en el suelo con las manos atadas, solo sentía un dolor de cabeza junto a demasiado calor e impotencia por querer gritar sin poder lograrlo porque en su boca se encontró un pedazo de tela, el tacto con la tierra fría solo lo hacía sentir más impotente, pero mucho no podía hacer... solo le quedaba esperar y cumplir con el trato que jamás acepto.
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Richard miró el cartel con detenimiento y soltó un suspiro: «A si es Richard, de esto mantienes a tu familia, maldito, fracasado». Richard se detuvo un momento a mirar su mano y luego jugo un poco con el anillo que traía puesto (Carina). Después de eso dio unos cuantos pasos y empujo la puerta del edificio. El entorno era muy agradable: Había limpieza, organización, gente con una gran sonrisa, un olor agradable muy parecido a la vainilla. Soltó una pequeña sonrisa y fue hacia su puesto de trabajo donde encontraría todo lo necesario para comenzar su rutina diaria de trabajo en la empresa.
Mientras se dirigía hacia su puesto de trabajo se encontró con compañeros, los cuales saludaba con gran entusiasmo y con una sonrisa cálida, a todos menos a uno: Su jefe Brandon. El cual, por más de que Richard lo recibiera con una sonrisa, él simplemente no se tomaba el tiempo para devolvérsela y solo le reclamaba una y otra vez los pocos minutos que había tardado en llegar.
-De nuevo, ¿Esto es de verdad o es una broma? -Dijo Brandon con una sonrisa sarcástica.
-Lo siento, mi hija de nuevo tuvo otro problema, pero no volverá a pasar.
-Espero que así sea -Interrumpió Brandon.
Richard sintió una sensación de dolor en el estómago de nervios, pero continuo hacia su puesto de trabajo.
Al llegar, Richard se puso el uniforme característico que usaban todos los barrenderos y comenzó a barrer cada uno de los pisos del edificio hasta dejarlos sin una mancha sucia. Todos le sonreían, ya que sabían quien era y lo amable que podía llegar a ser.
Al llegar al último piso, Richard se sentía agotado, y quería tomarse un momento para descansar, pero sabía que cada momento que descansará sería descontado de su sueldo, que por obvias razones no le convenía. Procedió a recoger la basura y tirarla al camión, el ambiente estaba más raro de lo normal, estaba nublado, la brisa era fuerte y muy seguramente llovería, al regresar al edificio se percató de algo: Era una billetera de uno de sus compañeros de trabajo, el cual muy probablemente se le había caído al entrar. Richard Pensó por un momento y al revisar el contenido, aparte de encontrar tarjetas de crédito, licencias y monedas, encontró más de 700 dólares en efectivo: «Podría devolverlo, pero mi familia lo necesita más que él» pensó Richard mientras sostenía la cartera en la mano izquierda mientras volvió a jugar con el anillo de bodas con la mano derecha. Luego de eso sintió una gota en su mejilla, había comenzado un llover, así que regresó al edificio.
«Dios, sé que no es lo correcto, pero mi familia... mi hija lo necesita». Se detuvo un momento y tuvo una sensación de remordimiento.
-¿Qué estoy haciendo? -Dijo Richard en voz baja mientras veía la foto de su compañero en una licencia. -Estoy robándole a un pobre hombre que al igual que yo se parte la espalda por ganarse unos cuantos centavos.
Mientras subía las escaleras estaba teniendo una pelea interna del porqué había tenido, la intención por un momento en quedarse con la cartera: «En que estabas pensando maldito ratero egoísta». Al llegar a su oficina, su compañero lo miro:
-¿Necesitas algo amigo?.
-Creo... que esto te pertenece -Dijo Richard.
-Oh si, ¡muchas gracias Richard! -Dijo su compañero mientras lo abrazaba.